La aprobación por el Congreso de la República de otorgar el derecho a voto a los militares y policías constituye un avance institucional, aun cuando limitado pues no pueden ser elegidos. Se termina así de incorporar al último sector de la ciudadanía al sufragio, democratizando de esta manera a las Fuerzas Armadas y Policiales.
Por cierto, la ley de desarrollo constitucional deberá proveer de garantías y dar por finalizado los temores que sobre los militares se han cernido en nuestra historia electoral, siendo el principal de ellos el fantasma del llamado politización de los cuarteles. Si bien gran parte de le exclusión de los militares se debió a la historia de intervenciones en la vida política a través de golpes de estado, la lectura fue equívoca y la medida no funcional. Los militares ingresaban violentamente a la política, sin necesitar de tener derecho a sufragio.
Ahora se debe partir y mantener la idea que estamos delante de ciudadanos iguales, sin diferencias. Los militares votarán como cualquier ciudadano, así los quieran manipular, gracias a que el voto secreto y así lo usarán. Sin embargo, los que temen a la manipulación no consideran que hacer propaganda en los cuarteles será sancionada, de la misma manera que se sanciona hacer propaganda en un colegio, un hospital público, en un ministerio y cualquier recinto de la administración pública peruana. Los cuarteles no será una excepción y deberá ser castigado severamente como a cualquier ciudadano.
Actualmente, los policías y militares tienen su DNI y se han inscrito en su distrito de residencia. Es allí donde se les debe integrar a una mesa de sufragio. No es necesario y por el contrario inconveniente, agruparlos en un padrón especial que correspondería a mesas especiales. Esto sí abriría la puerta a la manipulación. Por el contrario, el día de la jornada electoral, deben sufragar en la mesa de votación que les corresponde. Los que se encuentran de franco, no tendrán problemas y los que laboran aquel día formando parte de la seguridad de los locales o de seguridad del material electoral, deberán ser distribuidos adecuadamente para que sufraguen sin problemas con el voto rápido que otorga la ONPE, como ocurre con periodistas u otros profesionales que trabajan ese día. Los que son desplazados fuera de su lugar de votación, se les otorgará dispensa al sufragio, por lo que no hay necesidad pues de padrón especial.
Pero así como se ha democratizado a las Fuerzas Armadas, al lado de estas medidas será necesario complementarlas con la desmilitarizar las elecciones. Si bien las Fuerzas Armadas y policiales resguardan los locales de votación, lo propio es que ya no esté presente un soldado en casi cada mesa de votación, sino que se encarguen de cuidar el perímetro y las entradas de los locales. La organización deberá recaer exclusivamente en los ciudadanos y los organismos electorales. Las Fuerzas Armadas y Policiales deben constituir efectivamente un soporte, pero no una suplantación de funciones. De la misma manera, ya no más se deberá entregar una copia del acta electoral que increíblemente la recibe desde hace 40 años, según ley. Esa función dirimente que le otorgaba en más de una oportunidad, se debe terminar por el bien de nuestros procesos electorales y la propia protección de las instituciones.
(El Comercio, 16 de marzo del 2005)
Oiga don Fernando, no cree usted que para ser más consecuentes, los militares tampoco deberían custodiar urna alguna… y, sí no es mucho pedir, que de unas vez por todas deroguen la ley de la obligatoriedad de inscripción en el registro militar y la libreta militar (como muchos peruanos yo nunca quise serlo) y que… la proxima vez (siempre va a haber gente que la quiera hacer otra vez) que la prensa no se haga a la despeinada y diga lo que está pasando (la cooptación de altos mandos, las actas de sujeción, los escuadrones paramilitares, las compras de armas con truco, las peleas para que “te destaquen a la Selva” -ahora a Ayacucho. zona cocalera-).