En realidad esto último influye en la decisión del voto pero no es suficiente. Para que un candidato logre un escaño en el parlamento debe, primordialmente, pertenecer a un partido con posibilidades de representación. En 1985, en realidad, sólo cuatro partidos tenían opción: Apra, IU, CODE y AP. Al interior de ellos, sin embargo, los candidatos tenían que congregar algunas de las siguientes características.
• Ser cabeza de lista (Luis Negreiros en el Apra, Francisco Diez Canseco Távara en el MBH-CODE, etc.). • Tener una buena ubicación en las listas, entre los diez primeros en senadores y los ocho primeros en diputados, para el caso de Lima. • Ser una figura política de reconocimiento público (Enrique Bernales en PSR-IU, Manuel Ulloa en AP, Osterling en el PPC-CODE, Luis Alberto Sánchez en el APRA). • Tener una gran ascendencia partidaria (Armando Villanueva en el APRA, Rolando Breña en UNIR-IU, Jorge Del Prado en el PCP-IU, Gastón Acurio en AP, Ramírez del Villar en el PPC-CODE). • Tener respaldo económico que le permitiera una importante y sostenida campaña electoral (Miguel Ángel Mufarech PADIN-IU, Mohme APS-IU, Marisca PPC-CODE, Ernesto Lanatta en el CODE). • Haber figurado entre los parlamentarios más destacados en el último quinquenio con reconocimiento, más allá de sus predios partidarios (Javier Valle Riestra en el APRA, Javier Diez Canseco en el PUM-IU, Enrique Bernales en el PSR-IU, Manuel Danmert en el PCR-IU, Carlos Malpica en el PUM-IU, Ilda Urízar en el APRA, Andrés Townsend en el MBH-APRA).
Algunas de estas características permitieron el ingreso de varios parlamentarios, otros combinaron varias de ellas, pero de una u otra manera necesitaba el reconocimiento ciudadano. Es decir, estas características eran condición necesaria pero no suficiente para salir elegido, como veremos en adelante.
La mayoría de los partidos colocaron a los miembros más prominentes de sus filas para que encabecen las listas parlamentarias o fueron parte del filtro negociador de algún partido al interior de un frente (IU, CODE). Entre los primeros se encuentran los casos de Luis Alberto Sánchez y Luis Negreiros en el APRA o Manuel Ulloa y Francisco Belaúnde en AP. Entre los segundos se encuentran Jorge Del Prado del PCP y César Barrera del UNIR al interior de IU o Andrés Townsend del MBH y Roberto Ramírez del Villar del PPC en el caso del CODE.
En el APRA, Luis Alberto Sánchez ocupó en el escrutinio final el primer lugar con 440,705 votos, doblando a su inmediato seguidor, el ex candidato presidencial Armando Villanueva del Campo que obtiene 193,638. El voto de Sánchez es un voto que combina el voto partidario y el no partidario, por tratarse de una figura que va más allá de las fronteras apristas. La situación no es igual en diputados por Lima donde Luis Negreiros, primero de la lista, logra captar el voto militante sin superar largamente a sus seguidores; el mismo Sánchez, si comparamos su votos de senadores en la misma capital, lo supera en Lima. En AP el voto partidario mantiene a sus cabezas de lista en los primeros puestos: Ulloa y Belaúnde.
La situación difiere en aquellas agrupaciones que son el producto de alianzas partidarias, y por lo tanto las negociaciones responden a la correlación de fuerzas de la agrupaciones integrantes del frente. Por ejemplo, en el CODE, en Lima, Francisco Diez Canseco (MBH) logró la primera ubicación gracias a una campaña independiente y efectista. Es reconocido también por haber sido candidato a la alcaldía de Lima, y por haber incursionado en la dirección de un programa periodístico televisivo. Desplazó largamente a la cabeza de su lista Roberto Ramírez del Villar que, como podrán darse cuenta los propios pepecistas, ve mermada su presencia partidaria, con el tercio de la votación obtenida por Diez Canseco. Por otro lado, su compañero de partido en el MBH, Andrés Townsend, no pudo mantener su buena ubicación dejando su puesto a Felipe Osterling, quien tiene mayor ascendencia en el PPC.
Un caso singular es el de IU. Por su misma calidad de frente, la ubicación de los candidatos es producto de la negociación intra-partidaria que, sin embargo, no fue respetada por el voto preferencial. Es así que a Javier Diez Canseco, el tantas veces discutido dirigente del PUM, no parece hacerle mella las críticas provenientes tanto al interior de IU, particularmente del candidato presidencial Alfonso Barrantes, como desde la derecha política. Por el contrario, sus 193 mil votos que lo llevan de su tercer lugar de ubicación en la lista a un importante primer puesto, significan el principal espaldarazo electoral. Diez Canseco logró un puesto en la Asamblea Constituyente del 78, por poco más de 24 mil votos. El 85 ha visto multiplicado su respaldo ocho veces. Su importante votación lo coloca también en el segundo lugar de los votos preferenciales a nivel nacional de todas las listas, detrás solamente de Luis Alberto Sánchez. Igualmente, logra superar la votación preferencial en Lima de todos los candidatos de las listas IU para diputados. Sin embargo, Javier Diez Canseco sólo congrega un 43% de sus votos en la capital. Contra lo que la mayoría pensaba, por el contrario, la mayoría de ellos los consiguió fuera de Lima. Esta es la combinación de un voto por su calidad de figura pública y el asentamiento nacional de su partido, el PUM. Su propaganda para el voto preferencial fue importante como elemento a favor, pero no es un argumento suficiente para tan importante votación, si tenemos en cuenta que no fue beneficiado por las giras de la plancha presidencial, como si lo fueron Del Prado, Bernales y otros. Habría que recordar, por añadidura, su ya consabida desavenencia con el compañero de viaje de la izquierda: Miguel Angel Mufarech. Ningún candidato izquierdista logró, sin embargo, lo que Hugo Blanco en el 78: 280 mil votos preferenciales, no siendo cabeza de lista.
En el caso de Lima también ocurrió una situación parecida. Agustín Haya de la Torre supera al número uno de la lista. Barrera Bazán. Haya tenía dos cosas a su favor: ser diputado por Lima y candidato a la segunda vicepresidencia.
Las características antes nombradas jugaron un papel importante en la ubicación final de la lista preferencial. En el APRA, por ejemplo, Javier Valle Riestra ascendió al tercer lugar de las preferencias apristas, siendo el número 10. Torres Vallejo, Guillermo Larco Cox y Alfredo Santa María demuestran la fuerza regional del norte que los coloca en mejores lugares que los que fueron inicialmente ubicados. Lo mismo sucede con Lozada Stambury y Ramón Ponce de León. Por el contrario, descienden de puestos privilegiados Ramiro Prialé, Carlos Enrique Melgar, Luis Felipe de las Casas, Debarbieri y Juana Castro, lo que muestra signos de renovación en el APRA, tanto hacia la juventud como hacia los dirigentes regionales.
En Lima, por otro lado, figuras prominentes del APRA como Carlos Roca, Ilda Urizar, Rómulo León, se vieron afectadas por la directiva aprista de marcar preferentemente las tres estrellas. De esta manera dieron paso a figuras no apristas o de militancia reciente como Alfredo Barnechea, Remigio Morales Bermúdez, Aurelio Loret de Mola, del SODE; Cavero Egúsquiza. ¿Quiénes quedaron fuera del parlamento, a pesar de encontrarse en un puesto que le habría permitido salir elegidos? Nicanor Mujica, Enrique Rivero Vélez, Rodríguez Vildósola, Edmundo Haya de la Torre, Rafael Eguren, Rogelio León, Orestes Rodríguez, Javier Pulgar Vidal, Carlos Malpica Rivarola, Gonzalo Durant, en senadores; Raúl Haya, Jesús Guzmán Gallardo, el periodista y ex-constituyente Francisco Chirinos Solo y el conaplanista César Vásquez, en diputados por Lima.
En IU para senadores la situación fue similar. Los independientes cedieron los lugares preferenciales a los miembros de partidos, demostrando de esta manera no sólo que son importantes en el frente sino su columna vertebral. José Montano (PCP), Andrés Luna Vargas (PUM), máximo dirigente de la CCP, Carlos Malpica Silva Santisteban, relegado por sus discrepancias con el alcalde de Lima al puesto 57, también del PUM, y el general Jorge Fernández Maldonado (PSR), lograron un puesto senatorial desplazando a López Más (PCR), Ernesto Naters (PADIN) y los independientes Giesecke, Figallo y Rendón Vásquez. En diputados por Lima, José Carpio Llerena (PADIN) y Diego García Sayán dejaron su lugar al comunista Guillermo Herrera y al unirista Jacinto Irala. En el CODE, como ya se ha dicho, el negocio fue un fracaso para el PPC. En senadores, los viejos socialcristianos Ernesto Alayza Grundy, Mario Polar Ugarteche y Armando Buendía dejaron su lugar a los independientes: el famoso médico Esteban Roca y el empresario Ernesto Lanata, al peculiar Enrique Chirinos Soto y al iqueño José Navarro Grau. En diputados por Lima, los pepecistas Antonio Espinoza y el ex-ministro Iván Rivera fueron desplazados por Javier Bedoya de Vivanco y por el ex-secretario de la Fiscalía de la Nación, Fernando Olivera (curiosamente el ex-fiscal Miguel Cavero Egúsquiza, también salió elegido pero por las listas del APRA).
En AP, que apenas logró dos diputados en Lima y cuatro senadores, la situación es clamorosa. Los ex-presidentes de las cámaras legislativas, Ricardo Monteagudo y Elías Mendoza, dieron paso a sus correligionarios Bertha Arroyo de Alva y a Aureo Zegarra. Creemos que estos ejemplos son suficientes para comprobar que otra hubiera sido la composiciòn del Senado si no se hubiera aplicado el sistema del voto preferencial. En total, gracias a él, 19 candidatos han sido sustituidos por otros, es decir, un tercio de la composición de la cámara alta. En diputados por Lima, diez fueron removidos de sus puestos iniciales; vale decir, una cuarta parte del total.
Con el voto preferencial el electorado hizo prevalecer sus simpatías, reconociendo en muchos otros casos a los partidos, su decisión de colocar en puestos expectantes a otros candidatos, demostrándose así un mayor ejercicio democrático del voto que en el sistema cerrado por lista. Sólo dos correcciones pueden permitir procesos electorales menos confusos: en primer lugar, el voto preferencial debe ser único y no doble como ocurrió este año. Y, en segundo lugar, se debe diseñar el acta electoral de tal manera que se consigue la suma total de los votos preferenciales de todas las listas. Tal vez así tendríamos un mejor sistema, evitando bochornosos incidentes como los que hemos visto en los últimos meses. (Debate No.33, julio 1985)