Fernando Tuesta Soldevilla analiza la gestión presidencial y concluye que el inquilino de Palacio está aquejado de una extrema debilidad. Confirma también que no está seguro de que logre terminar su mandato
(Entrevista de Rebeca Diz para Hildebrandt en sus Trece. Foto: César Zamalloa)
– Si tuviera delante a sus alumnos y tuviera que resumir en una frase su opinión sobre las tres primeras entrevistas al presidente, ¿qué les diría?
-Las entrevistas han mostrado con claridad el perfil de un presidente que suponíamos con esas debilidades y esas vulnerabilidades: se ha evidenciado lo que se presumía.
-¿No cree que en realidad Castillo no tenía ni la menor idea de lo que suponía ser presidente?
-Él mismo ha declarado que no estaba preparado. Bueno, él no estaba preparado para el cargo y nosotros para un presidente de estas características. El problema del presidente Castillo no es solo comunicativo sino de ideas. Por lo tanto, la confusión que tiene se expresa en la poca claridad de lo que dice. La palabra más usada por el presidente es “pueblo”. Es su referencia permanente. ¿Quiénes constituyen parte del pueblo? ¿Quiénes no? En realidad, es una abstracción sin contenido. Es un refugio para referirse a todo sin decir nada.
-¿Cuánta responsabilidad tiene la izquierda de que tengamos un “presidente precario” en Palacio?
-(…) El candidato “natural” –término que le gusta utilizar a la izquierda– de Perú Libre era Vladimir Cerrón que, como sabemos, no pudo serlo. Entonces era la búsqueda de alguien que le permitiera al partido superar el umbral. (…) Hasta allí su máxima aspiración. Y como muchos partidos, llevó a candidatos no tanto por sus capacidades de liderazgo que pudieran plasmarse en un buen gobierno sino a personajes que pudieran arrastrar votos.
-Usted habla de la responsabilidad de la izquierda política, pero yo le pregunto por la responsabilidad de la izquierda intelectual. ¿No debiera la academia, esa a la que la derecha llama caviares, asumir su cuota de responsabilidad por no haber preparado a sus líderes?
-El mundo de la intelectualidad y el mundo académico hace tiempo que se distanciaron de los partidos. Ya es casi muy raro encontrar a gente que venga de estos ámbitos comprometidos con los partidos. No es sólo un fenómeno peruano, pero aquí esto es mucho más claro. Hay muchos desincentivos para no comprometerse. Eso, por un lado. Y por el otro, quienes ahora tienen las riendas de los diferentes grupos de izquierda tampoco desarrollan prácticas para atraer. Si existe alguna responsabilidad, no sería de ahora. Creo que esto se rompió desde los 90, aproximadamente.
-Esta izquierda intelectual que decidió hacer maletas para instalarse en algún paraíso a pensar, ¿no debería estar mirando con rezagos de envidia a Chile y al flamante presidente Gabriel Boric, salido de la cantera del Partido Comunista?
-(…) La élite política chilena ha producido partidos y ha construido instituciones, cosa que nosotros no hemos hecho. Estamos lejos de eso. Es más, lo que se ha hecho en el Perú es que los propios partidos han socavado su propio piso. Y claro, uno ve las élites políticas de la región…
-Bueno, hasta Evo Morales, cuyo origen también es el sindicalismo, tenía una concepción de Estado y qué quería para Bolivia…
-Largamente (…) Evo Morales llega a la presidencia con apoyo enormemente alto, tan alto que él y el MAS pudieron poner en acción sus propuestas. Uno puede tener discrepancias, pero había una propuesta. El Perú tiene una fractura de deconstrucción del Estado desde los 90 (…)
-¿Este Castillo de las entrevistas podría intentar remedar un gobierno a la boliviana o llevarnos al despeñadero por el que se aventó Venezuela?
-Pedro Castillo –y lo hemos dicho desde el principio– es un presidente extremadamente débil tanto por su formación como por sus elementos de apoyo. Ahí se ve casi una continuidad de los últimos presidentes: no tiene partido, no tiene una bancada propia, pero además no tiene referencias sociales importantes, enraizadas, y eso lo hace muy débil. Pedro Castillo y su gobierno están lejos de querer enrumbarnos hacia gobiernos de Venezuela, Nicaragua o hasta Bolivia. Ese es el desconocimiento enorme de esos procesos políticos. Castillo, por lo demás, en estas tres entrevistas ha tratado de transmitir la idea de que no es el cuco que dicen. Al contrario, él dice que convoca a todos, que quiere a la empresa privada, corriéndose hacia el centro. Y toma clara distancia de Perú Libre. Yo creo que está lejos aquel candidato que podía inflamar a las masas en los mítines fuera de Lima, pero a su vez cobija elementos conservadores y contrarreformistas. (…) Esto va a ser un duro golpe para las izquierdas en general.
-Verónika Mendoza tiene un pie en Palacio con algunos ministros y, sin embargo, está desaparecida de escena. ¿Es un cálculo político o simplemente ya no tiene nada que decir?
-(…) Ella ha hecho algunos esfuerzos, que casi no se notan, de tomar distancia del gobierno y ser una suerte de apoyo crítico. Sin embargo, es subsumida por los compromisos que contrae con el gobierno bajo esta idea –creo yo simplificada– de que el enemigo principal es la derecha que quiere tirarse abajo al gobierno y, por lo tanto, hay que apoyar a este gobierno de Castillo.
-¿Cree que Mendoza todavía tiene futuro como candidata o se le pasó el tren?
-(…) Creo que con el gobierno de Castillo no va a haber revolución y ni siquiera reforma. Esto creo que va a pasar factura a toda la izquierda en general y que pueda haber un momento en que se asemeje a una izquierda disminuida como fue la izquierda de los 90.
-Usted varias veces en sus columnas ha dicho que si el mandatario no es capaz de construirse como un líder firme, no va a lograr terminar su mandato. ¿Se ratifica?
-Cuando hay un presidente sobre el que casi se hace a diario esa pregunta desde el inicio de su mandato es porque está ya instalada la duda. Eso es parte de la realidad. Recién hemos transitado la décima parte de su mandato y ya es un presidente que no solamente muestra limitaciones sino que tiene escaso apoyo de la opinión pública y, al contrario, un alto rechazo…
-Usted escribió también que han sido “los cien primeros peores días de la historia”…
-Sí, basta ver a los presidentes de este siglo. Es cierto que nunca un presidente tuvo una oposición tan encarnizada desde el inicio de su mandato, que, además, no era reconocido por el sector de derecha o extrema derecha. Pero también es cierto que, dadas las circunstancias, el gobierno y él como principal responsable se han disparado ene veces al pie. En las entrevistas, él no quiere reconocer que es responsable de eso. Cuando en las entrevistas se le pregunta por las designaciones, él dice que no sabía que estas personas iban a responder así. La verdad es que es una respuesta que no lo ayuda. Pero es su realidad: el hecho de no tener una formación política, sus redes más próximas son vecinales, amicales, familiares. Y de allí han salido los nombramientos cuestionados.
-¿Usted cree que estas entrevistas van a servir para calmar a la derecha que se negó a aceptar los resultados electorales?
-Hay una derecha recalcitrante –yo diría golpista también– para la que la democracia es meramente instrumental y que cree que esto es el comunismo, que “hay un fantasma que recorre el Perú hace tiempo y está encarnado en Pedro Castillo”. Ellos seguirán en la misma posición porque no es un tema de evidencias, es un tema de creencias. Y otro sector que, efectivamente, verá que Castillo no podrá hacer eso que tanto les preocupa. (…)
–El presidente tiene una formación mínima y hasta dificultades para expresarse a pesar de no ser quechuahablante. Es, sin embargo, profesor de colegio. ¿Un drama que revela la verdadera dimensión de la precariedad de la educación en el país…? –
También. Yo hice esta reflexión porque el tema no es sólo comunicativo. Él puede no ser un político experimentado, pero es profesor y, por lo tanto, debiera tener instrumentos del lenguaje sencillos que hagan que se le entienda. A él no se le entiende.
-Uno tiene que intuir lo que quiere decir el presidente. ¿Esto no se presta, también, para que sus detractores utilicen sus declaraciones para triturarlo?
-Se requiere más de una pregunta sobre un tema para saber qué está pensando y, a veces, cuando se le repregunta, resulta que es otra cosa. Cuando él dice, por ejemplo, “yo no fui formado para ser presidente, algunos se fueron al exterior, yo me quedé luchando con mi pueblo”, ¿qué quiere decir con esto?…
– Si uno hilvana las respuestas, pareciera que quería dispararle una puya a Keiko Fujimori, pero el tiro le salió por la culata…
-Claro, esa idea hay que intuirla y una persona que no tenga contexto no la entiende. Y luego dice: “Yo no he tenido una inducción”. ¿Qué quiere decir? Eso es todo un tema.
–La derecha, que presume de haber gobernado los últimos 30 años con un modelo económico exitoso, ¿no debería asumir el gran fracaso de la educación pública?
-Sabes lo que pasa, en el Perú los políticos nunca reconocen sus errores. Si ni siquiera reconocen un resultado electoral, menos van a reconocer algo derivado de una reflexión mayor. Aquí, los políticos atribuyen sus limitaciones y fracasos al otro, al competidor, al opositor.
-Castillo no va a calmar a la extrema derecha ni a Keiko Fujimori. ¿Tiene alguna posibilidad de sentarse a negociar de tú a tú con algún líder político?
-Él es un problema, pero al frente no hay mucho para escoger. Tienes a Fuerza Popular, Renovación Popular y Avanza País como una alianza cada vez más cohesionada que tiene como propósito hacer todos los intentos para vacar a Castillo. Y luego tienes estas fuerzas intermedias: Acción Popular, Podemos, Alianza para el Progreso, que son las que ahora inclinan la balanza en uno y otro sentido. Si él toma distancia de Perú Libre, esas son las bancadas que, de una u otra manera, podrían ser su soporte…
-¿Depender de César Acuña?
-Claro. Por un lado, el perfil de estas agrupaciones y, por otro, porque estos partidos dirán que es un gobierno débil, desaprobado y no quieren que los asocien a su destino y, probablemente, a su fracaso. Tenemos un panorama evidentemente complicado.
-¿A usted no le queda duda de que se ha distanciado del feudo de Cerrón?
-En las entrevistas lo ha dejado claro…
-¿No cree que también en ese punto se aferró a la ambigüedad?
-No dijo: “yo renuncio al partido”. Pero yo creo que de alguna manera ha enviado mensajes a estas bancadas intermedias sin que a su vez aparezca él rompiendo abiertamente con Perú Libre porque el peor enemigo en política es aquel que fue tu aliado. Cerrón conoce mucho como para no utilizar todo lo que tiene desde una postura opositora.
-Más allá de la Constitución, ¿no cree que en el fondo el discurso populista de Keiko Fujimori y el de Castillo tienen más similitudes que diferencias?
-Efectivamente, dentro del ámbito del populismo, con posturas conservadoras, mercantilistas, tanto Perú Libre como Fuerza Popular y otros apoyando a intereses informales…
-Eso es lo que se ha visto en este Congreso…
-Totalmente. Tú ves que en el tema de la reforma universitaria se dan la mano, en el tema del transporte informal se dan la mano, si es que no se dan los hombros, por poner sólo los casos más “vistosos”.
-¿De las entrevistas presidenciales se desprende alguna capacidad para rectificar y reencaminar su mandato o seguirá a trompicones hasta que lo bajen del caballo?
-Entre el 28 de julio y hoy día evidentemente que ha habido diferencias en la composición de su gobierno y de su entorno, pero no fue porque él se haya dado cuenta sino que eso fue producto del control fiscalizador que han hecho sobre todo los medios de comunicación.
-No hay duda, los medios han hecho su trabajo. Dicho esto, ¿se imagina a esos mismos medios de comunicación poniéndole una cámara en la puerta a alguna de las casas de Alan García, o poniéndole una cámara a PPK en las puertas del Country Club?
-No, sin duda. Y en el caso de Alan García, en la puerta del Instituto de Gobierno de la Universidad San Martín de Porres… Bueno, en ese momento algunos pocos medios sí lo revelaron, pero es cierto que en el caso de Castillo ha habido un realineamiento de los medios de comunicación. (…) Pero esto no hace menos el problema de Castillo que, si no está involucrado, es un irresponsable por estar rodeado de estos escándalos. ¿Que los medios de comunicación se han ensañado? Sí, sin duda, como suele ocurrir. (…)
-Una cosa es estar alineado y tener una posición editorial y otra bombardear para arrasar…
-Un excandidato habla de matar al presidente, otro ha hablado de un golpe de Estado… eso, si hubiera sido del lado de Perú Libre, hubiera sido un escándalo. ¿Con Keiko en la presidencia hubiera sido distinto? Es probable. Sí, pues, hay, sin duda, un doble estándar. Pero, insisto: eso no hace menores los escándalos de Castillo porque es el que está gobernando y se merece toda la atención (Hildebrandt en sus Trece, viernes 28 de enero del 2022)•