Con el desplome del sistema partidista a inicios de la década del noventa, surgieron varios partidos emergentes que si bien no lograron hacer desaparecer a los partidos de tradición histórica, fueron los más exitosos en elecciones generales. Así Cambio 90, Perú Posible o el Partido Nacionalista llegaron al poder con escasos años de ser fundados. De esta manera, salvo el APRA, en las dos últimas décadas nos han gobernado partidos emergentes.
Sin embargo, a diferencia de un PT brasileño, un Frente Amplio uruguayo o PDR mexicano, que también derrotan a los partidos de tradición histórica, en el Perú, los partidos emergentes han sido débiles orgánicamente y más débiles en términos de representación que no sea la de alcance nacional. Es decir, si los partidos de tradición histórica perdieron la capacidad de representar y canalizar los diversos intereses sociales, los partidos emergentes solo suplieron este vacío a nivel nacional. A nivel sub nacional, el terreno será llenado por los nuevos partidos regionales.
Y es que desde inicios de la década pasada, los partidos regionales han logrado constituirse en polos de atracción electoral, superando a los partidos nacionales, así como a las organizaciones de alcance provincial y distrital. Mientras los partidos nacionales perdían votos delante de los partidos emergentes, desde la década del noventa, ambos lo hacían a expensas de los partidos regionales.
Son varios los factores que han contribuido a esta situación. Desde el 2002, el proceso de regionalización creó un nuevo poder en el gobierno regional al que se le fue sumando competencias y transferencias que incrementó su poder .
De esta manera, el presidente del gobierno regional pasó a ser una de las nuevas figuras políticas, que tenían capacidad de negociación con el gobierno central y cooptación a nivel sub nacional. Junto con los partidos de alcance nacional, son las únicas organizaciones que tienen registro permanente . Las exigencias para inscribir un partido nacional son, en términos comparativos, mayores que las de organizaciones regionales.
De otro lado, los partidos nacionales son vistos como partidos limeños, incapaces de entender la realidad distinta y diversa de las provincias. En la medida en que los partidos nacionales reducían su desempeño al ámbito del Congreso, en medio de un contexto de débil organización, las organizaciones regionales eran sentidas como más próximas.
Pero es por el lado de la negociación con las listas locales, en las elecciones, en donde las organizaciones regionales se mostraron más eficaces. Estas ofrecen ayuda económica y logística a las listas locales, con la condición de que candidateen al interior de sus listas. De esta manera, los candidatos locales se aseguraban recursos y la organización regional, votos. Cosa distinta ocurre con los partidos nacionales, que suelen llegar a las vísperas de las elecciones, piden contribuciones a las listas locales y quieren colocar, como es lógico, a sus militantes en los puestos expectantes. Esta situación se ha ido acentuando en cada elección regional y municipal (La República, 29 de junio del 2012).
Creo que en la percepción de la gente un movimiento regional está más identificado con su pueblo, es más pragmático, mientras que un partido nacional lo vemos como algo lejanos….innumerables versos que buscan votos…