Cuarto y nuevo Gabinete, presidido por el ahora ex ministro de Justicia, Anibal Torres. Si de lo que se trataba era nombrar un Gabinete que resuelva la crisis, esto no se consigue. Podrá tener más tiempo de vida que el de Héctor Valer, pero no lo suficiente como para encaminar un gobierno a la deriva. Se trata de un PCM con poca capacidad para dialogar y persuadir. Torres es mas bien, un personaje incontinente y puede meter al Gobirrno en mas de un problema. Ha sido incondicional del presidente y ahora le es funcional.
Es, sobre todo, un Gabinete de sobrevivencia, de corto alcance, antipartiario (solo 3 mujeres) y compuesto por pequeñas coaliciones con los sectores cerronistas (Justicia y Salud), Perú Libre no cerronistas y maestros (Boluarte, Chávez y Zea), que busca impedir la suma de votos para una siempre amenazante vacancia. Pero, en ese camino, pierde a Ceballos en salud, quizá el único ministerio que podía mostrar resultados positivos. Pero, lo peor es que es reemplazado por un persona con cuestionables campañas médicas y su mayor crédito parece ser su cercanía a Vladimir Cerrón. Con la presencia de Chavarry y Silva, cuestionados en las importantes carteras de Interior, Transportes se mantienen intereses y mafias y Salas, en Cultura, es la demostración que esa cartera no importa. No existe pues un cambio significativo.
Finalmente, el otro gabinete, el de los asesores, seguirán teniendo influencia sobre Castillo. Pese a todo y las críticas que recibirá de las diversas bancadas, el Congreso le dará su voto de confianza. Finalmente, son pragmáticos. Para que gastar una bala en Torres, si luego puede censurar a cuanto ministro quieran. Mientras tanto, en la realidad del ciudadano de a pie, se acumula una combinación de desinterés y frustración acumulada.