CAMBIOS EN LEY FORESTAL

Mi blog entró en un prolongado silencio muy a mi pesar, porque mi salud se resquebrajó. Pero hay tantos temas en el plano nacional e internacional sobre los cuales creo que debo opinar que en este punto retomo mis comentarios pronunciándome sobre las modificaciones a la ley forestal aprobadas entre gallos y media noche por un Congreso que carece de total legitimidad.

En 2012 se aprobó la ley forestal N° 29763. Su elaboración demandó un importante tiempo pues se efectuaron procesos de consulta a las partes interesadas, en especial, de las comunidades amazónicas. La amplitud de la consulta se debió a la necesidad de cumplir con el art. 6 del Convenio 169 de la OIT, suscrito por el Estado peruano en la década del 90. El mismo procedimiento se siguió en la elaboración de los cuatro reglamentos de la Ley. Pero además de la necesidad de cumplir con un compromiso internacional, el cuidado puesto en esta ley y su reglamentación trataba de curar las heridas ocasionadas por el dramático desenlace que ocasionó una apresurada ley forestal, aprobada por decreto de urgencia, alegando plazos perentorios para la suscripción del Acuerdo de Promoción Comercial (APC) Perú-EEUU, Pronto se comprobaría que no era sino un mal pretexto. Pero antes de que eso pudiera ser admitido, se produjo el “baguazo”, el 2009, en el cual 33 peruanos perdieron la vida.

La misma ley forestal ha sido modificada por insistencia, por el actual Congreso en una sesión apurada, en diciembre del 2023, sin que por supuesto hubiera consulta previa con las partes interesadas y aún cuando el Ejecutivo había planteado reparos a las modificaciones. Es más, después de la votación dos congresistas solicitaron una reconsideración y sin tramitarse, el presidente y vicepresidente del Congreso firmaron y mandaron publicar la norma en el diario oficial. En este caso el apuro se sostenía, obedecía a la entrada en vigencia de una norma de la Unión Europea en el sentido de que solo admitirían importaciones agropecuarias libres de deforestación lo que es consistente con la necesidad que tiene el mundo de frenar la deforestación de los bosques y en especial de la Amazonía, que alberga carbono equivalente a unos 20 años de emisiones mundiales.

Así desde el punto de vista de la forma, los cambios en la ley son ilegítimos y contravienen la resolución de la Primera Sala Constitucional de la Corte Superior de Justicia de Lima referida a la consulta previa en este tipo de normas.

Pero en el fondo, la justificación para los cambios en la ley forestal obedecería a la necesidad de proteger a los productores agropecuarios asentados en la Amazonía por años, y que cultivan en áreas que antes fueron parte del bosque. Se trata esencialmente de productores de café y cacao la mayoría de los cuales se instalaron en lo que se conoce como la selva alta. Son productores arraigados como que sus cultivos son permanentes, café y cacao. En efecto, la mayoría de ellos no tienen títulos habilitantes que justifiquen el actual uso del suelo, y esto es responsabilidad de la ley y del Estado al no haber conseguido hasta el presente, regularizar su situación. Todos estos productores operan en terrenos que fueron deforestados antes del 2020 que es la fecha de corte para la Unión Europea.

¿Por qué sería tan difícil en las actuales condiciones con los mapas satelitales, establecer cuáles son las áreas que fueron deforestadas hace muchos años y cuál debe ser el límite? Es claro que el aspecto decisivo no es la capacidad de uso de la tierra. Lo que debemos preservar es la selva baja donde el bosque se hace más denso e impacta en la regulación climática mundial. ¿Por qué abrir una ventana de oportunidades para que depredadores del bosque se aprovechen?

11 DE SETIEMBRE DE 1973

El martes 11 de setiembre de 1973, hace 50 años, vivía en casa de mis padres. Muy temprano, mi padre, mientras se preparaba para ir al trabajo, me contó con pesar, que estaba en curso un golpe de estado militar en Chile. Consternado, aunque sabía que eso podía ocurrir en cualquier momento, me apresuré para llegar temprano a la Universidad de San Marcos donde estudiaba Economía. Cuando llegué el ambiente estaba movido, circulaban todo tipo de noticias; entre ellas, una que afirmaba que una parte del Ejército mapocho defendía al gobierno constitucional de Salvador Allende. No tardó en formarse un nutrido grupo de estudiantes que decidimos salir a manifestarnos, en respaldo del proyecto socialista democrático del vecino del sur. Marchamos por la avenida Venezuela hasta la altura de la antigua planta de Moraveco, que al cerrar había alojado al ciclo básico de la Universidad. Allí nos atajó la Guardia de Asalto que con desproporcionada violencia nos dispersó. Esta marcha se repitió en los días siguientes, llegando hasta el centro de Lima; no recuerdo si el miércoles o jueves por la noche, la guardia de asalto nos persiguió por las inmediaciones de la Av. Abancay. Un grupo de estudiantes pudimos evadir la captura -así como protegernos de los efectos de los gases lacrimógenos- cuando una familia anónima, nos abrió las puertas de su departamento, en uno de los pequeños y antiguos edificios existentes en lo que hoy es la zona comercial de Mesa Redonda. Pese a la fuerte represión del jueves, al día siguiente por la noche no menos de cien mil personas ocupamos de canto a canto, la Av. Abancay, en repudio al golpe. Esa noche la policía no intervino, lo que fue una clara señal de que el gobierno de Velasco no quería aparecer apañando a la dictadura de Pinochet. Fue una manifestación emotiva pero también tardía cuando los hechos ya se habían consumado y nuestros hermanos chilenos eran objeto de una cruel represión.

Al igual que muchas personas que se solidarizaban con los y las chilenas que huían de la represión fascista, en los meses siguientes, mi familia -con el apoyo sin ambages- de mis padres, dio alojamiento temporal a refugiados chilenos que llegaron a Lima. Familias completas que huían de la persecución de Pinochet y contaban historias inverosímiles. Una de ellas fue la del Estadio de Santiago, convertido en un campo de concentración y muerte, al estilo nazi, donde fue torturado y fusilado el trovador Víctor Jara. Ayudamos a muchos de estos refugiados a seguir camino a otros países. Una pareja de chilenos que fueron ayudados por mi hermano, nos recibiría años después en Londres a mi esposa Elena y a mí, con una hospitalidad y cordialidad que nunca podremos agradecer totalmente.

En la Facultad de Economía de San Marcos se acogió a algunos catedráticos refugiados, los que, por su calidad académica eran un lujo y fueron un aporte al nivel de enseñanza de la facultad. Lamentablemente, su situación no se estabilizó y, sospecho que cierto celo profesional y político de algunos docentes de planta de la facultad, no facilitó su establecimiento definitivo, por lo que ese influjo de conocimientos y ciencia se perdió para perjuicio de los estudiantes sanmarquinos.

El golpe del 11 de setiembre de 1973 me marcó como pocos acontecimientos en mi vida. En aquel tiempo era un radical y pensaba que Salvador Allende era un reformista iluso. Con su actitud en el momento de la verdad, me di cuenta de cuán superficial podía ser en mi análisis. Allende nos legó una gran lección para todos los que aspiramos a la justicia social. Que valía la pena intentar un camino democrático a un socialismo moderno, tolerante, en un país que tenía una historia de respeto a la institucionalidad. Lo que probó su sacrificio es que la intolerancia y la violencia como forma de imponer un orden social que los beneficie, es una marca del pensamiento más conservador. Y este funciona con el dinero, el soborno como el que se hizo a los dirigentes de los camioneros que paralizaron el país, la extorsión y el miedo infundado. La conspiración militar de cuadros que habían sido adoctrinados y entrenados por los servicios secretos norteamericanos, que entendieron que en Chile se jugaba un episodio de la Guerra Fría, fue el instrumento de la felonía dentro del Estado chileno. Lo peor del militarismo chileno del cual los peruanos tenemos una triste recordación, tiene en su pasivo las masacres de Lo Cañas en la guerra civil de 1891, de los mineros del salitre en la Escuela de Santa María de Iquique (recogido en la Cantata de Quillapayun), el bombardeo del Palacio de La Moneda y la muerte y desaparición de miles de chilenos de izquierda o progresistas entre 1973 y 1989. Y quien dirigía esto no solo era el asesino Augusto Pinochet sino, como se comprobaría más adelante, el ladrón Augusto Pinochet (1.6 millones de dólares del caso Riggs). Esa es la calaña de los asesinos de Salvador Allende. Que no se nos olvide.

MI HERMANO RAÚL

Raúl Alfredo Wiener Fresco nació en una quinta en la Av. Huiracocha en Jesús María, el 7 de noviembre de 1949. Esa no es una fecha cualquiera. Era el 32 aniversario de la revolución bolchevique en Rusia y el 70 aniversario del nacimiento de Lev Davidovich Bronstein, más conocido como León Trotski, quien con Lenin condujeron esa revolución.

La Historia registra dos grandes revoluciones, la francesa que enarboló los derechos humanos y la democracia como forma de gobierno y la bolchevique rusa cuyo impacto más importante no fue establecer un régimen socialista fallido, sino culminar la democratización de las sociedades contemporáneas y poner en el centro la reivindicación social por la igualdad.

Ambas revoluciones concluyeron en el autoritarismo y terror. Ambas fueron socialmente muy costosas, pero también fueron decisivas para conformar el mundo actual con sus claroscuros.

Raúl falleció el 5 de setiembre del 2015. Ese mismo día, Elena y yo cumplíamos 35 años de feliz matrimonio. Desde entonces no podemos disociar estos dos recuerdos tan contradictorios entre sí.

Al momento de su fallecimiento, Raúl era un referente político, en los medios de prensa y en el pensamiento progresista para todo el país. Mucha gente debe recordar lo que significó Raúl. Cuánta falta nos hace en estos tiempos aciagos y de tinieblas.

Hugo Wiener

Recuerdos

(publicado el 5 de setiembre 2015 en Diario Uno).

Conocí a Raúl cuando comencé a identificar a mi entorno inmediato. Más exactamente, él me conoció primero pues aunque algunos lo duden, él era mi mayor. Y me cuentan que cuando me vio se echó a reír y me apodó big pelon pues tenía un temprano sello de calvicie. En estos días tristes varios amigos me han recordado la fácil sonrisa y el humor de Raúl que afloraba incluso en los momentos más tensos en las interminables jornadas de discusión política. En este detalle en particular, mi hermano Raúl se parecía mucho en su jovialidad a mi padre en tanto que a mí me caracterizaba un carácter más bien seco y reservado como el de mi madre. Raúl contaba que yo era un gruñón, picón en el juego y que podía patear el tablero. Y con seguridad me ha costado contener mis impulsos y reacciones y siempre admiré el dominio de sí mismo de Raúl.

Hemos hecho muchas cosas juntas. Desde niños y aún con la diferencia de edad, Raúl me lleva cuatro años, jugábamos en casa a armar escenarios de guerra complejos con pequeños soldaditos, no de plomo sino de plástico. Tratábamos de representar la segunda guerra mundial pues estábamos muy influidos por los relatos de mi padre. Entender esta cruel guerra nos introdujo a la grave crisis mundial y la era de las revoluciones que marcaron el siglo XX. Cuando Raúl se hizo mayor y la adolescencia lo condujo a las fiestas tuve que sustituirlo en el papel de demiurgo de estas representaciones en algunas pocas oportunidades con mi hermano menor Christian.

Ingresé al mismo colegio, el San Andrés y hasta heredé la chapa de mi hermano a quien conocían como pato por su andar. Yo pasé a llamarme patito aunque nunca me reconocí por esa característica. Por años fuimos juntos y volvimos del colegio cuando los horarios eran partidos y siempre fue oportunidad para la confidencia que nunca tuve con mis padres.

De Raúl aprendí a apreciar el rock y en especial a admirar a los Beatles. La literatura que leía Raúl me la pasaba de modo que gran parte de nuestra formación en letras siguió el mismo derrotero. Cuando Raúl entró a la Universidad lo ganó rápidamente la idea de la revolución, el socialismo y luego el marxismo. Discutía en la mesa con mi padre escéptico, y con razón, por el socialismo real;  yo lo defendía con aún pobres argumentos. Ya era un consumado izquierdista cuando salí del colegio y en mis primeros años de universidad.

Militamos juntos en mil sueños por largos años. Estuvimos presos en una misma celda cuando el gobierno de Velasco perdió el rumbo después de la huelga policial en 1975. Hicimos periodismo al mismo tiempo, él en El Observador y yo en El Diario Marka donde también participó Christian. En la segunda parte de los ochenta nos aproximamos al movimiento campesino tomando alguna distancia de lo que había sido nuestra inicial afinidad con el obrerismo.

En los 90, después del desastre de Izquierda Unida y el golpe de Fujimori, me desencanté y tomé distancias, pero Raúl continuó adelante sin desfallecer. Luego de la muerte de Carlos Malpica se convirtió en la voz más autorizada en el esclarecimiento y la denuncia, y construyó esa enorme autoridad que todos le reconocen, en el periodismo de investigación y la opinión valiente. Todo ese tiempo he tenido el privilegio de compartir con él largas conversaciones para aproximarnos a entender el acontecer político y los desafíos.

Desde que se inició su segundo episodio de cáncer en el año 2012, asistimos a un descomunal esfuerzo de su parte por continuar en la brega aún cuando se debilitaba día a día. En ese período muchísimas personas le expresaron de mil modos, su cariño y reconocimiento por lo que estoy seguro que al momento en que finalmente esa terrible enfermedad lo venció, sabía que había trascendido su vida material para dejarnos un legado de grandeza.

Hermano mío, te despido una vez más, agradecido como miles de personas que te admiran.

RAÚL Y LOS SOLDADITOS

El martes 5 de setiembre se cumplen ocho años de la partida de mi querido hermano Raúl. Lo recuerdo con esta breve memoria de nuestra infancia común.

Desde temprana edad disfruté mucho jugando con pequeñas figuras de plástico que representaban a soldados de diferentes ejércitos de la Segunda Guerra Mundial. Además de los soldados armados de fusiles y ametralladoras, disponía de cañones, jeeps, camiones, tanques, aviones de guerra, cazas y bombarderos. Los fines de semana arrancaba estableciendo las posiciones de los ejércitos rivales. Inicialmente consideraba a los alemanes como la fuerza bélica por excelencia, pero pronto a través de lecturas dispersas, llegué a la conclusión de que eran los nazis malos, por sus despiadados tratos a las poblaciones vencidas y ocupadas, y muy especialmente a grupos minoritarios como los judíos. La serie de TV Holocausto transmitida en 1978, me permitió entender tempranamente esta tragedia.

Después de horas de emplazar a los ejércitos se iniciaba la batalla decisiva. El tiempo para ordenar a todos los efectivos me tomaba entre 4 a 5 horas y la batalla propiamente dicha, apenas una hora. Luego venía el penoso trabajo de ordenar y recoger a todos los combatientes hasta el siguiente enfrentamiento.

Año a año, mis padres alimentaban estos ejércitos. En mi cumpleaños y en las fiestas navideñas recibía más refuerzos, hasta que los efectivos y sus máquinas de guerras superaban largamente los 500. A muchos de los soldados, quienes eran los principales protagonistas por sus posturas, les ponía nombres de conocidos actores del cine y de la TV. Ellos eran los que conducían las acciones de guerra y los responsables de los resultados de las batallas.

Mi hermano mayor, Raúl, tenía una fascinación por mi empeño en reproducir una y otra vez el mismo juego. En algunas oportunidades y, a pesar de que me llevaba cuatro años de edad, se sumaba al esfuerzo de preparar el campo de batalla y ocasionalmente participaba de los combates. El mismo me sugirió algunos nombres para nuestros héroes. En otros momentos compartíamos algunas películas y series de acción en la TV, como Combate.

En una oportunidad Raúl me dijo que tenía una sorpresa para mí. Iríamos a visitar a un compañero suyo de estudios del Colegio San Andrés, cuyo apellido era Pereyra. No sabía nada de él y mientras nos desplazábamos a su casa en Barrios Altos, una construcción antigua de techos muy altos y con muchos muebles y enchapes de madera, me fue explicando que el padre del tal Pereyra era un oficial retirado del ejército que tenía una formidable colección de figuras de plástico en sus vitrinas, armamento, soldados uniformados tanto con los estilos de la segunda guerra mundial, como de etapas anteriores, correspondientes a los ejércitos napoleónicos y a los ejércitos español y peruanos en la guerra de la independencia. Pero eso no era todo lo que tenía el tal Pereyra. Además, disponía de un cuarto donde había una gran mesa con un tren eléctrico que unía a dos ciudades de estilo suizo.

Cuando pude ver toda esa formidable colección quedé deslumbrado. No me esperaba algo así. Sentí que mi colección, siendo importante, era aún modesta y seguí adelante acumulando más efectivos. Descubrí una tienda en una galería en la Av. Emancipación donde vendían más soldados y más armamento. En esa misma tienda se vendían aviones de plástico para armar. Mientras más ampliaba mi colección empleando a fondo las propinas que me daban mis padres, mayor interés tenía por entender el significado de esa conflagración. Desde entonces no paré en estudiar cuanto libro y fascículo se publicaba sobre esta guerra.

En las navidades de 1967 y 1968, me empleé como ayudante en la tienda de juguetes Oeschle. Era una excelente oportunidad para estar próximo a los trenes eléctricos y a las ciudades en maquetas que se construían en torno a su recorrido, con ese aire europeo; suizo o alemán.

El interés por la literatura de guerra fue largamente compartido con mi hermano Raúl y con mi propio padre que había seguido con estupor su desarrollo. Mi padre nos contaba que la información se obtenía del diario El Comercio por las tardes y de la radio. Allí se informaba regularmente sobre los hitos más importantes de la guerra. Con el paso de los años, la fijación en la Segunda Guerra Mundial fue ampliándose para incorporar otros conflictos que, vistos en conjunto, describían la terrorífica situación de los primeros decenios del siglo XX. Consideremos la Primera Gran Guerra Mundial, la guerra de las trincheras, la revolución bolchevique y las guerras civiles en la Unión Soviética y posteriormente en España, para concluir con la Segunda Guerra Mundial impulsada por los nazis.

Conforme me hice mayor, y estoy hablando de la adolescencia, 14 años o más, mi querida colección se fue dispersando. Mi hermano menor Christian no se interesó en seguir mis afanes y los soldaditos pasaron a la condición de “cachivaches” o terminaron en manos de algunos sobrinos. Cuando iba a la universidad reemplacé esos ejércitos por mis lecturas de la historia hasta acumular un número significativo de obras que describen los acontecimientos de las guerras descritas. Me puedo preciar hoy de mantener una colección muy amplia y diversa de libros sobre ese crucial período. Esos libros los compartí, en muchas oportunidades, con mi hermano Raúl.

 

MICRO DEFORESTACIÓN

En mayo 2021, el Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego (MIDAGRI)[1], publicó el Atlas de la Superficie Agrícola del Perú. Esta importante publicación es parte del “Proyecto Mejoramiento del Sistema de Información Estadística Agraria y del Servicio de Información Agraria para el Desarrollo Rural del Perú” (PIADER). El MIDAGRI con apoyo del INEI, ha efectuado encuestas nacionales agropecuarias (ENA) anuales desde el 2014 y viene ejecutando una encuesta en el presente año. Uno de los propósitos del PIADER era la construcción de un nuevo marco muestral, elaborado con base a mapas de cobertura, mapas de uso de la tierra en base a imágenes digitales RapidEye (2012), y actualización de imágenes satelitales Sentinel-2 al 2018, lo que permitió ajustar la superficie agrícola nacional.

Un resultado llamativo del Atlas, es que la superficie agrícola nacional que había sido establecida para el Censo Nacional Agropecuario (CENAGRO) 2012, en 7.1 millones de hectáreas, pasaba a representar 11.6 millones, 4 millones más de hectáreas, un aumento de la superficie agrícola de 63.5 por ciento. Ver tabla a continuación con el detalle por departamento:

Departamento

Área agrícola 2018 (ha) Área territorial (ha) CENAGRO 2012

Var%

Amazonas

520,995.40

3,933,442.10 252,810.40

106.08

Ancash

498,616.90

3,593,397.10 439,459.80

13.46

Apurímac

322,731.80

2,111,415.40 272,386.60

18.48

Arequipa

167,690.50

6,321,993.80 148,032.60

13.28

Ayacucho

466,107.80

4,350,857.70 231,623.30

101.24

Cajamrca

1,233,967.40

3,285,919.30 522,665.20

136.09

Callao

70.9

14,041.50 46.00

54.13

Cusco

351,388.30

7,200,782.60 407,924.90

-13.86

Huancavelica

292,244.70

2,206,197.20 211,398.00

38.24

Huánuco

860,631.10

3,751,640.70 536,497.90

60.42

Ica

167,178.90

2,108,076.70 253,820.60

-34.14

Junín

575,062.40

4,412,358.80 465,880.40

23.44

La Libertad

623,194.80

2,524,943.50 528,763.80

17.86

Lambayeque

330,294.40

1,449,346.20 254,458.40

29.80

Lima

262,930.70

3,501,324.80 499,865.30

-47.40

Loreto

684,124.00

37,491,135.00 247,551.70

176.36

Madre de Dios

193,494.70

8,462,780.30 68,900.80

180.83

Moquegua

26,705.90

1,574,546.80 34,834.80

-23.34

Pasco

255,506.40

2,387,945.30 177,098.80

44.27

Piura

725,390.60

3,553,282.60 386,777.40

87.55

Puno

982,833.40

6,741,497.90 405,725.60

142.24

San Martín

1,323,243.10

5,101,411.70 497,769.50

165.83

Tacna

75,722.00

1,599,067.60 72,295.90

4.74

Tumbes

32,040.70

464,667.30 21,024.90

52.39

UcayaliI

677,549.20

10,513,113.10 187,395.30

261.56

Total Nacional

11,649,716.10

128,655,185.00 7,125,007.70

63.50

Si se ordena a los departamentos comenzando por los que aumentaron más su superficie, y se toma a los diez primeros, el aumento de la superficie es 3.3 millones de hectáreas para ese grupo. Estos diez departamentos representan el 83.4 por ciento del aumento de superficie agrícola del total nacional. Ver tabla a continuación:

Departamento Área agrícola 2018 (ha) Área territorial (ha) CENAGRO 2012 Var%
UcayaliI

677,549.20

10,513,113.10 187,395.30

261.56

Madre de Dios

193,494.70

8,462,780.30 68,900.80

180.83

Loreto

684,124.00

37,491,135.00 247,551.70

176.36

San Martín

1,323,243.10

5,101,411.70 497,769.50

165.83

Puno

982,833.40

6,741,497.90 405,725.60

142.24

Cajamarca

1,233,967.40

3,285,919.30 522,665.20

136.09

Amazonas

520,995.40

3,933,442.10 252,810.40

106.08

Ayacucho

466,107.80

4,350,857.70 231,623.30

101.24

Piura

725,390.60

3,553,282.60 386,777.40

87.55

Huánuco

860,631.10

3,751,640.70 536,497.90

60.42

Subtotal

7,668,336.70

87,185,080.40 3,337,717.10

129.75

El departamento con mayor crecimiento de su superficie es Ucayali seguido por los otros departamentos que tienen mayor superficie en el llano amazónico (Madre de Dios, Loreto y San Martín).  Debe deducirse que la mayor parte de este crecimiento explosivo es por el desbosque. Podemos llamarlo la micro deforestación efectuada fundamentalmente por la pequeña agricultura migratoria de roza y quema. Parte de estas áreas son dedicadas al cultivo de la coca, pero mucho más importante es la producción de subsistencia utilizando como capital la propia naturaleza.

[1] Dirección General de Estadísticas, Evaluación y Seguimiento de Políticas.

¿ES POSIBLE LA AUTOREGULACIÓN?

Sería una maravilla si las entidades privadas atendieran, con prontitud y justicia, los reclamos de sus clientes, usuarios y socios; generando ellos mismos, jurisprudencia en torno a reclamos bien intencionados, diferenciados de comportamientos oportunistas. De eso se trata cuando se habla de autoregulación. Cuando esto ocurre, menos regulación e intervención del Estado es necesaria.

Puedo contar dos experiencias sobre autoregulación con resultados diametralmente opuestos. La primera fue con la Defensoría del Cliente Financiero (DCF), organismo de la Asociación de Bancos (ASBANC). Los hechos fueron los siguientes. Tenía una tarjeta de crédito Visa emitida por el Citibank Perú. El negocio de banca personal del Citibank fue vendido por esta entidad al Scotiabank. Seguí usando mi tarjeta del Citibank hasta que, en una oportunidad, un funcionario del Scotiabank me ofreció una tarjeta superior emitida por el Scotiabank, también Visa, que reemplazaría a la del Citibank. Me pareció atractiva la oferta, y acepté.

Me di cuenta de que el Scotiabank no había cancelado la otra tarjeta cuando pretendió cobrarme una serie de conceptos. Entonces, dirigí una carta formal al Scotiabank quejándome por este error; sin obtener respuesta. No solo eso, sino que Scotiabank me reportó como moroso ante las centrales de riesgo. Una segunda carta tampoco fue respondida. Scotiabank no solo había adoptado una decisión unilateral en perjuicio de un nuevo cliente, sino que, además, no se sentía obligado a responder mis cartas ni a darme una explicación.

Es entonces que decidí como primera instancia, quejarme ante la DCF quienes no tardaron en darme la razón, obligando a Scotiabank a cancelar ambas tarjetas a mi solicitud; extornar todos los pagos que pretendía; reportar mi situación a las centrales de riesgo y, escribirme una carta disculpándose por el “error administrativo”. Con eso concluyó mi relación comercial con Scotiabank.

La segunda experiencia refiere a la Defensoría del Asegurado (DEFASEG), que agrupa a las compañías de seguros privadas que están agrupadas en la APESEG. En este caso mi reclamo era con relación a un seguro oncológico contratado con la Compañía de Seguros El Pacífico S.A. desde el año 2000.

En agosto del 2022, se me detectó la presencia de leucemia, específicamente de Leucemia Aguda de Fenotipo Mixto. Entre agosto 2022 y marzo 2023, he ingresado reiteradas veces a la Clínica San Pablo para ser sometido a tratamientos severos con quimioterapias. Como lo establece la póliza, todos esos gastos los debe cubrir el seguro al 100%. Debo aclarar que este seguro que comparto con mi esposa y mis dos hijos, tiene una prima bastante elevada que se paga todos los meses. En todos estos internamientos la Compañía cumplió con atender los gastos.

Me hicieron un trasplante de médula ósea a través de EsSalud, en el hospital Edgardo Rebagliati, en abril de 2023. En mayo debí internarme nuevamente al presentar un severo cuadro de deshidratación y con la presión muy baja. Para mi sorpresa, la Compañía El Pacífico alegó que yo había sido internado por presentar una infección estomacal que ningún reporte médico estableció como diagnóstico.

Frente a mi reclamo ante la Compañía El Pacífico, esta ofreció una solución que solo puede ser calificada de insólita: como yo estaba asegurado igualmente por la EPS El Pacífico que es del mismo grupo económico -con el mayor propietario Credicorp- decidió que la EPS pagara el 75% del costo de mi internamiento y tratamiento, debiendo yo pagar el 25% restante. Lo insólito de esta solución es que entre las clínicas en que yo puedo atenderme con la cobertura de la EPS El Pacífico, no se incluía a la Clínica San Pablo. Es decir, la Compañía El Pacífico estaba obligando a una EPS del grupo a malversar sus recursos, para atender a un asegurado, más allá de la cobertura establecida por la póliza.

Pero de aceptar yo esta solución, no solo estaría pagando una franquicia considerable que no me correspondía, sino que -al mismo tiempo- estaría admitiendo que no estaba siendo tratado por el tema oncológico, creando un precedente para posteriores tratamientos de la misma enfermedad oncológica, los que no han concluido.

Como no había manera de entenderse con la compañía, presenté mi reclamo a la Defensoría del Asegurado (DEFASEG) confiando en que lo atendería con prontitud y llamaría al orden a la Compañía de Seguros El Pacífico. Todo, sin embargo, fue mal. Presenté mi reclamo un lunes. A la semana siguiente pedí información sobre su decisión. Me indicaron que ellos se tomaban hasta 30 días para decidir. Dos semanas después, sin recibir respuesta, volví a dirigirme por correo electrónico a la DEFASEG y la Secretaria Técnica me indicó que en la segunda semana ellos me habían pedido información complementaria. Alegué que no había recibido ninguna comunicación y le pedí que la reenviaran para poder absolverla.

No me compartieron la supuesta comunicación y lo que me solicitaron fue que enviara copia de la respuesta que había recibido de la Compañía. Envié la comunicación de la Compañía donde se señala que tuve una afección estomacal que había sido atendida por la EPS El Pacífico. La Secretaria General de DEFASEG, una señora de nombre Alicia Martín López, especialmente desatenta e incapaz de leer, entender y, menos aún, discernir, me respondió en menos de media hora que mi reclamo no procedía porque ellos representaban a las compañías de Seguros y no a las EPS. Cómo si yo estuviera reclama a la EPS El Pacífico, con la cual no tengo ningún tema en controversia. Con esta acción, la señora dejó en evidencia que la decisión fue tomada por ella y ante ella; que no consultó con ninguna instancia; que no realizó ninguna averiguación; que no se dio cuenta de la falsedad del supuesto diagnóstico; en fin, que la institución a la que ella representa, la Defensoría del Asegurado, es solo defensora de los intereses de las aseguradoras.

Me he visto obligado a seguir mi reclamación esta vez ante la regulación del Estado, SuSalud de la Superintendencia Nacional de Salud (SNS), e INDECOPI (Instituto Nacional de Defensa de la Competencia y de la Protección de la Propiedad Intelectual).

PACHAMAMA RAYMI

En 1986 me encargaron dirigir el Proyecto Integral Canas (PIC), un proyecto de inversión en desarrollo de cuatro comunidades de la provincia alta del Cusco, Canas. La entidad responsable era el Instituto de Apoyo Agrario (IAA) que hasta entonces había sido una ONG de promoción de la organización y el liderazgo campesino a través del apoyo a comunidades campesinas, sus federaciones, programas radiales y escuelas campesinas.

El concepto del proyecto era muy convencional. Comprendía algunas obras de saneamiento, asistencia técnica y el plato de fondo, obras de mejoramiento de riego. Una de las cosas que aprendería entonces, es que el riego comienza en la parcela y no en la bocatoma. Que lo primero era regar bien antes de emprender cualquier obra de mejora de la infraestructura. Los comuneros regaban mal, no preparaban el suelo y erosionaban sus parcelas que estaban por lo general en pendiente.

En esos años, la cooperación holandesa financiaba un proyecto en Cusco denominado PRODERM. Un ingeniero holandés, Guillermo Van Immerzeel, había desarrollado una nueva modalidad de capacitación dirigida a mejorar el riego parcelario. Identificó que en la campiña arequipeña se encontraban los mejores maestros de riego en el sur peruano a los que se conocía como kamayocs. Pidió el apoyo de estos agricultores especializados para enseñarle a regar a los campesinos cusqueños y encontró que la mejor manera de preparar el suelo para el riego era que los conocimientos los transmitieran otros campesinos, capacitación campesino a campesino, y que el aprendizaje sería más eficaz si se hacía de manera competitiva y en un ambiente festivo. Esto dio lugar al Unu Kamachic Raymi.

Tan impactante eran estos encuentros que decidí aplicarlos a las comunidades con las que venía trabajando en Canas con resultados igualmente muy positivos. Los campesinos aprendían a componer la tierra y podían usar de una manera más eficaz el agua en riego.

A Guillermo se le ocurrió que esta misma metodología se podía aplicar a todas las actividades de los campesinos y que para todo tema era posible identificar entre los propios campesinos, a quien sabía hacer las cosas de mejor manera y podía enseñar a sus hermanos a mejorar sus prácticas. Los que saben son conocidos como los yachac y los que enseñan los yachachic.

El primer paso era descubrir quienes eran los que hacían mejor las cosas y podían enseñarlas, sea a cultivar, a criar animales, a injertar plantas, a transformar sus productos, pero también a mejorar sus viviendas, con cocinas mejoradas y otros cambios. Como se trataba de diversos temas que tenían que ver con la vida de los campesinos, se consideró que estos aprendizajes significaban mejorar las relaciones con la Pachamama (la madre tierra), por lo que la metodología se denominó Pachamama Raymi.

Guillermo la implementó un año con el PRODERM que ya concluía, luego la llevó a un proyecto en Bolivia que se denominó PAC y tuve la oportunidad de evaluar, y finalmente lo usamos como la metodología central del proyecto FIDA (Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola) – MARENASS (Manejo de Recursos Naturales en la Sierra Sur), que se ejecutó en Apurímac y Cusco. El proyecto fue muy exitoso y luego imitado con igual éxito por otros proyectos de modo que la metodología se hizo popular por su efectividad.

Los concursos eran entre comuneros, entre comunidades y entre yachachiqs. En el caso del MARENASS se agregó otro concurso inicial denominado los mapas parlantes que eran un eficaz medio para planifica las acciones en cada comunidad. Sobre el mapa de la comunidad se dibujaban tres versiones, una sobre como recordaban que había sido la comunidad en el pasado, otra sobre el presente y sus falencias, y una tercera sobre como debería ser la comunidad, el futuro deseado. Este trabajo colectivo fue muy importante para animar a los comuneros a participar del proyecto consiguiéndose tasas de participación muy elevadas e impactos duraderos.

MÉXICO LINDO

En el 2002 mi esposa viajó a México a seguir un curso sobre género en el Colegio de México. Al curso asistieron becarios y becarias de diversos puntos de Latinoamérica. Un tema que ocupó muchas horas de atención y que impactó mucho a mi esposa fue el de los feminicidios sistemáticos en el norte de México, en la frontera con los Estados Unidos. En Ciudad Juárez, estado de Chihuahua, se contaron más de 700 muertes en menos de un año, de mujeres jóvenes todas las cuales habían sido violadas y asesinadas por estrangulamiento. Se trató de un gran número de mujeres obreras de las maquilas que operan en ese lugar. Los feminicidios también fueron importantes en otros estados mexicanos como Sonora. Cuando me contó estos terribles hechos me avergoncé de no tener noticia de ellos aun cuando me consideraba una persona muy bien informada. Pocos meses después, leyendo el extraordinario y denso libro de Roberto Bolaños, 2666, me encontré con un muy detallado relato de estos casos que entendí como el mensaje central y más potente de esta novela.

En compañía de mis dos hijos había viajado a México para encontrarnos con mi esposa. Nos alojamos en un pequeño departamento que según nos advirtió estaba muy “cargado”, aunque en los siguientes días todo fue muy normal. El viaje tenía fines turísticos y nos tomamos varios días en ciudad de México viajando en el metro, un formidable medio de transporte en esa megaciudad, y eventualmente taxis Volkswagen escarabajo de color negro con amarillo. Visitamos el zócalo, la inmensa plaza central de esa ciudad, el templo mayor azteca, el museo de arte, el lago de Chapultepec, el castillo de Chapultepec y algo más distantes, los monumentos de Teotihuacán. Visitamos Acapulco, donde nos alojamos en una amplia casa que se encontraba situada en la parte elevada de la ciudad y que disponía de una piscina que era una delicia de noche con la vista de toda la playa. Fue un reparador descanso salvo la primera noche en que nuestro hijo se tomó la licencia de perderse en la ciudad y nos preocupó a todos. En la playa hicimos uso de motos acuáticas y un kayax. Salimos de Acapulco en un bus bastante viejo sin ventanas y en el viaje nos agarró una feroz lluvia. Llegamos sin mayor problema a Taxco. Regresamos a la capital con el plan de continuar nuestro turismo en Oaxaca y Puebla, pero al llegar al departamento nos encontramos con la infortunada noticia de que mi madre había fallecido. Se encontraba bastante mal, pero pensé que todavía no había llegado su hora. Con la ayuda de mi cuñada se arregló un apurado viaje a Lima que hacía escala en Miami para cambiar de avión. En ese aeropuerto me confinaron en una sala atestada de gente que carecía de papeles para ingresar a Estados Unidos como era entonces mi caso. En Lima me dirigí al velatorio en el hospital Rebagiati donde encontré a mi tía y madrina que había sido adoptada por mi madre desde su triste divorcio. Acompañé a mi madre hasta su entierro con el mayor dolor. Mis dos hijos tuvieron que viajar solos a pesar de su corta edad, porque tenían pasajes en Copa mientras mi esposa regreso en Aeroméxico.

Olvidaba señalar que nuestro recorrido en ciudad de México, incluyó la plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco donde fue la masacre de estudiantes universitarios ordenada por el presidente Echevarría. Este hecho de sangre sin precedentes es muy bien representado en la película Roma de Alfonso Cuarón.

Años después nos tomamos unas vacaciones llegando al aeropuerto de ciudad de México y allí tomamos una conexión a Cancún. Habíamos contratado un hotel entre los mejores, con el servicio de todo incluido. En el aeropuerto de Cancún se nos hizo una invitación a otro hotel no muy distante, haciendo la oferta de adquirir un derecho para uso de sus instalaciones con tarifas reducidas sustancialmente en cualquier temporada del año. Para terminar de convencernos, nos ofrecieron dos semanas gratis para dos parejas, mi esposa y yo y mis dos hijos. Ese día nos ofrecieron una fina atención con baño a vapor, sauna y masaje. No tardaríamos en asumir que habíamos tomado una mala decisión pues en nuestros planes de vida y de viajes, las playas no eran una prioridad y si bien la semana gratis que disfrutamos en un hotel en Playa del Carmen con nuestros hijos, fue muy bonita, no compensó el pago fraccionado que hicimos por varios años. La cadena hotelera tenía hoteles en Punta Cana en República Dominicana y en la costa Pacífico de México, en el Estado de Nayarit.

Yucatán es una zona turística con lugares tan espectaculares como Cancún, Playa el Carmen, la isla Mujeres o Chichén Itzá. Pero no se sorprenda si le ocurre algo similar a lo que a continuación cuento. Al salir de una tienda de artesanía me intercepta una persona que en voz baja me comparte que tiene cocaína y de la buena. Una vez repuesto de la sorpresa le reprocho que no soy consumidor ni aparento serlo, de ninguna droga. El vendedor insiste sobre la calidad del producto y sin decir más avanzo con paso ligero hasta que por fin me siento liberado del acosador. Ingreso a un café para recuperar el ánimo y me sirvo un dulce. Al salir del café me encuentro cara a cara con el mismo molestoso sujeto que vuelve a hacer su ofrecimiento. Me queda claro que me ha reconocido. Me niego terminantemente. El argumenta que da es que no ha vendido nada y que no tiene qué llevar a su casa e insiste con la calidad de la droga. Meto la mano al bolsillo y saco algunos pesos que se los ofrezco. Los coge, hace el ademan de preparar un alijo de droga para entregarme y antes de que reanude la cháchara camino velozmente con destino a mi hotel. En una banca pública me siento un instante para recuperar el aliento. A continuación, reanudo la caminata con dirección al hotel y oh sorpresa, en la puerta encuentro como si me esperara, al molestoso vendedor de droga. Lo eludo y entro raudo al hotel donde me siento protegido. Me acerco al lobby y converso con el encargado. Le cuento con una mezcla de espanto mi experiencia. Me escucha sin emitir comentario y esbozando una sonrisa. Me sorprendo y escucho sus palabras. Hay de que preocuparse, dice. Estos acosadores son extorsionadores que cuentan con la protección de la policía. Presionan y la mayoría cede. Cuando no lo consiguen, denuncian a la persona ante la policía de que les ha pretendido vender o pedido droga. Ud termina en la comisaría teniendo que explicar que es una mentira, pero solo saldrá ahí arreglando con el policía.

El último viaje a México no se concretó. El destino era Nayarit y el hotel que teníamos contratado y pagado. De ahí teníamos previsto visitar Sinaloa, San Luis de Potosí y cerrar en Ciudad México. Sinaloa es uno de los lugares más peligrosos de México por la guerra de los cárteles de la droga. Los muertos en su gran mayoría hombres, para compensar los feminicidios, son un lastre terrible en México que se arrastra por años y no se ha reducido sino aumentado con López Obrador.

REGULACIÓN PÚBLICA

Establecer un razonable nivel de intervención del Estado en la economía es un debate que tiene para largo. Hay posiciones extremas, como en todos los aspectos de la vida, que muy pocos pueden tomar en serio. El argumento fuerte en contra es que la intervención estatal desincentiva la participación de los privados, lo cual da como resultado una participación muy por debajo de su capacidad o, como decimos los economistas, “muy por debajo de la frontera de producción y consumo de las sociedades”. Una de las manifestaciones más importantes de la intervención pública en la economía es la regulación. Para esta escuela de pensamiento, la máxima en este enfoque es que la mejor regulación es la que no existe.

La amplia mayoría considera, en cambio, que la intervención pública es indispensable y hasta puede admitir que es un grave inconveniente, pero es lo que es. En efecto, la intervención económica pública les cuesta a los bolsillos de los ciudadanos y el resultado no siempre es óptimo o plenamente deseado. No obstante, si es necesaria la intervención del Estado en la economía, ¿cuál sería la mejor forma de intervenir para que contribuya al bien común? La respuesta más aceptada es la regulación. Si esto es así, la discusión giraría en torno a cuál es el grado de regulación aceptable y eficaz.

La respuesta es difícil y varía de forma notable entre un país y otro, así como el momento en el que se discute. Pero la utilidad de la regulación debe sustentarse en sus beneficios. Esta se determina al aumentar, de manera convincente, los argumentos a su favor, para demostrar que los inevitables riesgos y costos asociados (contingencias) son menores que los ahorros y la salvación de los ciudadanos. Deben ser situaciones en las que, en términos económicos y fácilmente medibles, se demuestre que hay una relación positiva beneficio-costo. Que el último criterio teórico sea también práctico porque se cuenta, o se contaría en un tiempo razonable, con los especialistas y los medios para que la regulación sea efectiva. En cambio, debería descartarse si se prueba, sin lugar a dudas, que el costo es mayor que el beneficio, dejando la decisión al momento en que esta conclusión admita réplica o la experiencia mundial aporte tantas evidencias que no admita dudas.

Llegado a este punto, acordamos determinar, con ejemplos convincentes, al menos diez casos en los que la regulación pública era necesaria. Las propuestas que se reunieron fueron escritas e incluidas en esta columna como un listado fruto de una especie de lluvia de ideas, sin orden ni concierto, y sin pretensión de ser exhaustiva.

  • Un componente fundamental en la transacción económica entre, por lo menos, dos personas es la identidad de los participantes. Esta debe ser establecida inequívocamente y, para ello, se requiere un documento personal emitido por una entidad fuera de toda sospecha. En el caso del Perú, es el DNI, emitido por el Reniec, una entidad pública.
  • Las fronteras no existían hasta que los humanos se las inventaron. Cuando una persona cualquiera debe o desea cruzar una frontera, está obligada a identificarse en el país que abandona y en el que ingresa. Por esta razón, necesita el pasaporte emitido por la autoridad de migraciones, como es el caso de la Superintendencia Nacional de Migraciones en el Perú, una entidad pública.
  • Cuando se conduce un vehículo por alguna vía pública, se debe estar en capacidad de acreditar que se cuenta con la competencia necesaria. La forma de hacerlo es con el brevete, que debe estar registrado en el MTC. Cuando se trata de choferes especializados para servicio público y transporte de carga, se expiden brevetes especiales.
  • En el momento en el que un nuevo ser abre los ojos, debe ser identificado con un nombre y consignar los datos de sus padres, fecha de nacimiento, testigos, el facultativo que lo atendió, direcciones y algún otro dato. Eso lo hace la municipalidad y se denomina partida de nacimiento. Si no se hace, para todo efecto práctico y estadístico ese bebé no existe.
  • Cuando dos personas deciden formalizar su relación asumiendo iguales derechos y deberes, acreditan el nuevo estado civil ante la municipalidad, que registra un certificado de matrimonio. El nuevo estado genera una nueva entidad para la sociedad: la sociedad conyugal.
  • Para el cuidado de la salud, se emplean medicamentos. Alguien tiene que certificar que el medicamento es efectivo, porque ha sido probado y no entraña ningún riesgo para quien lo usa. La idea es impedir que se pase por medicamento la “agüita arracimada” de Hernán Condori y otras estafas. En los Estados Unidos, esa labor la cumple la poderosa FDA. En el Perú, la modesta Digemid, una entidad pública.
  • Para atender a un enfermo o accidentado, se necesita de un especialista que haya sido preparado para tal fin. Este es el caso de los médicos, odontólogos, obstetras, enfermeros u otro personal de salud. Estos especialistas ejercen sus nobles profesiones amparados en un certificado emitido por una entidad competente y a nombre de la nación. El paciente tiene el derecho de exigir que esa competencia sea acreditada para evitar que quien lo trate sea un charlatán, un seudo cirujano plástico, curandero o brujo. El posible certificar el registro del especialista en una base de datos pública disponible en la Sunedu.
  • Como sucede en el caso del personal de salud, en otras profesiones, como derecho, gestión, ingeniería, docencia y un largo etcétera, se deben acreditar las competencias con un título expedido por un centro de educación superior a nombre de la nación, y para algunas profesiones se requiere, adicionalmente, de una colegiatura. Detrás de ese título hay una organización educativa que puede demostrar que el profesional asistió a clases, rindió exámenes, que existen actas y que el título fue entregado con la aprobación, dada por un jurado competente, de una tesis y/o un examen de grado. Y un detalle adicional, que la o las tesis tienen que estar disponibles para quien lo quiera comprobar. Por eso, son registradas, de manera obligatoria, en la Sunedu.
  • La educación básica, primaria y secundaria también es certificada por la escuela y colegios en los que se impartió la educación. No es posible pasar de un grado a otro sin que se emitan las certificaciones, instrumentos públicos que supervisa el Minedu tanto para unidades públicas como privadas.
  • Cuando se circula con un vehículo por la vía pública, el conductor debe estar en condiciones de poder demostrar que su unidad es de su propiedad o que el legítimo dueño le ha autorizado a usar el vehículo. Esto se evidencia mostrando la tarjeta que acredita la propiedad ante los Registros Públicos, una entidad pública.
  • Si un conductor estrella su vehículo o atropella a un peatón, debe pasar por el dosaje etílico, el cual consiste en un examen de sangre que indica el contenido de alcohol que circula por la sangre. Si este sobrepasa el límite razonable, que es público, entonces el conductor habrá cometido un delito, se le anulará el permiso de conducir por algún tiempo (o definitivamente, si es reincidente) y deberá pagar una indemnización. Si su vehículo cuenta con seguro, este no autorizará la indemnización, porque una cláusula expresa de los contratos de seguros es que los conductores no pueden ingerir alcohol si van a conducir porque ponen en riesgo a terceros. Esto incluye el SOAT.

En este punto, nos dimos cuenta de que habíamos sobrepasado nuestra meta de diez regulaciones, y que continuar podría hacer muy pesada la lectura de esta columna. Así, decidimos detenernos y prometernos que, en una siguiente columna, completaríamos la lista, aunque sospechamos que se requerirá más de una nota adicional.

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CIENCIACTIVA Y LAS UNIVERSIDADES NACIONALES

En el 2016 estaba encargado de la Dirección Ejecutiva del Fondo Nacional de Desarrollo Científico, Tecnológico y de Innovación (FONDECYT) que por entonces lo llamábamos Cienciactiva. Este era un organismo independiente, un brazo financiero del Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología e innovación Tecnológica (CONCYTEC). En esos años, Cienciactiva había logrado asegurar importantes recursos para cofinanciar programas de investigación y financiar becas de doctorado en el exterior.

Ese mismo año se había elegido nuevas autoridades en las universidades públicas como resultado de la promulgación de la ley universitaria, y entre la plana de rectores se había incluido la de Vicerrector de Investigación. Muchas universidades del interior del país que recibían canon minero, no habían hecho inversiones en investigación y los fondos estaban parqueados como recursos destinados, pero sin uso. A lo sumo se había comprado equipamiento, parte del cual ni siquiera había sido puesto en valor, y las pocas investigaciones financiadas habían sido seleccionadas de manera arbitraria por las anteriores autoridades y con poco éxito.

Una de esas universidades con canon y sin inversión, era la más grande del país fuera de Lima, la Universidad Nacional de San Agustín (UNSA) en Arequipa. Esta contaba con ingentes recursos que recibía de la mina Cerro Verde pero que no se gastaban. El equipo rectoral nos buscó para solicitarnos nuestra ayuda en los procesos de convocatoria, evaluación y selección de proyectos por financiar. Tuvimos la oportunidad de conversar con el Viceministro de Economía consultándole cómo podríamos hacerlo. Su respuesta fue bastante clara. Pueden ayudarlos, pero ese dinero lo administra la propia Universidad. En otras palabras, Cienciactiva determinaba a quienes se les financiaba, pero el dinero lo administraba la propia Universidad. Esta a su vez, pagaba a Cienciactiva por el trabajo de promoción de los concursos internos y a los evaluadores externos internacionales que contrataba Cienciactiva.

El resultado fue espectacular. Se convocaron los concursos, se presentaron muy buenas propuestas y muchas de ellas fueron calificadas y financiadas. De un día para otro, la UNSA tenía a su cargo diferentes investigaciones en diversos temas y además comenzó a publicar en revistas científicas aumentando su producción científica de modo notable

Los éxitos alcanzados por la UNSA motivaron que la Universidad San Antonio Abad del Cusco (UNSAC) que también tenía muchos fondos e canon, se interesara en el esquema que también fue implementado en esa universidad. A otras universidades se hicieron visitas con el mismo fin como fue la Universidad Nacional de Trujillo (UNT), de Tumbes, del Santa, de Tacna (Jorge Basadre). Las demandas desbordaron a Cienciactiva pero se consiguió desbloquear el uso de fondos y se puso en ruta a las universidades nacionales para devolverles su vocación científica.

Luego sobrevinieron cambios en CONCYTEC y el proceso se hizo más lento. Había temas de orden administrativo que no encontraron un adecuado tratamiento y todo esto interrumpió los procesos. Sin embargo, las propias universidades encontraron el modo de realizar sus propios concursos internos y rodearlos de garantías en la asignación de los recusos. Fue una intervención concentrada pero muy fructífera en muy corto período de tiempo que demostró como la cooperación entre organismos del propio Estado podía dar buenos resultados.