El resultado de una elección es como el final de una liga de fútbol. Importa cuántos goles metió un equipo, pero más importan los puntos que logró. De la misma manera, de qué vale ser el goleador del campeonato, si el equipo no logra ningún cupo a una competencia internacional. Se trata, entonces, de un juego de reglas y oportunidades. En las elecciones sucede lo mismo.
En las últimas elecciones parlamentarias del 26 de enero, de las 21 listas que se presentaron, solo nueve de ellas superaron el umbral o valla electoral y, por lo tanto, tendrán representación en el Parlamento. No se trataba de lograr la mejor votación en Junín, como ocurrió con Perú Libre, o en Madre de Dios, con Avanza País, o en el Cusco, con Democracia Directa, sino de superar el 5% de los votos en el ámbito nacional; algo que ninguno de los tres logró y, en consecuencia, se quedaron sin escaños.
En cuanto a las votaciones individuales a través del voto preferencial, el caso de Alberto Beingolea es ilustrativo, pues obtuvo más de 133 mil votos –la cuarta votación más alta de Lima y el Perú–, pero no ingresó al Parlamento, pues el Partido Popular Cristiano (PPC) no superó la valla.
En el caso de la lista de los votos logrados por partido, aparece primero Acción Popular (AP), con el 10,3% de los votos, seguido por el Frepap (8,3%), APP (8,1%), Podemos Perú (8,1%), el Partido Morado (7,4%), Fuerza Popular (7,2%), UPP (6,9%), el Frente Amplio (6,2%) y Somos Perú (6,1%). Es decir, nueve partidos obtuvieron porcentajes de entre 10% y 6%; poca diferencia entre el primero y el último, y pequeñas entre los otros. Sin embargo, los escaños no se distribuyeron de la misma forma. La diferencia sí se amplia cuando observamos los escaños ganados. AP logró 25 escaños, seguido por Alianza para el Progreso (22), el Frepap (15), Fuerza Popular (15), UPP (13), Somos Perú (11), Podemos Perú (11), el Frente Amplio (9) y el Partido Morado (9). Como se puede apreciar, entre el primero y el último ya no hay poca diferencia, sino que esta es de casi el triple.
Dicha diferencia se debe al desempeño electoral de cada partido, así como a los componentes del sistema electoral. AP, con el 10,3% de los votos, ha conquistado el 19% de los escaños: casi el doble. En proporción, es más de lo que consiguió Fuerza Popular en el 2016, un resultado que se atribuyó, erróneamente, a la cifra repartidora. La diferencia se debe a que AP logró distribuir su apoyo en casi todo el territorio nacional, lo que le permitió conseguir escaños en gran parte de los departamentos. Algo parecido ocurrió con APP, que junto a AP, fue el partido que más autoridades consiguió en las elecciones regionales y municipales del 2018. Caso distinto es el del Partido Morado, que siendo el quinto partido más votado, logra tan solo nueve escaños. En este caso, se trata de una alta concentración en Lima –igual que Podemos Perú–, donde ha conseguido seis escaños.
Sin embargo, dos casos individuales pueden proyectarse para el 2021; no como congresistas, pues existe la prohibición de la reelección, sino para participar en alguna plancha presidencial. Uno es Daniel Urresti, que con una votación superior al medio millón de votos –el más votado en el ámbito nacional– se coloca en el partidor para el 2021, sea con UPP o con algún otro partido que se encuentre al borde de la desaparición y en búsqueda de una locomotora. El otro es Alberto de Belaunde, el candidato más votado del Partido Morado a pesar de no tener el número 1 de la lista. De Belaunde fue el segundo más votado de Lima y a nivel nacional y representa uno de cada cuatro votos del conjunto del Partido Morado a escala nacional. Este apoyo es un capital político enorme.
Los resultados no permiten inferencias de cara al 2021, salvo la de los dos casos anotados, pues las listas parlamentarias son influenciadas por la candidatura presidencial en la que los partidos se reordenarán. Dicha elección está tan cerca que ya ha comenzado la competencia (El Comercio, jueves 6 de febrero del 2020).