Por Alberto Castro Villa
Desde lo que se definió por muchas casas editoriales en Europa hace casi dos décadas, como el último “Boom” de la Historia Militar, gracias a la aparición de una serie de prolíficos y reconocidos novelistas históricos, como Pressfield, Kane, Follet, Posteguillo, Pérez Reverte por nombrar solo algunos, especialistas en diferentes épocas, que originó y dio paso a la vez, al impulso de trabajos sensacionales de primer nivel, verdadero éxitos en ventas, a cargo de conocidos y notables profesionales como Beevor, Hastings, Overy, Rees y otros; la historia militar, en su acepción más básica, sufrió una evolución constructiva y holística, que la ha llevado a replantear una serie de conceptos y procedimientos para su total y real desarrollo y comprensión.
Dentro de las mismas ciencias sociales, la Historia Militar ha adquirido una necesaria y consecuente multidimensionalidad, ya que los campos que comprende, ya sea tangencial o significativamente, lo han vuelto una rama de la Historia sumamente extensa y compleja. Esto también debido a que ya dejo de ser hace mucho, una exclusividad del ámbito castrense, y ya ha quedado demostrado que la nueva corriente historiográfica militar requiere nutrirse de datos y conocimientos ligados no solo a lo militar y técnico-militar, sino a dominios como el sociológico, sicológico, filosófico, politológico, etc.; El desarrollo propio de la humanidad ante los desafíos de las guerras actuales y la obvia evolución del pensamiento estratégico de las potencias militares junto a las transformaciones en las características propias de las conflagraciones, han propiciado ello.
Diversos factores han afectado la definición de la Historia Militar, siendo quizá el principal las formas de lucha que se desarrollan en la actualidad. Una muestra de ello es que ya no podemos entender esta ciencia como el estudio de las guerras entre pueblos o naciones, pues esta premisa, en esencia estatocentrista, ya no es característica ni condición en el estudio razonado de los conflictos del siglo XXI, donde prima la lucha con organizaciones irregulares o insurgentes, o se le da carácter doctrinario a las llamadas Guerras Asimétricas, No Convencionales y similares. En esto, vamos a hallar una serie de debates y conceptualizaciones a nivel global, en búsqueda de una mayor coherencia y procedimentalización científico social.
Sin embargo, como parte de su funcionalidad, la formulación de los objetivos de la Historia Militar dado el rol que cumple como asignatura de vital importancia en los centros académicos militares, podríamos decir que tienen una universalidad e intemporalidad recurrentes, ya que metodológicamente continua siendo un examen de los medios empleados en relación con los resultados obtenidos, basado en un análisis crítico y dinámico, así como una evaluación de las disposiciones tomadas en tal o cual circunstancia donde los hechos realizados han requerido la aplicación de una serie de planes, reglas, normas, métodos y condiciones (que en su conjunto es denominado Arte Militar) para la conducción de hombres.
Conocidos y largamente expuestos, diríamos que la Historia Militar en la docencia tiene los siguientes objetivos:
– Completar los conocimientos sobre las principales conflagraciones, antiguas y modernas, en las partes técnicas y aplicativas doctrinarias.
– Conocer el rol, espíritu, motivaciones y aspiraciones de las fuerzas militares, en las diferentes épocas y lugares.
– Estudiar y analizar las transformaciones experimentadas en la evolución del pensamiento militar estratégico y todo lo que ello comprende, incluido la afectación del estado o estados participantes.
– Analizar críticamente la acción preponderante del jefe militar desde el punto de vista del liderazgo militar (relación con sus superiores, pares y subordinados) y conocimientos del arte de la guerra.
– Desarrollar una aptitud reflexiva y analítica en los que la estudian, profundizando y aplicando ello en posteriores acciones de planeamiento de estado mayor en sus diferentes niveles (estratégico, operacional o táctico).
– Compenetrarse con el quehacer diario y común de las fuerzas militares, a través del conocimiento de sus actividades tanto operativas como administrativas, así como de los términos y expresiones propios de estos.
No hay que olvidar sobretodo que en la Historia Militar, los ejemplos del pasado proveen buenas plataformas para evaluar teorías, conceptos e hipótesis. Aquí se demuestra que la doctrina solo se puede elaborar con la experiencia. Es pues, sin duda, una ciencia docente de mucha valía para los profesionales de la defensa. Además, y ya como parte final, la Historia Militar permite sustentar y consolidar una serie de ciencias y/o asignaturas derivadas como la polemología, la seguridad, defensa y desarrollo nacional, la estrategia militar, etc. Todo lo anterior concurre y concluye en lo que ahora se conoce como “lección aprendida”, fundamental para el campo prospectivo, pues permite un planeamiento mucho más general, a la vez que específico, y que incrementa la comprensión de futuros resultados.
Alberto Castro Villa
(Artículo próximo a publicarse en Diario “Los Andes” – Puno)