¿Qué pasaría si al Gabinete Mirtha Vásquez que se presentó ante el Congreso no se le otorgue el voto de investidura? Pues, ella tiene que renunciar con todo el Gabinete y el presidente debe convocar a otra persona, para que constituya uno nuevo. Si el Congreso le vuelve a negar el voto de confianza el presidente puede disolver el Parlamento, pues este tiene la prerrogativa de control político, pero hasta un límite.
Pero podría ocurrir, en el extremo, que Pedro Castillo, al considerar que no lo dejan gobernar, haga un enroque y nombre, digamos, a Aníbal Torres para que presida el Gabinete y Mirtha Vásquez ocupe el cargo de ministra de Justicia. Al presentarse ante el Congreso, el tercero en tres meses, el Parlamento estaría entre la encrucijada de otorgarle el voto de confianza casi al mismo Gabinete o ser víctima de su disolución.
Pero, el Legislativo, sobre todo si tiene una oposición mayoritaria, podría hacer sufrir al Gobierno si la mayoría se abstiene. Esto porque, se le otorga el voto de confianza, si los votos favorables superan a los desfavorables y a los que se abstienen. De igual manera, se le niega, si los votos desfavorables, superan a los favorables y a los que se abstiene. Sin embargo, si las abstenciones superan los votos favorables y desfavorables, se debe volver a votar, no necesariamente el mismo día. Eso desgasta el gobierno.
En lo que va del siglo, de los siete gobiernos, se han presentado veintiséis Gabinetes ante el Congreso de la República, siendo el de Pedro Cateriano bajo el gobierno de Martín Vizcarra, el único que no recibió el voto de investidura. Y en los casos de René Cornejo y Ana Jara, ambos en el gobierno de Ollanta Humala, las abstenciones superaron a los votos favorables y desfavorables, debiendo votarse nuevamente, donde lograron su investidura.
Todo esto parece un sistema complejo de equilibrio de poderes, pero no lo es. Es parte de nuestro fallido sistema político híbrido. Es nuestro presidencialismo parlamentarizado. Al formarse un Gabinete, este debe presentarse ante el Parlamento para exponer un plan de acción del Gobierno y solicitar un voto de investidura. Lo mismo ocurrirá con los otros gabinetes a lo largo de un mismo mandato. Es decir, se trata del mismo Gobierno, así pasen varios gabinetes con el mismo plan o cambiado. De esta manera, el que presentó ayer Mirtha Vásquez, es distinto al de Guido Bellido, aun cuando ninguno de los dos se parece al que se flameó en la campaña presidencial Pedro Castillo.
El presidente es el que gobierna y no Mirtha Vásquez ni antes Guido Bellido. Ellos ni siquiera son jerarquicamente superiores, a los otros ministros. Por eso, siendo premier, Bellido le pedía la renuncia a Iver Maraví y este no le hacía caso.
Estos mecanismos, como el voto de confianza y disolución del Congreso, propios de los sistemas parlamentarios, son peligrosos en sistemas políticos con partidos e instituciones débiles. Han sido importados sin tener en cuenta los contextos y diseño de instituciones de los países en donde funcionan.
La figura de premier o primer ministro, como jefe de gabinete ministerial con las prerrogativas como la peruana, no existe en ningún presidencialismo que, pese a todo, sigue siendo el nuestro y constituye, por ello, una razón más para discutir y modificar nuestro sistema político a fondo e integral y no como hizo el Congreso, hace unos días: parcial y con efectos nocivos (El Comercio, martes 26 de octubre del 2021).