¿Las recientes primarias contribuyen en algo a mejorar la calidad de las elecciones? La respuesta es no. Más allá de alguna noticia sobre un candidato ganador o un conflicto entre varios, la realidad es desalentadora. Es la consecuencia de una práctica poco democrática y de una legislación ineficaz que privilegia la selección de candidatos en manos de muy pocos.
Hasta antes de las elecciones del 2006, los partidos inscribían a sus candidatos directamente ante el JNE. La selección era una actividad privada. La Ley de Partidos del 2003 estableció reglas sobre democracia interna: tres modalidades de selección, abierta, directa y por delegados. Casi todos preferían delegados. La ONPE solo brindaba asistencia técnica si el partido la solicitaba. Estas elecciones tenían baja participación y resultados cuestionados por la propia militancia.
En el 2019 se modificó el sistema para establecer como única modalidad las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO), con cuatro objetivos: mayor participación —intervenían todos los electores—; legitimidad; competitividad con candidaturas individuales y no por listas; y reducción del número de partidos mediante un umbral que eliminaría cascarones.
Esto no agradó a las dirigencias, que lograron que el Congreso suspendiera las PASO en 2021 y 2022, y finalmente las eliminara, regresando a tres modalidades. De las 39 organizaciones, ninguna eligió la abierta; solo el APRA y Renovación Popular optaron por la directa; las otras 37, por delegados. En participación, si en 2021 solo votó el 5% de la militancia, ahora es desconocida, pues no interviene la autoridad electoral. En competencia, salvo el APRA —que la aplicó para la fórmula presidencial y el parlamento— pocos partidos hicieron algo similar; la mayoría presentó lista única. Todo estaba decidido.
Cada partido eligió delegados según estatutos: desde 105 (Fuerza Popular) hasta 3 (Alianza Fuerza y Libertad). Se reunieron este domingo y eligieron a todos los candidatos. La ley es permisiva: basta con que participe el 10% de delegados para seguir en carrera. Así, no habrá reducción del número de partidos: participarán las 39 organizaciones.
En conclusión, las primarias partidarias son un mero formalismo: más del 95% de las candidaturas ya estaban decididas, con normas que solo complejizan el proceso, un gasto enorme para el Estado y una franja electoral mal usada que costó cerca de cinco millones de soles. Preferible sincerar la realidad creada por el Congreso: que los partidos se organicen privadamente e inscriban directamente a sus candidatos como antes. Así se ahorra tiempo y dinero público mal empleado. En un sistema saturado de organizaciones sin vida interna, insistir en primarias que no generan competencia ni participación solo prolonga la ficción de que existen partidos reales (Perú21, lunes 8 de diciembre del 2025).


