El número elevado de listas a la Alcaldía de Lima es producto de la debilidad de los partidos y de normas que estimulan su proliferación. Salvo en 1993, debido al desplome del sistema de partidos, cuando se inscribieron 38 listas, esta es la segunda oportunidad con un número tan alto de candidaturas, que ahora llegan a 21. La diferencia es que en el primer caso, Ricardo Belmont, que iba a la reelección, triunfó con el 45% de los votos y, salvo cuatro candidatos, los demás no superaron el 5%. En cambio, ahora el primero en intención de votos es Renzo Reggiardo, quien tiene menos del 10% de los votos, según una encuesta de Ipsos. Es decir, al lado de la dispersión hay una baja concentración en los primeros lugares, pudiendo llevar a un resultado final con un triunfador con baja votación.
Esto también es posible gracias a que las normas han favorecido el alto número de organizaciones inscritas, la mayoría casi inexistentes (UPP, Frepap, Todos por el Perú, Perú Patria Segura, Vamos Perú, Perú Nación, Perú Libertario, Avanza País, entre otras) al haber permitido mantener la inscripción, en el 2016, pese al retiro de candidatos, no haber participado en el proceso electoral o no haber conseguido escaños en el Congreso. Esto explica el alto número de partidos inscritos que, en su mayoría, no son siquiera capaces de presentar candidaturas propias. Sí sirven de soporte a candidatos que carecen de partidos. Esta debilidad se muestra también en que dos partidos políticos nacionales –el Apra y el Partido Nacionalista– no presentan candidatos habiendo sido gobierno.
De la misma manera, esos postulantes con mayor intención de voto no tienen experiencia en gestión municipal. En cambio, los cinco ex alcaldes distritales que postulan a la Alcaldía de Lima (Muñoz, Velarde, Ocrospoma, Gómez y Zurek) sí la tienen, pero su intención de voto es baja. Por ahora, el encuestado escoge a los que son conocidos y no tanto a los que tienen experiencia municipal, quizá porque también los desconoce.
La mala noticia es entonces que la votación tendrá otra vez un fuerte carácter personalista, no partidario y menos programático. Estos resultados en Lima, como en el ámbito nacional, no prefigurarán escenarios futuros si se quiere mirar el 2021 (El Comercio, jueves 21 de junio del 2018).