Así como miles de venezolanos llegaron al Perú y millones salieron del país llanero, de nuestros suelos partieron, en distintas olas, miles de peruanos en busca de mejores oportunidades. Muchos no regresaron ni regresarán, pero por eso no dejan de tener derechos, como no lo dejan de tener los extranjeros residentes en el Perú, de muchas nacionalidades.
No se tiene cifra exacta de cuántos peruanos viven fuera del país, pero el número es alto, por lo que probablemente uno tenga a un pariente o conocido que reside fuera del Perú. Lo que sí es conocido es que se encuentran en el padrón electoral y aptos para votar el próximo año 993,842 electores, que representan el 14% del total. Comparativamente con las primeras elecciones en la que participaron, las de 1980, 40 mil peruanos que residían en el extranjero se multiplicaron por 25. Es decir, concentran más electores que la mayor la de departamentos- región, parecido a Ica y superior a Loreto, San Martín, Huánuco y Ayacucho, por nombrar algunos.
Sin embargo, los peruanos en el extranjero se encuentran inadecuadamente representados, pues a inicio de siglo, en la transición democrática, en el momento de distribuirlos escaños, se decide que los peruanos en el extranjero deben votar por dos candidatos de Lima. Todo un despropósito, pues el elector que vota en una circunscripción está habilitado también para representar al conjunto de sus votantes. Así es para todos los peruanos, salvo para los peruanos residentes en el extranjero. Ellos votan por los candidatos límenos, pero no pueden representar a Lima, es decir, votantes de segunda categoría, pues pueden votar, pero no ser elegidos Y no pueden hacerlo porque justamente no viven en Lima.
Para que un peruano pueda postular al Parlamento, debe cambiar de domicilio e inscribirse en Lima Metropolitana. Lo cual es absurdo, pues justamente de lo que se trata es de representar a los residentes en el extranjero. Todo un despropósito, pues el elector que vota en una circunscripción debe también estar habilitado para representar al conjunto de sus votantes. Así es para todos los peruanos, salvo para los peruanos residentes en el extranjero. La consecuencia de todo esto es que nunca un congresista de Lima se siente que representa (y quizá desconozca) los intereses del casi millón de electores peruanos que viven el extranjero. No siente que los representa y, menos, que está obligado a rendir cuentas. A su vez, estos no sienten tampoco que los 36 congresistas de Lima los representan.
Para resolver esta contradicción se requiere una reforma electoral, con la voluntad de resolver este serio problema de representación. Esto se soluciona creando una circunscripción especial de los peruanos en el extranjero, asignándole los escaños que le corresponden por el número de electores que están en eI padrón, es decir, entre cuatro escaños. Esto se ha discutido en la Comisión de Constitución del Congreso esta semana.
Hay tres alternativas. Una es recalcular la asignación de escaños para cada departamento, incluyendo esta nueva circunscripción, con lo que algunos verían reducida su representación, pero con la ventaja que solo se trataría de una modificación legislativa.
La otra alternativa serían incrementar el número de escaños del Parlamento, como se ha pedido, a 134. Esto exigiría una modificación constitucional, pues la Carta del 93 señala que el Parlamento está integrado por 130 congresistas. Esta alternativa ya se usó, pues antes estaba integrado por 120 congresistas. Alternativa, por cierto, que exigiría un amplio consenso, siempre difícil.
Una tercera opción, en la misma línea de la modificación constitucional, es eliminar la referencia sobre el número de congresistas que debe componer el Congreso y que este se consigne en la Lev Orgánica de Elecciones (LOE), colocando allí sí el número de 134 y redistribuyendo los escaños. Esta medida ‘facilitaría cualquier modificación posterior, sin la necesidad de cambiar la Constitución. Alternativa compleja, como la anterior, pues requiere dos votaciones, pero necesaria para restituir un derecho injustamente cercenado (El Comercio, jueves 10 de junio del 2020).