En el Perú, cinco meses es el largo plazo. Es lo que nos separa de las elecciones del 12 de abril del próximo año. Como corresponde a una elección peruana y compleja, salvo Rafael López Aliaga y Keiko Fujimori, el resto de candidatos siente que será el feliz afortunado que sorprenderá en el último tramo de la jornada.
Los nombrados —más César Acuña, Phillip Butters y Carlos Álvarez—, a diferencia del resto, están en campaña desde el año pasado y reciben la atención mayoritaria de los grandes medios. Sin embargo, según Ipsos, la captación de intención de voto es magra. Para Rafael López Aliaga y Keiko Fujimori esto es peligroso: si caen algunos puntos, no podrán recuperarse. Ya no hay tiempo.
La segunda vuelta, sin embargo, tiene otra dinámica. Rafael López Aliaga, que aparece primero en todos los sondeos, concentra su mayor apoyo en Lima y, dentro de ella, en el nivel socioeconómico A —diez veces mayor que el E—. Su intención de voto es tres veces más alta en la capital que fuera de ella. En el caso de Keiko Fujimori, ocurre algo similar, aunque con una distribución territorial más equilibrada. Aun así, el desgaste de tres elecciones perdidas y el antikeikismo le juegan en contra.
Excluido Martín Vizcarra, quien parece será sentenciado pronto, el proceso de transfusión de intención de voto hacia su hermano Mario es alto. Lo suficiente como para estar muy cerca de los dos anteriormente mencionados. Falta saber si aquellos que aún los confunden insistirán en darle su voto al hermano desconocido. Mario Vizcarra está mejor posicionado fuera de Lima que en la capital y disputa las preferencias de los jóvenes a Rafael López Aliaga.
El APRA y Acción Popular todavía no tienen candidato. Necesitan una locomotora que complemente su marca partidaria, aunque el preferido de las bases no siempre es el mejor candidato frente al elector. César Acuña y George Forsyth, con el apoyo de APP y Somos Perú, pueden recoger algo en regiones, quizá lo suficiente para ingresar al Parlamento, pero difícilmente alcanzar la presidencia. A la expectativa están Alfonso López Chau —que apareció muy pronto—, Carlos Espá y Rafael Belaunde. En la izquierda, no hay quién la escriba ni quién conquiste el mítico voto del sur. Siempre puede aparecer un NN a última hora, pero no hay garantía de que eso ocurra.
Un error frecuente es proyectar la intención de voto presidencial sobre la parlamentaria. Algunos candidatos arrastran votos para el Congreso y otros, muy pocos. Esta vez, el escenario será aún más complejo: diputados, dos formas distintas de elegir senadores y Parlamento Andino. Treinta y nueve organizaciones competirán en cinco elecciones simultáneas. Si se desea votar en cada una, habrá que marcar cinco veces por símbolos de partido y siete votos preferenciales. Y luego critican a quienes aún no deciden su voto (Perú21, lunes 17 de noviembre del 2025).


