El primer ministro en el Perú, es el puesto político más riesgoso del país. Nunca antes un gobierno había tenido tantos gabinetes derivado de las renuncias de sus primeros ministros. El último, René Cornejo apenas duró cinco meses, con lo que a punto de terminar su tercer año de cinco del mandato presidencial, Ollanta Humala ha juramentado a su sexto primer ministro, Ana Jara.
En el Perú se presenta la situación singular que, en la última década de alto crecimiento económico, que podría ser el punto de apoyo favorable a cualquier presidente, ha mostrado por el contrario, el constante rechazo a sus gobernantes, sin distinción de color político. Desde Alejandro Toledo, pasando por Alan García hasta el actual mandatario Ollanta Humala. Ninguno logró generar apoyos sólidos. Por el contrario, desperdiciaron un contexto económico favorable, que por cierto está llegando a su fin.
El caso del presidente Ollanta Humala resulta siendo el más grave. Encumbrado como el candidato del cambio, gracias a su promesa de la Gran Transformación, rápidamente dejó de lado su propuesta para encaminarse a un pragmatismo que lo está llevando a un deterioro, que difícilmente podrá superar. No lo quieren sus iniciales aliados de izquierda y el apoyo posterior desde la derecha, se esfuma rápidamente.
Un factor que ha jugado en contra del gobierno del Partido Nacionalista Peruano (PNP) es justamente ser un gobierno sin partido. Constituido a partir de un liderazgo personalista, con ideas difusas, una precaria maquinaria electoral y un deficitario cuerpo dirigencial, el PNP llenó el Congreso de cuadros cuyo promedio de formación es bajo y sin experiencia política. Su mayor valor es el número, porque suma votaciones, a las que se agregan aliados como Perú Posible de Alejandro Toledo, dando apoyo a un ejecutivo que va perdiendo iniciativas debido, sobre todo, a sus propios problemas internos. Estos no son pocos, en lo que va del gobierno más de una decena de militantes han renunciado a la bancada nacionalista para formar otras dos, en un ya fraccionado parlamento.
En esas circunstancias, el presidente Humala es el mandatario que ha tenido menos ministros de su partido en el gabinete. En varios de los cinco, a ningún nacionalista. Es la consecuencia de carecer de un partido que sea la fuente proveedora de cuadros partidarios para poder gobernar. Por lo tanto, se sirvió de la izquierda (gabinete Lerner) y posteriormente de tecnócratas (gebinetes Valdés, Jimenez, Villanueva, Cornejo).
Y este ha sido básicamente el perfil mayoritario de los ministros, personas carentes de experiencia política, aun cuando, en muchos casos buenos profesionales, pero que sin una conducción política que el primer ministro debía generar. Allí es donde ha jugado un papel fundamental la primera dama Nadine Heredia que, conjuntamente con el mandatario, no permitieron que prosperara un primer ministro con capacidad política para dirigir, negociar, tomar decisiones. En buena cuenta hacer política.
Así las cosas cada ministro hacía en su cartera lo que podía y se le permitía. Lo único permanente ha sido el poderoso ministro de economía Luis Castilla, bien visto por el sector empresarial, sobre el que los primeros ministros nunca tuvieron ascendencia de ninguna clase. De esta manera, el círculo de poder lo conformaba Ollanta Humala, Nadine Heredia y Luis Castilla.
El problema, sin embargo, era que los gabinetes colisionaban con hechos políticos que los rebasaban y no podía enfrentar de manera exitosa al que se le sumaba diferencias entre los propios miembros. Eran cargos de confianza, allí donde no existía tal valor generado por relaciones previas. La entrada y salida de ministros fue tornándose no una oxigenación del gobierno, sino el signo de su precariedad.
Así la renuncia del primer ministro René Cornejo, derivada de una denuncia contra su asesor de pagar para manchar la imagen del congresista opositor Víctor Andrés García Belaunde, ha acelerado un deterioro gubernamental que debe enfrentar un proceso electoral subnacional a inicios de octubre, en medio de nubarrones en el horizonte económico.
Ha asumido la presidencia del consejo de ministros Ana Jara, anteriormente ministra de la mujer y ministra de trabajo, la primera en el gobierno proveniente del Partido Nacionalista y una de las personas más cercanas a la pareja presidencial. Casos parecidos enfrentaron los gobiernos de Toledo y García, cuando la desaprobación a sus gestiones eran altas. Tuvieron que nombrar ministros a los militantes de sus partidos. Fueron los gabinetes más grises y al final del mandato. La diferencia del presente, es que faltan todavía dos años de gobierno, pero da muestras de envejecimiento prematuro (Infolatam, 23 de julio del 2014)..
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