(Entrevista de Maritza Espinoza) En medio de una coyuntura que cambia día a día, nos sentamos a conversar con Fernando Tuesta Soldevilla, politólogo, exjefe de la Onpe y catedrático de la Pucp, sobre aquello que trastocó inesperadamente el escenario político esta semana: el expresidente Alan García que, abrumado por nuevas pruebas en su contra en el caso Odebrecht, pidió asilo diplomático al gobierno de Uruguay. Tuesta se atrevió, incluso, a hacer predicciones sobre quiénes ya huelen a cadáver en nuestra política. Ah, y quiénes podrían resucitar.
Después de ver los procesos judiciales, ¿cuáles son los próximos cadáveres políticos?
(Risas) Es un cementerio cada vez más lleno. Estamos en una situación no solo preocupante, sino pocas veces vista. No hay, en la región, ningún país donde estén comprometidos tantos políticos de todo el abanico de la representación y que se incluyan, además, todos los presidentes de las tres últimas décadas. Lo que pasa es que, en este cementerio, que puede efectivamente crecer con más cadáveres, como también acá hay algo de ficción, algunos serán como zombies y otros resucitarán.
El último escándalo es el pedido de asilo de Alan García. ¿Cómo deja esta huida al propio García en el plano político?
Yo creo que este es ya el fin político de Alan García, y va más allá de los deseos. Porque, si bien es cierto, ya como candidato presidencial mostró su limitación en la elección del 2016, su nivel de rechazo no es producto de un histórico y clásico antiaprismo, sino básicamente antialanismo.
¡El antiaprismo es un factor que no juega en nuestra política desde hace decádas!
Así es. Y en el caso puntual de Alan García, es básicamente un antialanismo. Si bien es cierto, su segundo gobierno fue mejor que el primero y él salió mejor parado, esta necesidad que siempre tiene de estar presente día a día, en la coyuntura, de manera incontinente, va en contra de su propio desarrollo con un electorado o con la opinión pública. ¿Por qué? Porque, comparándolo con Víctor Raúl Haya de la Torre, él salía del país y hacía sentir la necesidad de su presencia, de su voz…
Se hacía extrañar…
Exactamente. Alan García no llega al punto en que se le extrañe, en que uno pueda preguntarse “¿qué pensará Alan García sobre esto?
Pero en su primer “exilio” desapareció del panorama político durante varios años. ¿Eso lo favoreció el 2006?
Sin duda. Porque, además, ahí sí hay una correlación más directa con Haya. En el 48 fue el golpe de estado de Odría, una persecución y un asilo en la embajada de Colombia, y Haya estuvo confinado porque Odría no le dio el salvoconducto. En el 92, hay también un golpe de estado, van a buscar a García y él se esconde. Evidentemente hubo una persecución. Entonces, él solicita asilo para Colombia. Hasta allí, el paralelo más cercano. Pero este es otro caso, totalmente diferente…
Acá no hay persecución…
Por un lado. Pero hay dos partes que lo diferencian. No estamos delante de una dictadura, por más que algunos hablen de golpe de Estado, de persecución política y por ahí, incluso, hasta de totalitarismo. Esto, en realidad, no resiste un análisis mínimo. Por otro lado, efectivamente, no se está persiguiendo a Alan García por sus ideas o propuestas. No. Se le está iniciando una investigación derivada de presuntas relaciones de dinero ilegal asociado a casos de corrupción.
Además, este pedido de asilo la gente lo está percibiendo como una confesión de parte…
Claro. Creo que el expresidente García, a diferencia de cuando visitaba al país y se presentaba a investigaciones de diversa naturaleza, cuando ya ve que en el Ministerio Público y el Poder Judicial hay niveles de autonomía donde él antes se sentía seguro…
Y ve sus alfiles en el aparato de justicia están también en la picota…
Están incorporados, aunque tiene gente todavía… En todo caso, él todavía creía que podía venir y retirarse en las mismas condiciones que las veces anteriores, pero, al llegar a Lima, le posponen la declaración que iba a tener y ahí sale la denuncia de IDL-Reporteros. Entonces, tiene que pensar rápidamente en los escenarios que se le pueden presentar, y uno de ellos puede ser que, al lado del impedimento de salida, pueda solicitarse una prisión preliminar, y podría correr el mismo camino que otros, como Keiko Fujimori….
¿Y allí decide asilarse?
Un político como Alan García, que está preparando ya el escenario, sigue tuiteando y declarando acerca de la interferencia del poder político, pero ese es el discurso para afuera, porque acá hay dos escenarios en juego: la parte propiamente del proceso y la del desarrollo de la opinión pública y relación con los medios. Ahora, esto tiene varias consecuencias. Por un lado, es bien difícil que un expresidente logre, como que lo ha hecho, hundir también a su partido. Esto es un serio problema, porque hemos visto que, por lo menos la dirección del partido y de la bancada, han cerrado filas en torno él, cosa que en general no tendría que llamar la atención…
¿Eso no es lo característico del Apra?
Sí, pero además un partido organizado y pragmático probablemente haría lo mismo. El problema es que, desde que Alan García es secretario general, candidato, luego presidente, a lo largo de las tres últimas décadas, el partido aprista logra llegar al poder. Vale decir, el Apra no supera la relación con Alan García. Entonces, el partido se alaniza, se vuelve “Alandependiente”.
Otra cosa que sorprende es que Alan García pueda ser visto afuera, no solo como un perseguido político, sino como un líder de izquierda, siendo que su segundo gobierno fue claramente de derecha.
Hay que recordar que el Partido Aprista era parte de la Internacional Socialista, que era una asociación internacional de partidos de centro izquierda en general. Él teje relaciones importantes con exmandatarios, políticos de todas partes…
¿Afuera es mejor visto que internamente?
¡Sin duda! Además, hay que recordar que Alan García ha sido dos veces presidente. O sea, es una figura que tiene más de 30 años de presencia en la política peruana y, de alguna manera, en Latinoamérica.
¿Tanto como para cobrar 100 mil dólares por conferencia?
(Risas) No creo que para cobrar esa cantidad, pero sí como para hacer algunas llamadas que puedan facilitarle algunas salidas honrosas, por decirlo así. Es importante lo que tú señalas, porque aquí el nivel de rechazo a Alan García es el mayor, 90%. Afuera no es así, porque, si nosotros no seguimos de manera cercana la política latinoamericana, igual se da en el caso de Uruguay, donde esto se reduce a los conocedores de la política internacional o a los que tienen interés por el Perú. Yo no estoy diciendo con esto que es la gran figura latinoamericana ni mucho menos.
García huye, mientras Humala y Keiko Fujimori se han quedado y enfrentado a la justicia. ¿Este acto de García puede beneficiar políticamente tanto a Humala como a Keiko?
Hay dos dinámicas. La primera es, efectivamente, cómo yo me presento ante la justicia considerando que soy inocente. Pero la segunda también es: si es que yo hago esto, ¿qué va a ocurrir en mi futuro político? Y una cosa es Toledo, García, que están en el final de sus carreras políticas, y otra cosa es Keiko Fujimori, Humala y Nadine, que todavía tienen un techo como para tener expectativas por delante. Y luego vienen los efectos que puede producir un asilo diplomático de esta naturaleza. Si Uruguay da el asilo, tranquilamente los otros podrían decir lo mismo…
¿Pero no se estarían sepultando políticamente?
Sí, pero esto ya tiene que ser parte de la valoración que ellos hagan. Lo que quiero decir es que, de alguna manera, uno podría preguntarse: si ellos supuestamente están más involucrados y no lo hacen, ¿quiere decir que acá está pasando algo distinto de lo que está pregonando el expresidente Alan García? Entonces, el asilo se ha convertido en un problema para nuestro país…
¿Y para el presidente Vizcarra también?
También. Y para los uruguayos. De la noche a la mañana, están metidos en un problema que no es fácil solucionar, porque, además, si tú le dices “sí”, te estás creando un problema con el gobierno peruano. Pero, si le dicen “no”, no conozco, por lo menos en el caso peruano, que a alguien, habiendo solicitado el asilo diplomático, le digan: “señor, la puerta está abierta como para que usted se retire”.
Salvo que salgan, como se sospecha, pruebas todavía mayores de culpabilidad.
Es que ese es el tercer escenario. Por eso es que los uruguayos están tratando esto con bastante cautela. A diferencia de un proceso que ya está por finalizar o donde ya están las pruebas claras, acá está casi todo por verse. Entonces, imagínate que le dan el asilo diplomático y salen revelaciones de Odebrecht que lo comprometen muchísimo más… Imagínate lo que podría significar para el gobierno de Tabaré Vásquez, para el Frente Amplio allá en Uruguay, a puertas de un proceso electoral en el 2019. Por eso, dicen “estamos pidiendo información al gobierno peruano”, cuando no creo que exista alguna información que ellos no conozcan…
O sea, quieren decir: estamos dilatando esto hasta las calendas griegas…
Estamos dilatando porque, de repente, por ahí sale pronto algo que nos permita tomar una decisión mucho más clara y que no nos perjudique…
No se sabe quiénes estarán en las elecciones del 2021, pero, a partir de todo lo que está ocurriendo, ¿se puede decir quiénes no estarán?
Nosotros en ciencia política tratamos de analizar los hechos, pero en el Perú observar escenarios es difícil, porque es muy cambiante. Nada más la última semana, cuando los programas de televisión habían preparado todos los reportajes sobre el congresista Mamani, pasó este a la cola porque apareció el tema de la solicitud de asilo de García…
Pero te preguntaba sobre cadáveres políticos, los que ya no podrán candidatear de ninguna manera…
De hecho, casi con independencia de lo que está sucediendo, el 2016 creo que terminó con una generación de candidatos que incluye a Pedro Pablo Kuczynski, Alejandro Toledo, Alan García, la misma Lourdes Flores, Luis Castañeda…
¿Y Keiko Fujimori?
Bueno, quedan los otros. Y ahí hay dos tipos de potenciales candidatos. Una de ellas era ciertamente Keiko Fujimori. Por lo que había logrado el 2016, por su edad, por lo que representaba, era la mejor posicionada. Pero también están aquellos que siempre tienen la ventaja de no estar consumidos por el día a día, que no tienen representación parlamentaria o que están distanciados de sus bancadas. Así tenemos a Julio Guzmán, Verónica Mendoza, Alfredo Barnechea… Es altamente probable que los tres estén, pero yo no descarto a Keiko Fujimori…
¿Ni a los Humala?
Ni a los Humala. Incluso siguiendo aún los procesos, porque puedes ser candidato siendo procesado sin sentencia firme. Pero de acá al 2021, que faltan dos años más, podemos decir que algunos no o estos sí, pero esto no cierra el abanico. Falta mucho. En el Perú, el largo plazo es casi el corto plazo. Está tan condensada la política peruana, que también puede abrir el espacio de los populismos y los radicalismos de diverso signo. Y probablemente estén presentes. Quizá lo deseable para nuestro bicentenario sería que justamente estos extremismos y populismos no crezcan como están creciendo en muchos países de Europa, Estados Unidos y últimamente en Brasil (Domingo, suplemento de La República, 25 de noviembre del 2018).