¿Podrá Fernando Zavala manejar el Ministerio de Economía y Finanzas reteniendo la PCM? Ha habido casos de primeros ministros que alternaron el cargo con la cartera de Economía; por ejemplo, Manuel Ulloa Elías, Luis Alva Castro o Juan Carlos Hurtado Miller. Pero la PCM de entonces no es la de hoy, que tiene que coordinar dieciocho ministerios y dirigir dieciséis organismos públicos adscritos, al lado de un organigrama interno frondoso.
Sin embargo, el tema no es solo la dificultad de atender dos instituciones particularmente complejas, sino la evaluación de su desempeño en este primer año complicado de gobierno y que está terminando con una alta desaprobación ciudadana. Su experiencia en la cartera de Economía, en la que ya ha estado anteriormente, jugará a su favor. En cambio, en la PCM su buena disposición al diálogo no ha impedido que del Gabinete, juramentado el 28 de julio pasado, ya no se encuentren cuatro ministros y que la tensión con el Parlamento, que no pudo evitar, haya exigido el encuentro del martes entre PPK y Keiko Fujimori.
En realidad, se ha agotado la idea que fue central en el Gabinete Zavala: los técnicos y buenos profesionales son garantía del buen gobierno y no despiertan rechazo alguno. El ejercicio profesional especializado es suficiente para la toma de decisiones. Esto no ha funcionado.
Ese agotamiento obliga a PPK a replantear la dirección de su gobierno y sus conductores. Cambiar a Fernando Zavala de la PCM obliga, por presidirla, un cambio de Gabinete, aun cuando puede ser solo en algunas carteras.
Todos coinciden en que el perfil del nuevo primer ministro debe ser uno con experiencia y manejo político, suficiente como para enfrentar un relanzamiento del Gobierno con un nuevo norte. En el entorno presidencial, bancada y menos en el partido, no hay esa persona. La tiene que buscar en otros predios. Sobrarán nombres. Algunos aventuran incluso que se debe proponer a uno muy cercano al fujimorismo, para que las aguas se aquieten de verdad, como ocurrió con Manuel Prado y Pedro Beltrán o, más cerca, Alan García y Yehude Simon, opositores a sus respectivos gobiernos. Sin embargo, en ningún caso representaban fuerzas políticas con altas expectativas de ganar la presidencia, como Fuerza Popular.
El tema es, como ya hemos comentado en esta misma columna, que el primer ministro nuestro no tiene las funciones del equivalente en los regímenes parlamentarios, particularmente ser jefe de gobierno. El nuestro es una suerte de coordinador de ministros, no su jefe. Un portavoz del Gobierno, no quien gobierna. Su suerte está ligada a la del presidente, pero la de este no depende de la de aquel. Es cierto que un presidente puede depositar la confianza en un político experimentado que funcione como pararrayos, como lo fueron, en su momento, Carlos Ferrero con Toledo, Jorge del Castillo con Alan García o Pedro Cateriano con Ollanta Humala, pero todos tienen los límites antes señalados.
Si bien quien dirige la PCM debe ser, ahora sí, un político experimentado, quien debe hacer más política es el propio PPK. La suerte de su gobierno está cifrada en su manejo y no en un primer ministro, así este haga su mejor esfuerzo. Hay que recordarle que el promedio de los primeros ministros en las últimas décadas es de uno por año. Es decir, él es el permanente en el período de mandato, quien dirige el Gobierno y el que está anclado a los destinos del país. Por eso hay que repetirlo, haga política presidente (El Comercio, jueves 13 de julio del 2017).