No hay nada que se haga o deje de hacer en la política peruana que no esté en relación y cálculo con las elecciones del 2016, aun cuando faltan diez meses para que termine el gobierno de Ollanta Humala y poco más de ocho para su realización.
Cuando el ganador de la contienda electoral reciba el mando de parte del actual presidente, quien no puede postular por la prohibición de la reelección presidencial, habrá ocurrido un hecho histórico. Será el cuarto presidente peruano elegido de manera consecutiva, solo comparable con lo sucedido a inicios del siglo XX. En varias ocasiones, como máximo al tercer mandato, se desataba un golpe de Estado (1948, 1968 y 1992). No había gobierno minoritario, es decir, sin mayoría parlamentaria que resistiera el conflicto de poderes y terminara expulsado del gobierno.
Este hecho dice algo bueno sobre la democracia peruana pues Alejandro Toledo, Alan García y Ollanta Humala han encabezado gobiernos sin mayorías parlamentarias, siendo muy probable que el próximo gobierno pase por la misma circunstancia. Lo malo es que han sido gobiernos que han terminado con un alto rechazo ciudadano y sus respectivos partidos, con porcentajes muy bajos de votos.
Sin embargo, las elecciones del 2016 traen algunas particularidades que pondrán a prueba a la democracia peruana. Los tres gobiernos post gobierno autoritario de Alberto Fujimori, lograron vencer en elecciones competitivas, pero en el marco del mayor ciclo de crecimiento de la economía peruana del último medio siglo. Esto no va ser el caso del próximo año. La desaceleración de la economía ya muestra problemas en la retracción de la inversión privada y en el empleo y será un tema de campaña, lo que no ocurrió en los tres procesos electorales anteriores.
Si la economía será nuevamente un tema de agenda electoral, el tema de la inseguridad ciudadana, incrementado en los últimos años, y el del narcotráfico constituirán ingredientes de un explosivo coctel. Finalmente, para oscurecer el horizonte del escenario electoral, el primer trimestre del 2016, en plena campaña electoral, los efectos del Fenómeno El Niño, estarán mostrando sus peores efectos y, probablemente el crecimiento de los conflictos sociales.
En consecuencia el cuarto presidente peruano elegido de manera consecutivo enfrentará un escenario muy complicado. Si a ello se agrega que el tiempo de gracia presidencial, en los tres períodos anteriores, era tan solo el primer año del mandato de cinco para iniciar el declive y desaprobación de la gestión, en esta oportunidad podrá reducirse a menos, por lo que esta elección coloca a la democracia peruano frente a un gran reto.
Frente a ella los candidatos se colocan en tres niveles de posición. Cuatro de ellos son los indiscutibles de sus respectivas organizaciones,Keiko Fujimori (Fuerza Popular), Pedro Pablo Kuczynski (PPK), Alan García (PAP) y Alejandro Toledo (Perú Posible), además de tener experiencia en campañas presidenciales. Un segundo grupo es el que tiene que decidir en elecciones internas de sus partidos, en donde hay más de un candidato, como los casos del Partido Nacionalista (PNP), Partido Popular Cristiano (PPC), y la izquierda dividida entre Partido Humanista y el Frente Amplio. Esto les resta presencia actual y pueden salir divididos más que fortalecidos de dichos eventos internos.
El tercer grupo está conformado por candidatos con pocas posibilidades, como Antero Flores Araoz (Orden), Julio Guzmán (Todos por el Perú), a los que se les suma once partidos políticos, sin candidatos ni posibilidades. Es altamente probable que estos terminen constituyendo alianzas electorales, pues estos son los partidos que tendrán dificultades de superar el umbral mínimo del 5% de los votos para acceder al reparto de escaños.
Lo que muestra el Perú, desde hace dos décadas es un alto fraccionamiento que se ve reflejado no solo en el número alto de grupos parlamentarios, sino en que los candidatos presidenciales, post fujimorismo, no ganan en primera vuelta y el que queda primero lo hace, a lo más, con el 36% de los votos. Todo parece indicar que para el 2016, habrá segunda vuelta y el que gane la presidencia no tendrá mayoría en el Congreso.
Si bien Keiko, PPK, Alan y Toledo son los principales candidatos, salvo el segundo, todos aparecen asociados en temas de corrupción a lo que se agrega Nadine Heredia, esposa del presidente Ollanta Humala. Esto hace que, aunque puedan aparecer primeros en las encuestas, el rechazo es alto para todos. Esto abre un espacio, como en otras ocasiones, para la presencia de un candidato que pueda aparecer a inicios del próximo año, un outsider. Este es un hecho latente, pero no necesariamente debe ocurrir.
Al último trimestre del año el gobierno está sumamente aislado, con un porcentaje de aprobación presidencial extremadamente bajo (13%), con una bancada parlamentaria que ya ha perdido catorce miembros lo que condujo a que perdiera también la presidencia de la mesa directiva del Congreso y sin iniciativa política para enfrentar a la oposición (Infolatam, 21 de setiembre 2015).