(Infolatam).- Pedro Pablo Kuczinsky no era un buen candidato, pero quiere ser un buen presidente. Al revés que varios de sus predecesores. El panorama no es sencillo. Ganó con apenas 40 mil votos de diferencia a Keiko Fujimori, carece de un partido organizado y cohesionado que lleva sus siglas PPK (Peruanos Por el Kambio), tiene al frente un parlamento con mayoría absoluta del fujimorista Fuerza Popular, con 73 congresistas, y su bancada es la tercera con tan solo 18 congresistas.
Pero PPK tiene un reto inmediato y otro a mediano plazo. En lo inmediato debe pasar la segunda valla que significa que el Congreso le delegue las facultades para legislar en varias materias, sobre todo, económicas y de seguridad ciudadana. Hace algunas semanas el gabinete Fernando Zavala, logró el voto de confianza para dar inicio a su gestión, luego que el fujimorismo hizo sentir su peso numérico.
El gobierno tuvo que orientar las críticas al saliente de Ollanta Humala, tal como lo pedía el partido de Keiko Fujimori. Posteriormente los ministros de Estado han tenido que desfilar ante las diversas comisiones. Pero luego de estas primeros momentos, se ha dado paso a la distensión. La elección del Defensor del Pueblo, apoyado por el fujimorismo, recibió también los votos de la mayoría de congresistas del oficialista PPK.
Si bien el nuevo gobierno no goza del crecimiento económico de los tres anteriores, lo cierto es que el Perú tendrá el segundo crecimiento más alto en Sudamérica, 3.7% y se espera que el próximo año crezca en 4.1%, según el FMI. El contexto no es lo desfavorable que se pensaba, por lo que PPK ha ofrecido al país una “revolución social” basado en reducir la desigualdad y dar oportunidad a todos los peruanos. Para ello, desde un inicio, se ha acercado a las autoridades regionales. Esto debido a que parte importante de la obra de infraestructura nacional pasa por las regiones y porque si en el Congreso tiene una mayoría opositora, en las regiones puede encontrar esos aliados que requiere.
Buscar aliados para gobernar es fundamental para un presidente que, a diferencia de otros políticos, sabe que su carrera política se termina en el 2021. No porque esté impedido a ser reelegido, sino porque para esa fecha, la del Bicentenario de la Independencia, cumplirá 82 años.
La economía quizá la pueda manejar, la política parece algo más complicada. Los antecedentes no son muy promisorios. PPK es el cuarto presidente elegido de manera consecutiva. Este hecho es solo comparable a los presidentes elegidos en el Perú entre 1896 y 1912. Es decir, hace más de un siglo. Esto da muestra de una gran inestabilidad de la vida institucional peruana. Pero el otro elemento inquietante que se recoge de la historia, es el hecho que cuando los gobiernos tuvieron al frente parlamentos opositores, terminaron en golpes de Estado, como ocurrió en 1948, 1968 y 1992. En esta oportunidad, no se trata de una coalición de partidos de oposición, sino de un solo partido que tiene mayoría absoluta como no había ocurrido nunca,
Llevar con extremo cuidado una relación compleja ejecutivo-legislativo es un reto para el gobierno de PPK. Hay figuras en el diseño institucional peruano que no se han usado nunca, pero podrían convertirse en altamente explosivas, como la doble censura de gabinetes presidenciales que provocaría la disolución del Congreso. En principio, este escenario está descartado. Sin embargo, la impredecible política peruana, las demandas ciudadanas acumuladas y el natural desgaste del gobierno, donde todos los del último medio siglo terminaron rechazados, pueden acicatear un descontento e inestabilidad política. Los escenarios están abiertos.