La excarcelación de Antauro Humala ha trastocado parte de la agenda política. El momento es el más oportuno para Pedro Castillo, pues su situación legal se agrava. En medio de ellos, Vladimir Cerrón. Uno sale de la cárcel y los otros dos pueden ingresar a ella. Pero los barrotes no son lo único que los relaciona.
Más allá de la discusión legal sobre si su liberación se ajustaba a derecho, lo cierto es que el hermano del expresidente Ollanta Humala no solo ha manifestado que regresará a la política activa, sino que está orgulloso de su participación en el “andahuaylazo”, en el que murieron cuatro policías. Lejos de redimirse, suelta una frase provocadora y mordaz. Ha regresado el pirómano más temido.
A nivel del gobierno, su excarcelación es conveniente por el momento. ¿Pero será un aliado? No necesariamente. Si bien esta medida fue ya anunciada en campaña por Pedro Castillo, Antauro Humala puede ser su punto de apoyo en la movilización de sus huestes, pero también es cierto que un acercamiento a un gobierno cuyos pies se enlodan con visos de corrupción podría hacerlo cargar con un costo alto y retratarlo como incoherente para quien pide pena de muerte para los corruptos. Es decir, puede tomar distancia e incluso gatillar esa movilización ciudadana que muchos consideran el punto de inicio del adelanto de elecciones. Antauro, por cierto, las preferiría en el 2023 y no en el 2026. En cambio, Pedro Castillo las prefiere al revés.
Sin embargo, Antauro Humala no deja de ser un atractivo para otros, como Vladimir Cerrón, quien ha sido el más entusiasta con su liberación. Puede ofrecerse como el brazo parlamentario en el Congreso. Humala y Cerrón coinciden también en que el enemigo principal son los “caviares”, por lo que no tienen problemas en coincidir con la extrema derecha. Pero no puede haber dos soles que alumbren. Vladimir Cerrón puede sentir que, en el plano de la radicalización, Antauro Humala le saca ventaja y le puede sustraer sus bases ya golpeadas por la división. La ventaja de Cerrón, más allá de su bancada parlamentaria y algún gobierno local que pueda conseguir en octubre próximo, es que tiene dinero, gracias al financiamiento público directo, y cuadros distribuidos en el aparato del Estado, desde ministerios hasta prefecturas. Esto es justamente lo que perdería si se adelantan las elecciones, que es lo que podría devenir si se suma con sus votos a favor de la vacancia. Perú Libre existe gracias a haber sido el vehículo electoral de Pedro Castillo.
Antauro Humala no es el mismo de hace 17 años. La cárcel afecta a cualquiera. A él, en varias facetas de su vida. No es un marxista conservador, como los Cerrón, ni está cerca de su hermano Ollanta Humala, al que atacó duramente, ni tampoco se considera un hombre de izquierda; es como aquellos políticos que se creen redentores y, en este caso, con un discurso propio. El etnocacerismo es un hibrido de frases que beben de un nacionalismo reaccionario que le ha permitido hacer quiebres de cintura postulando, en el 2006, por Avanza País, así como ser parte de Unión Por el Perú (UPP) en el Congreso pasado, teniendo en sus filas a personajes coludidos con la corrupción. Es un político curtido, pero incontinente.
Esta triada de políticos se necesitan, pero Antauro Humala menos que los otros. Sin embargo, también es cierto que mantenerse en el ojo público no le será fácil. Por ahora está inflado. Escenario complejo el presente, pues, como en el juego, alinear a los tres en raya será muy complicado. Más sencillo es que terminen rayados (El Comercio, martes 23 de agosto del 2022).