Este último, el ejemplo más cercano, pues siendo alcalde reelecto de Lima, fue candidato por el movimiento Obras. Al igual que Andrade, Belmont acusó al gobierno de realizar una sucia campaña contra él. Al final el dueño de RBC no logró sino el 4% de los votos. La historia, sin embargo, no tiene porque repetirse. El actual alcalde de Lima, tanto para seguidores o adversarios, ha realizado una gestión a la cabeza del municipio de Lima que supera largamente a la de Ricardo Belmont.
Pero, las encuestas muestran una intención de voto para Andrade que alcanza sólo la mitad a la mostrada en enero último. Este descenso es producto de la campaña desatada por todos los medios posibles por parte del gobierno. Estos van desde la difamante de los periódicos amarillos que ahora aparecen incluso por televisión, pasando por las contramanifestaciones organizadas en provincias con la anuencia del aparato del Estado, el chantaje desatado contra los alcaldes y concejales de Somos Perú, hasta la larga subvención de la lucha de los trabajadores municipales, hasta la negativa de varios canales de señal abierta de emitir los spots de Andrade. El gobierno le ha sabido crear esa imagen de limeño, pituco y antiobrero al alcalde de Lima. Pero, esta tiene más efecto en la capital que en provincias, como muestran las mismas encuestas.
Pero, a la sistemática campaña del gobierno, hay que agregarle problemas en el lado de Somos Perú. Andrade ha estado entrampado en la organización de su propio partido, resolviendo problemas operativos que se manifestaron en el atraso del lanzamiento de su candidatura, impidiendo por ello, su caída en las encuestas. Apostar por un partido es apostar por un régimen institucionalizado de partidos, pero también por la lentitud de sus movimientos. Por eso los dictadores son tan ágiles. Al no lanzar su candidatura a tiempo le ha impedido trasladarse libremente por el país, y no estar circunscrito a la capital, bregando entre la gestión edil y la contracampaña oficialista. Pero, la política es también el escenario de los gestos y a Andrade le ha faltado producirlos para evitar que el gobierno posicione su imagen como lo ha hecho hasta ahora.
A cinco meses de las elecciones, Andrade se coloca nuevamente en el partidor, con la desventaja de ser tercero, pero como producto de una caída y no como efecto de una subida. Sin embargo, esta pendiente puede ser modificada. Aún tiene cartas para mostrar, como su propia gestión municipal. Como se sabe pronto se inaugurará el gran Parque de la Cultura, que le puede significar buenos réditos. Ha estructurado un equipo de trabajo que puede ser productor de ideas e iniciativas políticas. La ventaja de este equipo es que tiene experiencia política y profesional, que lo coloca en una mejor situación que el de los otros opositores. Pero, el centro de su avance se jugará probablemente en la manera como trate el problema de las alianzas políticas con las otras candidaturas. El tiempo juega en su contra. Alianzas construidas a última hora, pueden ser vistas como oportunistas, pero una competencia con varias candidaturas podrá ser el final de todas las candidaturas opositoras. Por ello el alcalde Andrade tiene la mayor de las responsabilidades.
(Canal N, Lunes 15 de noviembre de 1999)