(El Comercio. Entrevista de José Miguel Silva) Fernando Tuesta responde sobre ‘Una onda expansiva’, libro que detalla comparativamente el uso del mecanismo en la región.
Si bien muchos recuerdan el proceso de revocatoria que casi deja fuera de la Municipalidad de Lima aSusana Villarán y que truncó el camino de la mayoría de sus regidores, quizás pocos conocen en detalle que este mecanismo es muy común en varias localidades del interior del país.
Para hablar del tema conversamos con Fernando Tuesta Soldevilla, politólogo, ex jefe de la ONPE y editor del libro ‘Una onda expansiva: las revocatorias en el Perú y América Latina’, publicado hace unos días por la Escuela de Gobierno de la Pontificia Universidad Católica del Perú y por el Fondo Editorial del Jurado Nacional de Elecciones (JNE).
La publicación recoge ocho ensayos escritos por especialistas nacionales y extranjeros, entre los que destacan Yanina Welp, Essy Mirella Vásquez Oruna, Facundo Arques, Julio Verdugo, el propio Tuesta Soldevilla, entre otros. Los textos tienen como origen un evento organizado por el JNE en agosto del año 2013.
-¿Cómo surge esta publicación?
Este libro es parte de un proyecto realizado por una serie de investigadores que nos reunimos en varios eventos para ver el tema de las revocatorias, mucho antes de lo ocurrido en Lima con Susana Villarán. En el año 2013, el JNE realizó un evento y los trabajos presentados en el libro son producto de ese seminario. Escogimos los países que podían ser interesantes para la comparación.
-No son muchos los países del mundo en los que se realizan revocatorias.
Solamente 20. Salvo algunos estados de Estados Unidos y Alemania, y con características muy distintas, en los países con democracias estables no existe dicho fenómeno. Y al mirar América Latina nos encontramos con los países que aparecen en el libro: Argentina, Venezuela, Colombia, Ecuador y Perú. En todos hablamos del nivel sub-nacional. Venezuela produjo un referéndum revocatorio a Chávez en el 2004 que no prosperó. En Colombia se quiso sacar al alcalde de Bogotá pero nunca se hizo la revocatoria. Y en Ecuador fue el país más cercano al Perú donde se logró hacer esto pero se cambió la norma porque era muy parecida a la peruana. Vas y presentas firmas y dices cualquier cosa. Entonces se convierte en un aliciente.
-Usted resalta que el caso peruano como el más singular.
No solo es el más singular, sino en el que más se usa revocatorias y donde más autoridades revocadas hubo a nivel mundial. Incluso de manera creciente. Por eso le puse ‘la onda expansiva’ al libro.
-Lo heterogéneo de los procesos de revocatoria en el mundo ha dificultado que haya muchas investigaciones al respecto.
En el mundo académico nos conocemos todos los que tratamos un mismo tema. No hay muchos casos (de investigaciones sobre la revocatoria) en general. Este libro también es animado por Yanina Welp, que es una experta suizo-argentina del Centro de Estudios de Democracia Directa de la Universidad de Zúrich. Nuestro objetivo era investigar aquello que no se conocía mucho. En Lima se habló de la revocatoria básicamente por lo ocurrido con Susana Villarán.
-¿Por qué los congresistas presentes en los años 90s aprobaron un mecanismo que finalmente podía volverse en contra de ellos?
En mi artículo incluyo un artículo llamado: el encuentro de dos mundos. Eso vino por el lado del fujimorismo y por el de la izquierda que integraban el Congreso Constituyente Democrático. El fujimorismo tenía 44 escaños de 80 y podían aprobarlo sí o sí. Esto también tenía mucho que ver con el discurso de entonces que giraba en torno al antipartidismo, a la antipolítica, la democracia directa. Pero, en ese momento, ¿qué países habían tenido revocatorias? Ninguno, salvo algunas referencias en Estados Unidos, pero esto era muy distinto.
– ¿Y la izquierda qué buscaba?
Por el lado de la izquierda, la crítica de esa época era pues a que la democracia representativa es insuficiente y (entonces) se requería una democracia más directa, etc. Pero al momento de trazarlo en la Constitución solo lo hicieron para las autoridades sub nacionales, decidieron que no sea para los parlamentarios ni para el presidente.
– ¿Considera probable que se vuelva a repetir un caso como el de Susana Villarán al borde de ser revocada?
No. Me parece una cosa totalmente excepcional y creo que no volverá a repetirse. Y no porque no haya peores alcaldes, sino porque Lima se convirtió en algo excepcional y, además, (creo que esto fue) injusto con la ciudad. Fue algo que quizás los congresistas de aquella época no se daban cuenta, que era que tú recoges 25% de firmas pero pusieron un tope: máximo 400 mil. El único que superaba eso es Lima. Porque el 25%, si es que eso se hubiera querido aplicar en Lima como el resto, constituye más de casi dos millones de firmas. Era un techo muy alto y difícilmente se hubiera podido conseguir esa cantidad de firmas.
– Usted presenta una tabla en la cual se aprecia cómo cada vez que hay una elección aumenta progresivamente el número de kits revocatorios vendidos a nivel nacional. ¿Esto podría incrementarse aún más?
Quitemos un rato a Lima. ¿Dónde se realiza básicamente revocatorias en el Perú? El 92% de las veces en distritos de menos de 5 mil electores. O sea, son distritos pequeños en términos electorales, la gran mayoría están en el área rural. Entonces, esto se combina con el proceso de descentralización, con la transferencia de recursos, transferencias administrativas y además del canon. Entonces los municipios se convierten ahora en instituciones atractivas. Si a eso le agregas que a ese nivel casi no hay partidos políticos, quienes compiten son listas formadas ad-hoc, que al siguiente proceso electoral ya no están. Hay una pugna constante por controlar municipios.
-Usted menciona el caso de San Silvestre de Conchán, en San Miguel, Cajamarca. Allí ganó un candidato y todos los perdedores se unieron para revocarlo.
Ese alcalde era aprista y había sido quien promovió las cuatro anteriores revocatorias. Entonces cuando él salió elegido todos se fueron en su contra y le dieron de su propia medicina. Pero lo peor de todo es que en ese distrito siempre hubo revocatorias desde el año 97.
– Si tenemos en cuenta esta ‘deformación’ del proceso, ¿qué es lo que recomienda usted, reformar el mecanismo o anularlo por completo?
Personalmente, después de haber visto muchos intentos de reformar modelos, creo que en nuestro país no debería existir – dentro de los mecanismos de democracia directa – la revocatoria. No obstante, soy consciente que es algo muy popular. Y, además, está en la Constitución, por ende habría que cambiar la Carta Magna. Creo que hay que reformar la revocatoria. Los tres organismos electorales presentaron un proyecto de ley para modificar la Ley de Derechos de Participación y Control Ciudadano donde está incluida la revocatoria. Yo participé en la elaboración de dicha propuesta. Se presentó a inicios del año pero lamentablemente los congresistas hicieron caso omiso a esto. Es una propuesta bien sustentada y lo peor de todo es que el primer día útil del año 2016 habrá mucha gente que comprará sus kits para revocar autoridades y muchos de estos (impulsores) serán quienes perdieron el proceso previo.
– Finalmente, se habla mucho de la ansiada reforma política. ¿Cree que debería emularse casos del extranjero o realizar una propia para el Perú?
Es bueno conocer las reformas de otros países para saber ubicar bien la nuestra, pero tomar modelos importados no ha funcionado en ninguna parte. Los modelos funcionan de acuerdo al contexto de cada país. De la misma manera en que no debemos de pensar que nuestros modelos pueden ser exportados. Yo acabo de estar en Colombia, país donde se introdujo el voto preferencial a inicios del año 2000 y ahora se está discutiendo anularlo (El Comercio, 3 de diciembre del 2014).