El Gobierno ha anunciado modificaciones en el Gabinete Ministerial y lo ha denominado de reconciliación. Si luego de superar la vacancia PPK requería recomponer el Gabinete, pasado el indulto esto se hizo más que necesario. El problema es que entre uno y otro momento no solo las condiciones cambiaron, sino que los aliados de ayer ya no lo son más hoy. Si en el primer caso quedaba debilitado, en el segundo ha quedado reducido a ser un fujidependiente. Su discurso autocrítico y firme, previo a la jornada de la vacancia, quedó solo como un discurso. Su margen de maniobra ha quedado reducido a casi nada.
Reconciliar es un término que le queda grande a un Gabinete que quiere ser remozado. Ni las palabras del presidente (Fujimori “cometió excesos y errores”) ni el perdón de Alberto Fujimori (“reconozco que he defraudado también a otros compatriotas; a ellos les pido perdón de todo corazón”) ayudaron a este propósito. ¿Estarán en el Gabinete representados los sectores largamente enfrentados? Todo parece indicar que no. Si es así, el Gabinete será cuestionado desde su calificativo.
Si el propósito es incorporar a otras fuerzas políticas, AP, PAP, Alianza para el Progreso ya han adelantado que no participarán y el Frente Amplio y Nuevo Perú están lejos de hacerlo. Fuerza Popular no se jugaría por un ingreso a un Gabinete que compromete su dinámica opositora y, sobre todo, ser corresponsable de un gobierno al que quiere reemplazar.
Si no es posible con los partidos, lo puede ser con figuras políticas relevantes y experimentadas que le permitan encabezar un Gabinete que tiene al frente a una oposición tenaz. Ese escenario implicaba el relevo de Mercedes Aráoz y muchos voceados nombres se han distanciado del presidente, luego del indulto.
Pero el Gabinete seguirá siendo encabezado por Mercedes Aráoz, quien, según versiones, estuvo insatisfecha con las versiones de PPK sobre sus vínculos de sus empresas con Odebrecht. Ahora tiene que salir a defender un indulto que por mucho tiempo criticó. El reemplazo de los tres ministros renunciantes, a los que se puede agregar algunos más, no cambiará mucho la naturaleza del Gabinete, que no cumplirá su objetivo de ser más político, que es lo que muchos exigían, ni de reconciliación, que el Gobierno anhelaba.
Si no hay sorpresas, el relanzamiento del Gobierno parece más un deseo que una realidad. Podrá contar con algunos buenos profesionales como hasta ahora, pero difícilmente con un Gabinete que sea soporte de un gobierno que lo requiere más que nunca. Su único potencial aliado es Kenji Fujimori, que labra desde dentro de Fuerza Popular una corriente que busca contrapesar el poder de la hermana. Y es en este escenario de negociaciones entre los Fujimori en el que Alberto jugará un papel capital en el porvenir del Gobierno y de su Gabinete. PPK es pues un fujidependiente y Alberto Fujimori podrá ser su salvador o su sepulturero (El Comercio, jueves 4 de enero del 2018).