Terminar de leer “Mitad monjes, mitad soldados” libro de Pedro Salinas, con el apoyo de Paola Ugaz, ha resultado tremendamente estremecedor. La historia del Sodalicio mezclada con las experiencias personales de una treintena de ex miembros de la organización dirigida por Luis Fernando Figari, produce un cuadro dantesco no solo de abusos físicos, psicológicos y sexuales, sino también de la construcción de un poder de dominación humillante.
El libro nos permite ver cómo una organización puede, sobre la base de una fe fanática y una disciplina férrea, dejar indemnes y vulnerables a adolescentes que se transformaban en soldados ciegos y dispuestos a realizar las tareas más duras y los vejámenes más brutales, incluidos contra su cuerpo.
Luis Fernando Figari, Germán Doig y otros hicieron del Sodalitium Christianae Vitae, una maquinaria formadora de seguidores que empuñaban las armas de la propaganda religiosa. Para ello los captaban, siendo escolares de colegios privados y exclusivos de Lima, con finos y efectivos métodos para servir a una organización que tenía el propósito de ser fieles seguidores de Cristo, combatiendo el comunismo que se revestía de la Teología de la Liberación.
Algunos encontraban, ciertamente, el abrigo que demandaban ante la falta de la figura paterna o del núcleo de contención que muchos adolescentes requerían intensamente.
El libro ha desatado no solo el amplio rechazo y ha obligado al cardenal Juan Luis Cipriani, a la Conferencia Episcopal y al propio Sodalicio ha pronunciarse sobre denuncias que hacía años reposaban en los archivos olvidados de alguna oficina católica, sino también que salga a luz las actividades de organizaciones que han dejado en el tiempo una larga lista de victimas abusadas que, muchos años después, han decidido valientemente contarlo todo. El libro les ha permitido tener voz.