La farsa de la FPF

En pocas palabras al club se le ha sancionado por un supuesto daño psicológico contra el jugador Gustavo Roverano, a quien se le resolvió el contrato, como a todos los jugadores en el campeonato del 2004, en razón de la huelga de la Agremiación de Futbolistas. No se trata pues de una deuda impaga del Alianza, en su relación contractual con el actual arquero del Total Clean.

La sanción, en el hipotético caso que la ameritara, podría ubicarse en el ámbito civil, pero de ninguna manera con implicancias deportivas. ¿O acaso el Club estuvo comprometido con la compra de árbitros o hizo jugar a futbolistas de manera indebida u otras causales, propias del ámbito deportivo? Sin embargo, en nuestro kafkiano futbol peruano, se ha decidido quitar 4 puntos que los jugadores ganaron con toda la ley, en el campo.

Todo esto es tan desproporcionado, que el señor Roverano cobraría la friolera de 90 mil dólares por un supuesto daño psicológico, cuando en nuestro país, criminales del volante matan niños en las pistas y a las familias se les indemniza con compensaciones diminutas. No se trata, por cierto, de no respetar los términos del contrato pactados con Roverano – a quien por cierto no se le debe nada, como algunos sostienen por ignorancia o interés-, sino de rechazar la viveza y la vileza cuando van juntas y revueltas.

En efecto, estamos frente a leguleyadas que se aprovechan de una estructura en donde no existe la posibilidad de apelación (no existe segunda instancia, violando el debido proceso), con las ambiciones de unos (Burga) y mezquindades de otros (los miembros de la Cámara que resuelve son hinchas de la U y, uno de ellos, abogado de Burga).

Lo paradójico del señor Burga y quienes le siguen, es que mientras han permitido que el Sport Ancash -que infringió groseramente las raglas del campeonato- regrese a la competencia, al Alianza Lima se le retira 4 puntos, por actos que nada tienen que ver en el ámbito deportivo. Por cierto, si todo este tinglado prospera, se sentaría un nefasto precedente, en vista que todos los jugadores que estuvieron en la misma situación de Roverano podrían interponer demandas similares y, de esta manera, quebrarían al fútbol peruano, del que son soporte y principales protagonistas.

Finalmente, ¿se imaginan ustedes que Nadal pierda puntos y el campeonato de tenis, por que no renovó contrato a su preparador por haberle causado daño sicológico o que Shumacher pierda la Fórmula Uno, por que a su mecánico no le pagó el seguro médico? Estamos de acuerdo que se debe sancionar drásticamente a los jugadores o clubes, en cualquier deporte, que infringen reglas en el ámbito deportivo, como sucedió con el Juventus, que perdió la categoría por haber comprado arbitros; pero de ninguna manera, quienes aman el fútbol, pueden apoyar esta farsa en que lamentablemente se juntaron el hambre y la necesidad.

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