Si gana, sería un gobierno de minoría, pues la bancada de Fuerza Popular impondría sin necesidad de coaliciones una mayoría absoluta. Un escenario de esta naturaleza configura inicialmente un gobierno débil. En el siglo XX, todos los gobiernos con mayorías opositoras en el Congreso terminaron en un golpe de Estado. El precario sistema democrático no resistió el choque de poderes. Los tres gobiernos posfujimorismo fueron gobiernos de minoría, pero no había un partido o coalición de partidos que construyera una mayoría opositora, por lo que el mayor reto de un probable gobierno de PPK, cuarto elegido democráticamente, sería el de preservar el sistema democrático, tarea que no será fácil.
Un gobierno de PPK será necesariamente un gobierno amplio, que se verá en la necesidad de convocar a personal de fuera de Peruanos por el Kambio e incluso de otros partidos. Necesitará ganarse al Frente Amplio, AP, Apra y APP, por lo que requerirá tejer un complejo juego de coaliciones. Su desempeño necesitará mucho de destreza y oportunidad en la toma de posiciones.
Si no lo logra, caerá en manos de la bancada de Fuerza Popular, que puede conceder en materia económica, pero en otras mostrará sus diferencias.
Si bien el gobierno puede aplicar sus políticas, el Parlamento tiene suficientes facultades como para bloquear sus iniciativas y sus ministros pueden ser censurados sin necesidad de que caiga un solo gabinete y evitar el camino a la disolución. Eso podría llevar a acercarse a la bancada de Fuerza Popular, pero lo alejaría de las del resto. Sin embargo, a Fuerza Popular no le convendría aparecer apoyando a un gobierno, más aún si tiene intactas sus expectativas para el 2021.
Si no gana PPK, será el fin de su carrera política. Probablemente no tenga ascendencia sobre una bancada poco numerosa, poco cohesionada y primera candidata a desmembrarse. Por eso su única salida es ganar sí o sí (Peru21, domingo 22 de mayo del 2016).