—Parece que la inestabilidad de los gabinetes en el Ejecutivo empieza a trasladarse al Congreso. Primero salió el congresista Elera tras recibir una condena judicial, y ahora Lady Camones por la difusión del audio de la reunión con Acuña. ¿Qué podemos esperar del nuevo presidente del Parlamento?
—Tanto en el Ejecutivo como en el Parlamento, la rotación de quienes se encargan de gobernar y legislar es alta y no tiene precedentes. En el Ejecutivo tenemos cuatro gabinetes, han jurado 83 ministros, algunas carteras con alta rotación: 7 ministros del Interior y 5 en Agricultura. Muchos no estaban capacitados para el cargo y fueron sustituidos por otros iguales o peores. Así es imposible hacer política pública. Este Ejecutivo no gobierna, y el último mes y medio está organizado en torno a la defensa del presidente. Del lado del Congreso, observamos un fraccionamiento. De las nueve bancadas de origen, ahora tenemos trece. Han dejado su bancada de origen 33 congresistas y eso muestra la falta de adhesión firme con el partido por el que se candidateó. Incluso entre los que se mantienen, se observa falta de cohesión. El transfuguismo ya no es un fenómeno, sino es una recurrencia frecuente. Además, hay diferencias, en algunos casos abiertas y en otros menos, entre la bancada y el partido. Esto se ha mostrado con mayor claridad cuando, por ejemplo, a los dirigentes, líderes o dueños de partidos les conviene el adelanto de elecciones…
—Como ha pedido Keiko Fujimori a su bancada…
—El caso de Keiko es el más visible, pero no creo que sea el único. Está el deseo de los congresistas, que también es legítimo, de mantenerse los cinco años para los que fueron elegidos. Y en medio de esto ocurrió el caso Acuña-Camones. Hay que recordar que esta Mesa Directiva fue elegida como consecuencia de un complejo acuerdo entre varias bancadas. Y dos de sus cuatro miembros ya han salido. Eso no se había visto antes. Se tiene que elegir al nuevo presidente, en medio de un complejo juego de acuerdos. Es altamente probable que no se elija a un miembro de bancada que ya tiene representación en la Mesa Directiva. Y difícilmente será de los extremos, como Perú Libre y las bancadas que formaron los congresistas que salieron de allí, pues no dejan de ser oficialistas. Aquí el tema es la negociación, y hacerlo entre trece no es fácil.
—Entonces, ¿quedarían solo Avanza País y Acción Popular?
—No necesariamente la bancada más numerosa va a colocar al presidente del Congreso. Recordemos que en el año 2000, cuando se censura a Martha Hildebrandt, fue elegido Valentín Paniagua, que formaba parte de una bancada de tres congresistas. Llegan a un acuerdo no solo por su prestigio y calidades personales, sino porque el Gobierno no quería uno de la oposición más firme y numerosa, y la oposición no quería a alguien del fujimorismo.
—¿Podría repetirse?
—Tal vez ahora también podría ser elegido alguien que no tiene bancada. Pero el acuerdo que hicieron en julio para elegir la Mesa Directiva era que si, por alguna razón, el presidente del Congreso debía ocupar el cargo del jefe del Estado en una transición, tenían que elegir a un nuevo presidente. Ahora también, además de decidir a quién se elige, verían por cuánto tiempo en el hipotético caso de una sucesión presidencial. Ahorita todos están haciendo números. Hay cuatro y hasta cinco bancadas más oficialistas y tres más opositoras, pero tienes en medio un numeroso grupo de congresistas, e incluso no está garantizado que las bancadas se partan al momento de la votación.
—La Comisión de Constitución acaba de poner en agenda los proyectos de ley de adelanto de elecciones. ¿Les ve futuro?
—Los líderes de los partidos quisieran elecciones lo más pronto posible y no esperar al 2026. Así se les abre una nueva posibilidad. Pero los congresistas han sido elegidos por cinco años, y ellos quieren quedarse, más aún cuando tienen impedimento de reelegirse. Ellos pierden todo. Es un tema de incentivos, los que deberían plantearse al momento de la negociación para que los congresistas puedan ceder. En el año 2000, se indemnizó a los congresistas, pero además ellos tenían la posibilidad de volver a candidatear.
—¿Qué cambios deben hacerse ante un eventual adelanto de elecciones para no repetir lo que vivimos ahora?
—Los congresistas en este momento no tienen ninguna iniciativa para votar el adelanto de elecciones. Les interesa la vacancia. Se han salido 33 congresistas de sus bancadas, con lo que se desentienden de los jefes de los partidos que los llevaron al Congreso, y muchos otros ingresaron al partido poco tiempo antes, así que no sienten la necesidad de pagar el precio con acortar su período de mandato. De igual manera, el presidente de la República no tiene deseo de renunciar. Para ellos la estabilidad es esa, así sea a costa del deterioro de las instituciones y de la política en general. Tendría que haber factores que aticen el adelanto de elecciones, pero no es fácil.
—Si se inhabilita a la vicepresidenta y se vaca al presidente, se debe convocar a elecciones generales. ¿Qué modificaciones debe haber?
—Se dice que debe haber una reforma política antes de las elecciones. Eso requiere un acuerdo y debate a fondo. Pero hay dos niveles: reforma electoral y la política. La primera es la modificación de reglas de juego de las elecciones, mientras que la reforma política incluye cambios en las instituciones y sus reglas. La gente no quiere que lo haga este Congreso, sino que se vaya, igual que el presidente. Debe haber una reforma de dos pasos: primero la electoral, y el compromiso de que algunos temas los aborde el próximo Congreso en un año o menos. Los puntos claves de la reforma electoral son realizar las elecciones primarias suspendidas con el pretexto del covid, que las elecciones parlamentarias sean en la segunda vuelta presidencial, eliminar el voto preferencial, que no puedan ser candidatos los sentenciados por terrorismo y corrupción, entre otros delitos, así hayan cumplido su condena. Y la reforma política tendrá que ver la bicameralidad, la eliminación de la vacancia por incapacidad moral e incluir alguna medida que permita una suerte de juicio político al presidente.
—¿Y la reelección?
—La no reelección está mostrando su lado perverso. Este Congreso es de los no reelegidos y la calidad es cada vez peor. Se necesita que los políticos puedan hacer carrera política, y el elector decidirá si les da su apoyo. En consecuencia, debe haber reelección en el Parlamento, y de la misma manera para gobernadores regionales y alcaldes. Lo único que debe limitarse es la reelección presidencial (La República, jueves 8 de setiembre del 2021).