La lista izquierdista encabezada por Pease-Azcueta cuenta, cuando se inicia la campaña, con una serie de elementos a su favor que la hace favorita. En los tres procesos municipales, desde 1980, IU ha sido en Lima la fuerza política de mayor consistencia electoral, variando su rango de apoyo de un 28% hasta un 36%. El grueso de este respaldo lo ha obtenido en sectores populares cuya proporción dentro del universo electoral limeño de cada vez mayor. De otro lado, el frente izquierdista cuenta con una maquinaria política importante y con una militancia experimentada para el proselitismo electoral, factores claves cuando se carece de un respaldo económico importante. Por otro lado, cuenta en su haber el presentar a dos candidatos que fueron los competidores de la única justa electoral democrática en las que los resultados se respetaron. Este es un hecho que el frente izquierdista puede mostrar como ventaja en comparación de sus competidores. Ninguno tiene la misma carta de presentación. Finalmente, pero no menos importante, es la acertada combinación de la candidatura de Pease y Azcueta. Los dos conocen ampliamente el quehacer municipal. El primero, en la administración provincial reconocido como un político ejecutivo; el segundo considerado como uno de los mejores alcaldes distritales. Como terna son los únicos candidatos con experiencia municipal reconocida. Pease aporta la imagen de la eficiencia ejecutiva, Azcueta el carisma popular. Al lado de estos elementos, IU encuentra varios problemas que le pueden restar el apoyo necesario: esta lid electoral se corre casi paralelamente con las presidenciales. En esa mediada la indefinición del CDN de IU para resolver su relación con Barrantes no hace sino debilitar su propia identidad, y carecer de iniciativa política, en el momento en que Vargas Llosa se encuentra en plena campaña electoral, apoyando de manera decidida a los candidatos municipales del Fredemo. De otro lado, por más que IU muestre indiferencia ante la presencia incómoda del Acuerdo Socialista, éste le restará votos -quizá decisivos en el resultado final- por lo que tarde o temprano se tendrá que ocupar de él. Conflicto que con seguridad será amplificado por la prensa. Para el frente izquierdista el triunfo municipal, especialmente en Lima, es crucial tanto para cohesionar su organización, luego de la defección del ASI, como para tratar -previa elección democrática de sus candidatos- pasar a la segunda vuelta en las presidenciales del próximo año.
La política oligárquica del acuerdo a puerta cerrada o de la decisión unilateral de los jefes-caudillos siempre muestra sorpresas. Es el caso del ex-ministro de energía Juan Incháustegui, candidato de la derecha peruana para Lima, elegido a espaldas de las bases populistas. No es difícil darse cuenta, luego de sus primeras presentaciones públicas, que es el peor candidato para una opción que podía mostrarse como ganadora. La derecha tiene un candidato que sólo tiene buenas intenciones, pero que carece de todo conocimiento y experiencia municipal. Pero no todo candidato malo pierde como lo demostró Del Castillo en 1986. Hay algunos elementos a favor de Incháustegui: los vientos, por ejemplo. En estos tiempos soplan con fuerte tendencia conservadora. Por las mismas razones expuestas anteriormente, en este caso la campaña presidencial del Fredemo será su mejor aliado. La imagen ganadora de Vargas Llosa contrarrestará las limitaciones del candidato derechista, que además, contará con un importante apoyo económico que se traducirá en una contundente campaña publicitaria. Sin embargo, en la medida que parte de su electorado se sitúa en sectores medios, la presencia de Belmont podría restarle algún apoyo a la candidatura de Incháustegui.
En el caso del Apra, Mercedes Cabanillas es una buena candidata para un partido perdedor. El Apra, al igual que el ASI, tuvo que cambiar la ley electoral, para improvisar una candidatura. Las circunstancias no han sido las mejores para la ministra de Educación que en los últimos tiempos se perfiló como una mujer con liderazgo propio. Sin embargo, el costo que tiene que pagar su partido en el Ejecutivo y el municipio no es poca cosa. La ministra estará constantemente sometida a los recuerdos de una hiperinflación galopante y a la promesa de un tren eléctrico no construido. Su lista, que nada tiene que ver con las elecciones internas del Apra, ha sido confeccionada más con criterios publicitarios -donde abundan las figuras del mundo artístico que ha llevado a que algunos la califiquen criollamente como la "Peña de Meche"- que con objetivos político-municipales. Hay que recordar que la plaza de Lima ha sido mayormente esquiva al Apra, donde sólo ganó la alcaldía en 1986, luego de cinco intentos. De todas maneras el Apra puede, con Mercedes Cabanillas, amortiguar la drástica disminución electoral que le espera y alentar una mejor posibilidad de Alva Castro para el 90.
En relación al Acuerdo Socialista de Izquierda (ASI) su nacimiento fue poco auspicioso. El haber apoyado una ley amañada le cuesta ser visto como oportunista. Este acto, sumado al cambio total de su lista –que supuestamente emana de comicios internos por lo que sus líderes calificaron de masivo e intachable- por otra conformada a telefonazos, hace pensar que su propuesta de socialismo en democracia es pura retórica. En pocas palabras, pragmatismo y poca ética política. Pero mal que le pese a IU, el Acuerdo Socialista tiene derecho a existir y existe. El ASI tiene en su haber la candidatura de Enrique Bernales, reconocido parlamentario y buen polemista, hombre más representativo de la nueva propuesta de centro-izquierda para Lima, pero cuyas aspiraciones son de mayor aliento. Por ahora lo que los acuerdistas llaman renovar el socialismo no es más que su desplazamiento al centro del espectro político. Para ello no sólo han concentrado sus baterías contra Izquierda Unida sino que requieren diferencias de ella, para no aparecer como un capricho político. Esta misma dinámica hará inviable una candidatura única de izquierda para el 90. El ASI tendrá a su favor, como ya ha sido mostrado en los últimos días, la anuencia de los grandes medios de comunicación que en otra oportunidad le hubiera sido adversa. Sin embargo, no tiene ninguna posibilidad de ganar. Su maquinaria política es débil, en la medida de sus partidos más importantes son, a nivel del movimiento social, poco enraizados. Juegan, asimismo, contra el desprestigio de haber fraccionado IU y de haber desarrollado una campaña confusionista. En la práctica y así no lo quieran sus componentes, su papel se reducirá fundamentalmente a restar votos a IU, quizá hasta hacerla perder. Las demás candidaturas, como muestra la experiencia de los últimos comicios municipales, salvo Belmont que querrá reeditar el "fenómeno boliviano" de Palenque, serán sólo competidores perdedores de una campaña que será fundamentalmente política.
(La República 23 de Agosto de 1989)