Nuestra ciudad capital concentra todo. Aquí vive y vota un tercio del electorado nacional. Porcentaje altísimo para cualquier muestra representativa. Pero Lima electoralmente no se refleja en el Perú, aun cuando esto sí fue cierto en algún momento.
Como se recuerda desde 1963 los alcaldes son elegidos en procesos democráticos, salvo el período del gobierno militar. Desde aquella oportunidad los alcaldes de Lima, salvo Eduardo Orrego y Jorge Del Castillo, han sido posteriormente candidatos presidenciales. Lima era el trampolín para la candidatura presidencial, como ocurrió con Luis Bedoya Reyes (1985), Alfonso Barrantes (1990), Ricardo Belmont (1995), Alberto Andrade (2000) y Luis Castañeda (2000 y 2011). Pero ninguno ganó.
Sin embargo, hay una diferencia entre los alcaldes elegidos antes y después del fujimorismo. Esa es, el partido. Luis Bedoya Reyes ganó dos veces Lima (1963 y 1966) encabezando la alianza Acción Popular-Democracia Cristiana, que triunfó en la mayoría de municipios de Lima, así como distritales y provinciales en el resto del país. El partido era importante.
Eduardo Orrego de Acción Popular ganó las elecciones municipales en Lima (1980), así como la mayoría de municipios provinciales y distritales. AP fue importante para este desempeño electoral. Tres años después, Alfonso Barrantes Lingán con Izquierda Unida, gana Lima, muchos municipios distritales de la capital, así como numerosos municipios distritales y provinciales del país. La coalición de partidos de izquierda fue la fuente de su apoyo. Jorge Del Castillo, en 1986, obtiene para el APRA por única vez el municipio capital, así como la mayoría de los municipios distritales y provinciales del país. El partido era importante.
Pero desde 1989, hace 25 años, las cosas han cambiado. El desplome del sistema de partidos, separó Lima del resto del país, por lo que la representación partidaria transita ahora por vías paralelas.
El triunfo de Ricardo Belmont con su llamado Movimiento Obras, es la primera prueba de este fenómeno, en 1989. Belmont carecía tanto de una organización, que no inscribió ningún candidato a los municipios distritales de Lima. Tres años después, 1993, volvió a ganar la alcaldía de Lima y la mayoría de municipios distritales, pero fuera de Lima seguía sin existir. No necesitaba un partido para ganar Lima, pero desaparece fuera de la capital.
Alberto Andrade triunfa en el municipio de la capital pero con una lista a nivel provincial, Somos Lima (1995), y otra de alcance nacional, Somos Perú (1998). Gana en Lima la mayoría de sus distritos, pero fuera de Lima no es significativo.
Luis Castañeda Lossio ganó las elecciones en 2002 y 2006, lo mismo que varios municipios distritales limeños pero a través de la alianza Unidad Nacional. Ocurrió lo mismo en el resto del país, pero donde ganó muy poco.
Puedes ganar Lima y te quedas en Lima. La ausencia de un partido organizado y con fuerza nacional ha reducido las posibilidades de éxito para proyectarse territorialmente y en el tiempo. Por eso los líderes nacionales no apoyan a sus candidatos limeños. Les sirven solo para que aceiten la maquinaria partidaria para el 2016. Por ahora, los libran a su suerte y solo los saludan con un tweet (La República, 11 de setiembre del 2014).
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