La desconexión entre educación y empleo: Perú 2013

jovenes capacitLa 19ª Conferencia Internacional de Estadísticos del Trabajo adoptó, en octubre del 2013, una resolución sobre la ocupación y la subutilización de la fuerza de trabajo. Esta resolución precisa que la subutilización de la fuerza de trabajo se refiere a una inadecuación entre la oferta y la demanda y que incluye la subocupación por insuficiencia de tiempo de trabajo (una forma de observar el subempleo), la desocupación y la “fuerza de trabajo potencial” (también llamados “desalentados”), personas no ocupadas que expresan interés en trabajar pero que por alguna circunstancia limitan su búsqueda activa.

Sin embargo, la resolución recuerda que también existen otras dimensiones de subutilización de la fuerza de trabajo, como la ocupación inadecuada en relación con las competencias que tiene la persona, y exhorta a los países a incluir indicadores sobre las situaciones de ocupación inadecuada para un examen más completo sobre el mercado laboral.

Ya en 1995, Francisco Verdera había tocado el tema del “subempleo encubierto” o subutilización de las calificaciones de la mano de obra[1]. Allí se define el subempleo encubierto como la subutilización de las calificaciones alcanzadas por la PEA ocupada cuando se desempeña en un grupo ocupacional con un menor requerimiento de calificación. Según Verdera, existen dos formas de establecer esta inadecuación entre las calificaciones y la ocupación. La primera forma es contrastando la ocupación desempeñada con la ocupación para la que el trabajador se formó. La otra forma es contrastar la ocupación con el nivel educativo alcanzado.

La primera forma de estimación es bastante obvia. Por ejemplo, si una persona estudia en la universidad para ser ingeniero o abogado y luego trabaja como vendedor ambulante o taxista, es evidente que está subutilizando sus calificaciones. Este fue el enfoque que usamos en el estudio que se publicó como “De profesional a taxista: el mercado laboral de técnicos y profesionales en los 90” (Rodríguez Cuba, Javier. Lima, ADEC-ATC 1995).

Desde esta perspectiva, la subutilización puede ser bastante grande. Utilizando los datos de la ENAHO del 2013, elaborada por el INEI, se observa que, entre la PEA ocupada del Perú, poco más de dos millones y medio de personas han alcanzado el nivel de educación superior universitaria (completa o incompleta). Por otro lado, existen casi un millón 300 mil personas ocupadas como profesionales o gerentes (los dos grupos ocupacionales que consideramos “adecuados” al nivel de educación superior universitaria). En la intersección de estos dos conjuntos hay poco más de un millón de personas. Esto significa que el millón y medio restante que estudió en la universidad, el 59% de los que pasaron por ella, estarían subutilizando sus calificaciones.

Pero esta primera forma de medir la desconexión o desajuste entre educación y empleo puede ser demasiado rígida. Existen, por ejemplo, muchos egresados de la universidad que no aparecen ocupados como profesionales o gerentes de empresa, sino como jefes de oficina o comerciantes (no ambulantes) que podrían estar utilizando las competencias adquiridas en su formación universitaria.

La segunda forma de estimación se aproxima mejor a la realidad. Para explorar la subutilización de las calificaciones en el caso de las personas que alcanzaron educación superior (universitaria y no universitaria), se cruzaron las variables “grupo ocupacional” y “nivel educativo”, distinguiendo si el nivel es completo o incompleto.

Pero además, siguiendo la metodología propuesta por Verdera, se distinguieron seis grupos ocupacionales que llamaremos de “calificación media”: técnicos de nivel medio, fuerzas armadas y policiales, jefes y empleados de oficina, trabajadores calificados de los servicios personales, comerciantes (no ambulantes) y agricultores y ganaderos calificados.

De este modo, se puede distribuir a la población en tres tipos de ocupaciones: “de mayor calificación” (profesionales, miembros del Poder Ejecutivo y Legislativo, directores y gerentes de empresas), de “calificación media” y de “calificación básica” (obreros no calificados, peones de construcción, trabajadoras del hogar, etc.).

Esto sirve para discernir también dos tipos de inadecuación: la inadecuación es leve, por ejemplo, cuando un egresado de la universidad trabaja como técnico y es grave cuando trabaja como vendedor ambulante.

La “sobreutilización” de calificaciones, es decir, cuando las personas se desempeñan en ocupaciones para las cuales no tienen la educación adecuada, también es una forma de inadecuación leve, según propone Verdera. Puede ser el caso, por ejemplo, de una persona que no alcanzó a terminar la universidad pero ejerce una ocupación de profesional.

En el cuadro adjunto se muestran las variables “grupo ocupacional” y “nivel educativo” y, siguiendo la propuesta de Verdera, en color amarillo se indica cuando existe ajuste entre nivel educativo y ocupación, en celeste los casos en que hay inadecuación leve y en rojo cuando la inadecuación es grave.

20140807-cuadro_adecuacion_07ago.jpg Con estos criterios, se puede observar que entre la población peruana que completó sus estudios universitarios, el 33% tiene una inadecuación leve (trabajan en estas ocupaciones de “calificación media”) y sólo el 7,5% una ocupación con una grave subutilización de sus calificaciones. En total, 4 de cada 10 personas que culminaron la universidad tienen alguna forma de inadecuación en su trabajo.

En el caso de los que no completaron sus estudios universitarios, la inadecuación leve afecta apenas al 6,3%, pero la inadecuación grave alcanza al 31,8%. Los que no completan el nivel educativo están más expuestos al desajuste entre educación y empleo.

En conjunto, el 16,2% de los que alcanzaron nivel de educación superior universitario (sea completo o incompleto) tienen una inadecuación grave pues laboran en ocupaciones que solo requieren calificación básica.

Esta desconexión entre nivel educativo y empleo también ocurre en el caso de los que recibieron educación superior no universitaria. En este caso, con la primera metodología se tiene que en el año 2013 existían casi 2 millones 300 mil personas con educación superior no universitaria. Si le restamos el 6% que estimamos han estudiado formación magisterial o artística[2], quedan aproximadamente más de 2 millones 160 mil personas que estudiaron educación superior tecnológica. Sin embargo, sólo poco más de un millón trabajan como “técnicos de nivel medio” (ese es el nombre del grupo ocupacional) y, de ellos, menos de medio millón han estudiado para eso, de lo que resultaría que el 77,3% de la PEA que tuvo educación superior tecnológica no se ocupa como técnicos. Nuevamente, desde esta perspectiva tendríamos un alto desajuste.

Sin embargo, existen casos como, por ejemplo, el de algunos egresados de un prestigioso Instituto Superior Tecnológico de Lima, que no aparecerían ocupados como “técnicos” sino como “comerciantes”, debido a que su trabajo es ofrecer equipos de alta tecnología a empresas mineras e industriales. Sin embargo, los jóvenes en esa actividad hacen uso de las calificaciones que recibieron. Es por esto que conviene usar la segunda forma de estimación.

Con la segunda metodología se observa que la población que labora en ocupaciones de “calificación media” ascendía en el año 2013 a más de 6 millones y medio de personas, coincidiendo un poco mejor con el grupo con educación superior no universitaria[3] (más de un millón 300 mil trabajadores se ubican en la intersección de los dos conjuntos) y reduciéndose así a 33,6% la proporción de personas que, habiendo alcanzado el nivel de educación superior no universitaria (completo o incompleto), desempeñan ocupaciones de “calificación básica” (ver gráfico).

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Más precisamente, entre los que completaron la educación superior no universitaria[4], el 10,6% tiene una inadecuación leve mientras que el 26,6% tiene una inadecuación grave. En total, 37,2% de los que terminaron una carrera superior no universitaria tienen alguna forma de inadecuación.

Entre los que no completaron la educación superior no universitaria, la inadecuación leve sólo afecta al 1,4% de los casos, pero la inadecuación grave asciende a 47,4%.

De lo expuesto se puede concluir que actualmente la población ocupada que terminó sus estudios en la universidad no tiene una desconexión importante con su mercado laboral. Aunque 4 de cada 10 personas que culminaron la universidad tienen alguna forma de inadecuación en su trabajo, sólo el 7,5% presenta una grave subutilización de sus calificaciones.

Pero la situación no es la misma entre los que culminaron la educación superior no universitaria pues, en este caso, más de la cuarta parte de ellos tiene una inadecuación grave, es decir, están formalmente subutilizando sus calificaciones.

Sin embargo, y paradójicamente, la población en ocupaciones de “calificación media” es bastante mayor (más de 6 millones y medio) que la población con educación superior no universitaria, lo que refleja que el mercado laboral actual está demandando más trabajadores técnicos o de calificación media que los que estudian para esto.


[1] Verdera, Francisco. Propuesta de redefinición de la medición del subempleo y el desempleo y de nuevos indicadores sobre la situación ocupacional en Lima. Lima, OIT, documento de trabajo # 22, 1995.

[2] La Educación Superior no Universitaria en el Perú puede ser tecnológica, magisterial o artística. En los últimos años, la población con estudios de formación magisterial y artística han representado entre el 4 y 6% de todos los que tuvieron educación superior no universitaria.

[3] Aquí no nos referimos únicamente a los que estudiaron educación superior tecnológica sino a toda la población con Educación superior no universitaria

[4] Según la ENAHO del 2013, una de cada tres personas con nivel de educación superior no universitaria no completó su educación.

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Acerca del autor

Javier Rodríguez Cuba

"Educación y Empleabilidad" nació con una investigación que hicimos en CISEPA sobre empleabilidad de los jóvenes pero ahora me permite mostrar algunos datos y avances de nuevos estudios.

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