En cambio Toledo sí quiere competir, porque sabe de la cercanía de su triunfo, pero obviamente si cambian las condiciones de la competencia. Esta duda lo coloca en desventaja. Mientras Fujimori sí competirá y se preocupa del cómo ganar a Toledo. Este debe resolver primero si compite y después se preocupará del cómo le gana a Fujimori. Por ello, el tiempo corre a favor del candidato-presidente, que no cede en su práctica de sacar ventaja allí donde puede.
La decisión pasa por el candidato Toledo, mientras Fujimori espera. En la medida en que toda decisión existe una cuota de cálculo político, sólo si su evaluación ofrece como resultado que no puede ganar, presumiblemente se retirará. Y es que a diferencia de 1995, en esta oportunidad está más cerca del poder que nunca antes. Sabe que su pérdida en una segunda vuelta, lo colocará en el retiro definitivo o en una larga travesía de otros cinco años. Su decisión es, por lo tanto, todo o nada. La pregunta, por lo tanto, es ¿cuánta desigualdad soportará Toledo para decidir retirarse de la contienda?. Si se retira, sólo le sería favorable si esta salida es acompañada por un apoyo de fuerzas políticas y sociales, observadores electorales y comunidad internacional. Si no es así, probablemente desde su débil lista parlamentaria se generará la desobediencia, algunos de sus miembros por convicción política y otros por convicción salarial. De esta manera, el presidente Fujimori, más allá del malestar internacional, podrá ser ungido por un tercer mandato.
Es decir, a Toledo sólo le serviría retirarse si su renuncia crea una crisis política institucional, que obligue a nuevas elecciones, pero en otras condiciones. Pero, esta decisión no podría anunciarse más allá de los próximos días, dado que la campaña es muy corta. El problema es que el clima político de reflujo, no lo ayuda. La gente en sus casas, no causa presión ni opinión pública, como aquellos tres días después de la primera vuelta, con la gente en las calles. Para que ello no suceda, el gobierno podrá jugar a una nueva desigualdad en la campaña, hasta un punto en que Toledo no se retire. Por lo que al candidato de Perú Posible sólo le queda competir e intentar ganar pese a estas condiciones desfavorables. Para eso tendrá que aceptar que sólo su empatía con el electorado a través de una campaña con un discurso creíble y una actitud segura, lo pueden hacer ganar. En resumen, un reto máximo, en un tiempo mínimo.
(Canal N, Lunes 24 de abril del 2000)