La composición del próximo Parlamento peruano reflejará una paradoja del último medio siglo: nunca como ahora el Congreso ha sido tan desaprobado y, sin embargo, todo se encamina a que la mayoría de los partidos que lo integran se mantendrán, pese a la mayor oferta electoral.
Las reglas electorales actuales, con altos umbrales, reducen drásticamente la representación. Si se simula la composición de los parlamentos de este siglo con las reglas actuales y se proyecta al 2026, el panorama es claro. Un creciente número de partidos, pero pocos logran escaños. Las candidaturas crecieron de trece en 2001 a 38 en 2026. Sin embargo, solo entre cinco y once organizaciones superaron los umbrales vigentes en ese periodo, y para el 2026 la proyección es de apenas seis.
Pero las normas vigentes, aprobadas por este Congreso, exigen 5% de votos válidos y al menos siete diputados o tres senadores. Con estos requisitos, solo cinco o seis partidos habrían logrado representación entre 2001 y 2021, mostrando una reducción significativa. Sin coaliciones amplias, muchos partidos desaparecerán. Las cinco alianzas posibles podrían reducirse a tres, número insuficiente para compensar las diferencias por candidaturas presidenciales y cuotas de poder, dejando a varios partidos al borde de la desaparición.
Se presenta un alto riesgo de desaparición. Solo los seis partidos proyectados mantendrán su inscripción en 2026. El resto perderá el registro al no alcanzar los umbrales. Además, el Congreso aprobó nuevas barreras: más de 700,000 firmas de adherentes, un obstáculo casi insuperable para nuevos partidos. A ello se suma una ventaja de los partidos establecidos. De los 38 partidos y alianzas inscritos, los diez con representación parlamentaria tienen ventaja. Organizaciones como Fuerza Popular, Alianza para el Progreso, Avanza País, Renovación Popular y Perú Libre, con mayor visibilidad y recursos, ya realizan campañas anticipadas. Tendremos, en consecuencia, un Congreso más concentrado en pocos partidos.
A una década del inicio de la crisis política (2016), las elecciones de 2026 prometían renovación. La expectativa ciudadana era clara: un recambio frente a agrupaciones que superan el 90% de desaprobación. Sin embargo, todo indica que serán los mismos partidos los que dominen el próximo Congreso. Alguna sorpresa siempre es posible, pero si el partido de gobierno obtiene pocos escaños —como en 2016— o surge una coalición mayoritaria de facto, la inestabilidad continuará y el Parlamento mantendrá el poder real.
La gran paradoja es, pues, que, si bien hay mayor oferta electoral, las reglas y la concentración del poder harán que terminemos con menos partidos, más grandes y más empoderados: exactamente lo contrario de lo que se buscaba (Perú21, lunes 11 de agosto del 2025).


