Para ello se sirve del canal público (Canal 7) y privados (de señal abierta y de cable). En el primer caso, convierte al Canal 7, canal del Estado, en canal del gobierno y, por lo tanto, en aparato de propaganda del presidente-candidato. Sólo como ejemplo, diremos que con motivo del lanzamiento de la candidatura de Fujimori dicho canal le otorgó una cobertura de casi 19 minutos en el noticiero, mientras a la de Andrade sólo le ofreció 55 segundos y a Castañeda y Toledo, simplemente los ignoraron. En el caso de los canales privados de señal abierta y uno de cable, el apoyo que recibe Fujimori, es el resultado de diversas formas de presión y persuasión que ha hecho que éstos cierren sus espacios y/o sean utilizados para hacer campaña contra los opositores. Controlados casi todos los canales, las líneas centrales de la política comunicativa oficialista han sido tres:
La primera es la de propaganda a favor. El candidato Fujimori actúa sólo como presidente, para tener réditos como candidato. Esta es una táctica que la ha usado desde siempre, pero más intensamente desde hace un año. En lo que va de la campaña, no ha realizado un solo evento como cabeza de lista de Perú 2000, pero si innumerables presentaciones utilizando su investidura presidencial. Es así como la cobertura de la televisión llega a 38% del total, en los dos últimos meses, pero en los meses anteriores la cifra se eleva a 83%. La campaña a favor es intensa y sistemática.
Una segunda es la propaganda contra los opositores. Esta táctica va desde el silenciamiento de sus actividades, pasando por la información mínima y la abierta contracampaña. Las tonalidades varían de canal a canal –debido más al freno de algunos periodistas que a la apuesta empresarial- llegando a niveles mayúsculos con informes como la serie La Telaraña Roja, transmitido por un canal de señal abierta y Los Caminos del Poder, por un canal de cable. Series que no hacen sino prestarse de los más conocidos argumentos del macartismo anticomunista de décadas pasadas. A ello se le agrega algunos de los programas de la señora Laura Bozo. La contracampaña se dirige con más énfasis contra el candidato que tiene la preferencia del electorado opositor. Primero fue Andrade, después Castañeda y ahora Toledo.
Un tercer elemento y completando el círculo, es la negativa de la televisión privada a vender espacios a los candidatos opositores. Ante la desigual cobertura de la televisión éstos podían comprar espacios, como ha ocurrido en los catorce procesos electorales de los últimos 20 años: cuatro elecciones presidenciales, siete municipales, dos constituyentes y un referéndum. En cada uno de estos procesos los partidos compraban espacios en donde comunicaban lo que querían sin restricción, transmitiéndose en cualquier horario. Por esta razón, los espacios comprados se convertían en el principal temor del gobierno: no poder controlar los mensajes en su contra. Ante la denuncia de los opositores y las recomendaciones de los observadores internacionales, el gobierno ha permitido que los canales entreguen gratuitamente espacios: Pero cualquier televidente puede percibir que se emiten en horarios inapropiados y con formatos centralmente discursivos y controlados, que obviamente no concitan la atención de los ciudadanos, como muestran los informes de los ratings.
Todo lo anterior crea un clima de opinión a favor del presidente-candidato Fujimori que siempre podrá argumentar que existe libertad de prensa, que la variedad de canales permite la competencia y que incluso hay espacios gratuitos entregados por los canales de televisión privada. Por eso, se podrá abrir la televisión en el tiempo que queda para la elección, sin embargo, intensa campaña a favor de Fujimori ya se hizo, la terrible campaña en contra de los opositores ya se desarrolló por largos meses y eso es lo que más han consumido los electores. El daño a una competencia igualitaria a través de la televisión ya está consumado.
(Canal N, Lunes, 13 de marzo del 2000)