Como se recordará, en 2021 Perú Libre fue el vehículo electoral triunfante con Pedro Castillo, Dina Boluarte y Vladimir Cerrón como fórmula presidencial. Esta vez, Cerrón —el así certeramente llamado “prófugo menos buscado del país”— la encabeza. Se mostrará nuevamente y querrá cosechar el voto de izquierda. Pero la siembra no ha sido buena.
Aquel triunfo fue sorprendente, como suele ocurrir con los outsiders, luego de los fracasos de Perú Libre en las elecciones de 2016, 2018 y 2020. El voto identitario por Pedro Castillo —que iba más allá de su discurso populista y su programa inviable— sirvió también como locomotora que jaló a su lista parlamentaria, convirtiéndose en la mayoría relativa del Parlamento, lo que le permitió compartir la Mesa Directiva y comisiones importantes en el Congreso. Sin embargo, fue el alineamiento de varias circunstancias lo que permitió el triunfo castillista. Sin ellas, este se esfumó. Tanto así que, al año siguiente, el partido no consiguió un solo Gobierno regional ni una Alcaldía provincial.
Es la organización de izquierda que más provecho sacó —en menor medida, Juntos por el Perú— de los gobiernos corruptos, al sostener tanto a Pedro Castillo como a Dina Boluarte: dos caras de la misma moneda de un partido con discurso marxista-leninista para la militancia, pero aliado en los hechos con la variada derecha existente. Y es que se trata de la estirpe de los partidos comunistas burocráticos, con olor a Europa del Este en lo económico y conservadores en lo social y cultural. Es, en esencia, un partido personalista y pragmático; por eso, no sorprende que haya postulado a Ricardo Belmont a la alcaldía de Lima en 2018, para luego hacer lo mismo con el sindicalista Pedro Castillo —quien había pasado por las filas de Perú Posible— en 2021.
Pero de aquel partido que triunfó por azar queda poco. Tan poco que, de los 37 congresistas, solo quedan 11. Sin embargo, es un pequeño partido con el mayor financiamiento público quinquenal: más de diez millones de soles. Todo manejado por Vladimir Cerrón, en una organización reducida a un círculo amical y familiar, sobre todo con el leal y aquiescente Waldemar, promotor de innumerables proyectos de ley cargadamente demagógicos, como la creación de decenas de universidades públicas.
Pese a estar prófugo, Vladimir Cerrón podrá postular. Ha sido lo suficientemente astuto para mantener influencia, primero con cargos en el gobierno de Castillo y, luego desde el Parlamento en el periodo de Dina Boluarte, conseguir y desacreditar a su paso la Defensoría del Pueblo, así como leyes de protección. En la campaña, Perú Libre tendrá cuentas por pagar. Ahora no habrá azar que lo ilumine. Nadie le dará las gracias por sus servicios prestados. Más bien, todos le endosarán la responsabilidad de este nefasto quinquenio (Perú21, lunes 10 de noviembre del 2025).


