(Entrevista de Raúl Mendoza, La República) Fernando Tuesta Soldevilla. Presidió la Comisión de Alto Nivel para la Reforma Política. Politólogo de la PUCP. Exjefe de la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE).
El lunes pasado se venció el plazo para concluir las reformas electorales a ser aplicadas en el proceso electoral del 2021, las elecciones del Bicentenario. En estas líneas, Fernando Tuesta Soldevilla, quien presidió la Comisión de Alto Nivel que planteó el paquete de reformas, analiza lo que se ha avanzado. El sabor es agridulce: dice que el vaso está un tercio lleno, es decir más vacío que lleno. Era la gran oportunidad para modernizar nuestras prácticas democráticas, pero ha quedado demostrado que la clase política no quiere reformarse.
¿La inscripción de figuras conocidas en partidos en los que no han militado nos dice que cada vez se acentúa más un sistema de partidos-cascarón o partidos vientres de alquiler?
Eso es parte ya de la escenografía peruana: partidos sin candidatos, candidatos sin partidos. Partidos que quieren mantener su inscripción, que ofrecen esta cobertura legal para que algunos puedan candidatear. Y por otro lado, personas que buscan el atajo de conseguir un vehículo electoral y no darse al esfuerzo de construir un partido desde el inicio. Lo primero es posible por la gran cantidad de partidos: si tienes 24, tienes la posibilidad de escoger al mejor postor. Esto se ha ido, efectivamente, acentuando. Y va a seguir acentuándose con la conformación de las planchas presidenciales, así como con las listas parlamentarias.
Ahora se habla casi en términos deportivos: “tal persona es el jale de tal partido”. “Tal precandidato se suma a…”. La política se está tomando muy a la ligera.
Son síntomas de un sistema partidario hace tiempo desprovisto de contenido no solo programático, lejos ya de ideologías. Los partidos con inscripción ni siquiera han podido demostrar que tienen el mínimo de miembros que les piden a los partidos nuevos. Este tipo de relación de interés entre candidato y partido, es una manifestación del sistema partidario que venimos arrastrando hace tiempo y donde se instalan todos estos fenómenos de inicios de los 90: el outsider, el tránsfuga, el vientre de alquiler, los partidos cascarón. Es difícil encontrar un país que tenga este cuerpo de fi guras juntas.
Esta situación de partidos débiles, outsiders, transfuguismo, debía cambiar justamente con una reforma política, pero los congresistas no quieren. Difícil que quieran auto reformarse. Entonces, ¿Cómo salimos de ese círculo?
Si hay una reforma a la que los políticos se resisten es a la reforma política. Pueden hacer la reforma de salud, educación, etcétera. La reforma política provoca resistencia mayor. No solo en el Perú. Se trata de la forma como se relacionan, como aparecen en la política, como pueden desaparecer. Son intereses muy cercanos, personales, inmediatos. Son muy conservadores, tienden a lo malo conocido. En algunas ocasiones ven que no les va a favorecer y en otras piensan que puede tener efectos no deseados. La reforma en el Perú viene de fuera de los partidos, de fuera del Congreso. El gobierno no tenía una propuesta, y tampoco los partidos o el Congreso. La reforma fue creciendo en la sociedad civil, los medios de comunicación, la academia, los organismos electorales, y se fue configurando un cuerpo de medidas que, en el caso de la Comisión de Alto Nivel para la Reforma Política, sistematizamos en un diagnóstico y medidas que se traducían en 12 proyectos de ley.
Medidas que no fueron bien recibidas o han tardado mucho en aprobarse
Los políticos, dentro de su ánimo de resistencia, hacían lo posible para que esto no sea integral, tratando de minimizarlo, mediatizarlo. El viento a favor era que había una presión sobre ellos y había un gobierno que quería tener algún impacto positivo en el ámbito de la justicia, que en parte lo había logrado, y ahora en la política. Cuando nos encomendaron este trabajo nunca se nos dijo: queremos este producto. Nosotros lo entregamos sin ninguna injerencia, tanto así que se demoraron como dos meses en aprobarlo. Entonces en el Congreso se han aprobado cosas, en algunos casos, en contra de la voluntad de los congresistas. Porque ha habido la presión y porque también el congresista comienza a mirar su imagen, su reputación. Si no fuera así, jamás se hubiera aprobado paridad y alternancia. Si había un lugar donde el conservadurismo era extremo, era en el Parlamento.
De las doce propuestas de reforma, se aprobaron cuatro y algunas con cambios. ¿De las que no se aprobaron hubo algunas que debieron serlo por los efectos beneficiosos que tendrían?
Hay algunas medidas que tienen efectos más duraderos, más pronunciados, y en distintas direcciones como el caso de la eliminación del voto preferencial. También habíamos propuesto un diseño de relaciones Ejecutivo-Legislativo que incluía un formato distinto al Parlamento que era la bicameralidad. En algún momento dijimos que la bicameralidad era la madre de todas las reformas. Incluía un conjunto de medidas que iba en diferentes direcciones. Lastimosamente no prosperó. La nuestra no era la que se desaprobó en el referéndum, nuestra propuesta era otra. Era difícil porque la gente asocia bicameralidad, Senado, con algo que rechaza.
¿El voto preferencial tenía que eliminarse para evitar una oferta desaforada de los candidatos al Congreso?
Esta campaña no va a ser tan distinta a las anteriores aunque si pronunciada en proliferación y dispersión. El 11 de abril, que es la primera vuelta, va a ser el momento final de una campaña donde vamos a tener, de 24 partidos, unas 18 o 20 candidaturas presidenciales. En Lima hay 33 escaños. Si se presentan 20 partidos tenemos 660 candidatos al Congreso, que ofrecerán cual mercado persa, el oro, el moro, baratijas, alfombras voladoras, de todo. Y esto ya disocia aquello que debía ser coherente, único, una propuesta de partido. Eso es un tema que se desata por el voto preferencial. Al elector no se le facilita poder escuchar, indagar, porque es como cuando entras a un mercado y todo el mundo grita. Las propuestas de los candidatos presidenciales van ser oscurecidas, menos escuchadas. Y esto atenta contra la mejor decisión.
Otro aspecto del voto preferencial tiene que ver con el financiamiento de esos candidatos. Pueden ser financiados por personajes oscuros y luego tendrán que pagar favores.
Exactamente. El voto preferencial tiene ese otro componente negativo, el financiamiento individual. Si bien la ley trata de encaminar que el financiamiento sea a nivel partidario, el partido no controla sus candidatos. Y el partido además no financia las candidaturas individuales. Entonces cada uno baila con su pañuelo y eso está relacionado con recursos que si no son propios, en algunos casos son de gente que puede tener intereses de variado tipo: formales, informales o ilegales. Y puede ocurrir que sectores económicos mafiosos van a tratar de financiar no a un partido sino a candidatos congresales. Y pueden ser candidatos de diferentes partidos. De tal manera que puede armar una bancada transversal. Esto, que la reforma quería deshacer, esta permaneciendo.
¿Qué se puede rescatar de las pocas reformas que se han aprobado?
Quizá la limitación para candidaturas de personas que han tenido sentencia en primera instancia por delito doloso. Lo otro es un avance parcial: vamos a tener listas con paridad y alternancia, aún cuando eso no va a llevar a un Congreso paritario debido al voto preferencial, que va a estar más concentrado en hombres que en mujeres y no tiene nada que ver con que unos sean mejores que otros, sino que en la política y en los partidos hay más hombres que mujeres y además tienen recursos, relaciones, redes. Si los hombres corren 100 metros planos, las mujeres corren 100 metros con vallas. Por el lado del financiamiento, vamos a tener penalidades que no son solo administrativas sino también políticas. Pero de todas estas medidas favorables siempre hay algo que lo frena o limita. En el caso del financiamiento no se aprobaron un conjunto de artículos que hubieran sido necesarios. Porque si hay algo que no le gusta a los partidos es que les miren el bolsillo. Respecto a la reforma política ha dicho que el vaso está un tercio lleno.
¿Es porque se ha hecho muy poco o la reforma política casi no existe?
En realidad nunca se logró entender, pese a que insistimos mucho, que la reforma es un todo integral. Eso quiere decir que en conjunto tenía un objetivo que iba en una dirección. Sin embargo, si agarras esto y lo desmenuzas, y apruebas una ley y otras no, y dentro de lo que apruebas deshilachas sus artículos, entonces no van a tener el efecto deseado. Yo decía que no se trata del vaso medio lleno o medio vacío, decía que un tercio, o sea más vacío que lleno. Este Congreso tenía la misión de completar la reforma y mejorar aquellas normas aprobadas por el Congreso anterior. Pero regresamos a la idea inicial: los políticos se resisten a la reforma política.
Hace unos días salió el dato de que el 44% de la población no iría a votar. ¿Qué comentarios haría como ex jefe de la ONPE?
Si te hacen la pregunta hoy, es razonable que la gente diga eso. Pero conforme avanza el tiempo ves que con una combinación de cuidado y confianza la gente está haciendo, digamos, una vida normal. Entonces se espera que esto disminuya de acá a abril. Mas las medidas que va a tomar la ONPE. Por ejemplo, el horario de votación se ha ampliado y la ONPE va a disminuir el número de mesas en cada local, las mesas se van a instalar en lugares abiertos, lo cual va dar más confianza al elector.
¿Cómo desaparecer los partidos cascarón de los que hablábamos al principio?
Ese era el propósito de nuestra norma, ir limpiando esos cascarones. Quizá van a desaparecer muchos al final de esta elección. Es otra de las cosas buenas de lo que se ha aprobado. Si un partido no saca el 5% y cinco congresistas el partido desaparece. No va haber partido que diga “yo no participo”, desaparece. Partido que diga “yo participo y luego me retiro”, desaparece también. O partido que está en una alianza pero no consigue congresistas, desaparece. Todas estas medidas van a favorecer la desaparición de partidos cascarones. Eso rige para esta elección. La puerta de salida se va a abrir.
En todo caso la reforma política sigue pendiente.
Es una tarea pendiente y esperemos que el próximo Congreso se aboque a ella (La República, domingo 4 de octubre del 2020).