Cada vez que llegamos juntos al principio de ese camino,
pisamos muy cerca de nuestras propias huellas de días pasados.
Nos fusionamos con la natura y disfrutamos el paso a paso,
sentimos los desniveles, repasamos los aromas.
Contemplamos y, a veces, saludamos a nuestros amiguitos.
Algunas veces nos hemos apresurado en recorrer hacia el final de este camino,
nunca han faltado las ganas de en ese mismo momento recorrerlo de regreso.
La ruta al final tiene más luz.
Aunque a veces ya no son los rayos del sol
sino que somos uno con el camino
y sentimos el presente de la vida que ha recorrido nuestras piedras y tierra