Para que un candidato logre un escaño en el Parlamento, debe primeramente pertenecer a un partido con posibilidades de representación, de lo contrario sus posibilidades son mínimas. Los candidatos, además, tienen que congregar algunas de las características siguientes: ser cabeza de lista o tener una buena ubicación en ella; ser una figura pública de reconocimiento; tener una gran ascendencia partidaria; haber figurado entre los parlamentarios más destacados en los últimos años, con reconocimiento más allá de los predios partidarios. Estas características eran condición necesaria, pero no suficiente, para salir elegido constituyente en 1978 o parlamentario en 1985.
Con el voto preferencial se han experimentado, en ambas elecciones, tres hechos interesantes:
a) Movilidad de puestos entre los candidatos que salieron elegidos. Por ejemplo, todos los partidos colocan como cabeza de listas a sus líderes mas connotados, tanto para reafirmar su liderazgo y cohesionar sus filas, como para arrastrar tras de sí a figuras importantes, pero de menor arraigo electoral. Esto es generalmente respetado más en los partidos que en los frentes políticos. En el primer caso, es una decisión política que se acata según la disciplina partidaria, y en la mayoría de los casos así es entendido por los electores. Fueron los casos de Haya de la Torre por el APRA, Luis Bedoya Reyes por el PPC, Jorge del Prado por el PCP, Héctor Cornejo Chávez en la DC, con motivo de las elecciones de la Asamblea Constituyente. Igual ocurrió con Luis Alberto Sánchez por el APRA, Manuel Ulloa por AP, y Róger Cáceres por el FRENATRACA, todos senadores elegidos en 1985. Las situación es distinta en aquellas agrupaciones que son producto de alianzas partidarias y, por lo tanto, las ubicaciones responden a negociaciones de las direcciones partidarias, que en muchos casos no responden a las simpatías de sus militantes y menos de los electores. En 1978 Hugo Blanco, número tres de lista del FOCEP, casi cuadruplicó en votos a la cabeza de lista, el actual senador pasqueño Genaro Ledesma. En 1985, con motivo de la elección de senadores, Javier Diez Canseco, tercero en la lista del frente Izquierda Unida, superó largamente a Jorge del Prado, quién encabezaba dicha agrupación. Igual sucedió con el frente Convergencia Democrática: Felipe Osterling saltó del quito al primer lugar de lista, relegando a un segundo lugar a Andrés Townsend. Ciertamente, el apoyo de dicho frente provenía fundamentalmente del PPC, partido del ex ministro de Justicia.
b) Una segunda consecuencia, es posibilidad que los candidatos ubicados en puestos rezagados logren conquistar un lugar en el Parlamento. Esta situación hubiera sido posible con el sistema de lista cerrada. Son los que podríamos llamar "hijos del voto preferencial". Por ejemplo, en 1978, Miguel Angel Muferech, Xavier Barrón, en el PPC; Humberto Carranza Piedra, Jorge Torres Vallejo, Romualdo Biaggi, en el APRA; Carlos Malpica, Ricardo Díaz Chávez en el UDP; y Alberto Ruiz Eldredge en el PSR, conformaron parte de este grupo. De los senadores en el 85 hay nombres importantes. Nuevamente Romualdo Biaggi, el exministro de Economía César Robles Freire, Andrés Quintana, Josmell Muñoz por el Apra; en Izquierda Unidad la terquedad de Malpica hace posible saltar del puesto 57, relegado por sus pleitos con Barrantes, al noveno. Otros casos son los de Andrés Luna Vargas, Jorge Fernández Maldonado y Edmundo Murrugarra. En la Convergencia Democrática se beneficiaron del voto preferencial Enrique Chirinos Solo, José Navarro Grau y Ernesto Lanatta Piaggio, y en AP Javier Díaz Orihuela.
Para ponerlo en términos numéricos, gracias al voto preferencial lograron ser constituyentes, en 1978, 43 de los cien representantes. En el senado, elegido en 1985, de un total de sesenta parlamentarios, veinte son hijos del voto preferencial. Habría que ver quiénes desconocen su paternidad, ahora que, ya ostentando este cargo, pueden negociar mejores puestos en sus respectivas listas.
c) Finalmente, hay un grupo de candidatos que, de haberse mantenido el sistema de lista cerrada, sin voto preferencial, hubieran salido elegidos. Los candidatos constituyentes por el PPC, Neuhaus Rizo Patrón, Santiago Castellano Bedoya o Juan Tudela Bentín, ubicados en puestos elegibles, no tuvieron el respaldo del voto conservador, y no precisamente por carecer de recursos económicos; en el APRA, Juan Ontaneda, así como el exprefecto limeño Jesús Guzmán Gallardo, no tuvieron las preferencias del disciplinado electorado aprista. Igual suerte corrió Jorge Chocano Salas, que dejó su puesto a Marco Garrido Malo en el MDP. En 1985, el populista Ricardo Monteagudo fue relegado de su lugar preferencial. Por otra parte, el elector aprista, al parecer, consiguió que su partido debía renovarse y es así que no favoreció con su voto a los viejos militantes Edmundo Haya de la Torre, hermano del fundador del partido, Luis Rodríguez Vildósola ni al ex ministro Nicanor Mujica; en el CODE, Ernesto Alayza Grundy, actual candidato a una vicepresidencia por el FREDEMO, y el ex ministro Armando Buendía no obtuvieron el apoyo del electorado de derecha; en Izquierda Unida, los candidatos independientes Julio López Más, Alberto Giesecke y Jorge Rondón Vásquez no lograron la aceptación del elector izquierdista que prefirió el apoyo a los dirigentes partidarios.
Bajo estas circunstancias, parecería que el APRA tendría mayores fundamentos para oponerse al voto preferencia; en cambio, los frentes IU y FREDEMO verían solucionados sus problemas, ya que este sistema les evitaría engorrosas y delicadas negociaciones entre los partidos, que incluso podrían mellar la cohesión de los frentes.
(Revista Sí, 11 de setiembre de 1989)
En el libro, PANIAGUA: HÉROE DE LA DEMOCRACIA, que recientemente presenté (24 de noviembre de 2009) en el hemiciclo del Senado de la República, escribo un capítulo titulado: “El denominado voto preferencial”.
Preciso las circunstancias por las cuales formulé un proyecto de ley en abril de 1984, en mi condición de senador, mediante el cual se incluía en la cédula de sufragio la facultad voluntaria de precisar una preferencia para elegir a diputados y senadores. Durante el debate senatorial, a propuesta mía , en la Ley 23903 se aprobó la doble preferencia.
La justificación para consagrar las dos preferencias en las cédulas de sufragio las doy a conocer con amplitud y detalladamente, así como, los pormenores de la demanda de inconstitucionalidad, ante el Tribunal de Garantías Constitucionales presentada por los dirigentes del Partido Popular Cristiano y del Apra. Ambos partidos, designaron al constitucionalista y diputado Roberto Ramírez del Villar para sustentar la demanda. Para rebatir la supuesta inconstitucionalidad y defender la cuestionada Ley, el resto de partidos: Acción Popular, Izquierda Unida, Frenatraca, respaldaron la designación por la Cámra de Diputados de otro destacado constitucionalista, el doctor Valentín Paniagua Corazao.
La brillantez de los expositores convirtió el debate en un choque de alta interpretación constitucional.