Solo algunos están enterados de que el 24 de noviembre iremos a votar nuevamente y de manera obligatoria, en las llamadas nuevas elecciones municipales (NEM) para Lima. Lo peor de todo, es que el interés será bajo y la molestia, alta. Esto por que a muy pocos les importa solo la elección de regidores, 22 en este caso, que tendrán un mandato de tan solo un año. Más de cien millones de soles, que se contraponen al desinterés, que varios partidos, muy entusiasmados por las revocatorias en marzo, no se presentarán a competir por que no está en juego la alcaldía. Pero hay más que sobre todo no se sabe en Lima.
a) Este domingo 7 de julio se desarrollará en 125 distritos una consulta popular de revocatorias (CPR) de autoridades municipales, que ganaron en las elecciones de octubre del 2010. Por lo que la ola revocatoria prosigue en nuestro país, donde los incentivos se mantienen, dejando en vilo a alcaldes y concejales que pertenecen, en una abrumadora mayoría, a distritos rurales ubicados mayormente en la Sierra y con poblaciones menores de 5 mil electores. En varios de ellos, sin embargo, con presupuestos que han crecido en los últimos años.
Esto hace que para el período municipal 2011-2014, se desarrollen cerca de 400 consultas populares de revocatorias, el más alto como período municipal desde la primera consulta en 1997. Pero lo que se observa nuevamente en estos distritos es la presencia de promotores que han sido candidatos, ex alcaldes o cercanos a ellos.
b) Lo que es más difícil que se sepa, y menos comprender, es que ese mismo día se han convocado en 84 distritos y una provincia nuevas elecciones municipales, siendo los lugares cuyas autoridades han sido revocadas el 30 de setiembre del año pasado. Del total, 34 se trata de concejos municipales enteros. Sin embargo, el número se ha reducido a 71, por que en 13 circunscripciones no se presenta ninguna lista, la mayoría de ellas porque no se revocó al alcalde. El incentivo mayor desapareció y los candidatos también. Es más, entre revocatoria y nueva elección, han ejercido funciones los accesitarios de cada partido, por alrededor de un año. Es decir, se trata de municipios que van a ver pasar tres autoridades distintas, en un período de cuatro años. Así son nuestras reglas de juego, que reiteran los impactos negativos en los gobiernos locales.
c) Pero, lo que solo los involucrados conocerán es que, a final de año, se desarrollarán otras nuevas elecciones municipales. Esto debido a que se tiene que elegir a los que reemplacen a las autoridades revocadas este próximo 7 de julio. Es probable que esta elección se desarrolle conjuntamente con las de Lima Metropolitana, es decir, el 24 de noviembre. Nuevamente, como en los casos anteriores, en el intermedio los accesitarios apenas asumirán funciones por pocos meses y los nuevos elegidos solo alrededor de un año.
Es decir, el diseño de reglas en nuestro país hace que cada cuatro años se elijan autoridades municipales por cada cuatro años. Si por alguna eventualidad no se realizan o se anulan se tienen que desarrollar, a los pocos meses, elecciones complementarias. Pero, en ese período de mandato, en el segundo y tercer año, se producen dos consultas de revocatorias y, derivadas de estas, nuevas elecciones municipales. Es decir, 6 procesos electorales por cada cuatro años, involucrando a miles de electores, revocando a cientos de autoridades, eligiendo a otras tantas autoridades con períodos cortos, todo esto con un gasto al erario de millones de soles. El resultado, sin embargo, es claro y contundente. Este diseño no ha mejorado en nada la calidad de la democracia local ni la mejora en el municipio, atentando gravemente contra cualquier proceso de descentralización en curso.
Es por eso que es una lástima que la Comisión de Constitución del Congreso no haya tomado en cuenta la propuesta legislativa de la Ley de Derechos de Control y Participación Ciudadana (26300), presentada por los tres organismos electorales, en donde en base a un diagnóstico y evaluación del proceso revocador en el Perú se proponen modificaciones que harían que esta ola revocadora no termine en un tsunami destructor (La República, 4 de julio del 2013).
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