A veinte años de su muerte, Julio Ramón Ribeyro es hace un buen tiempo un autor de culto. No solo se leen sus cuentos, sus novelas se reeditan y sus prosas casi se recitan, sino que todos esperan que se publique aquello que dejó guardado y disperso, la continuación de su diario personal. Tan personal que todos quieren leer, no tanto para enterarse de la vida íntima de este peruano notable, que también lo hay, sino para degustar su escritura como aquellos buenos vinos añejos que el considerado mejor cuentista latinoamericano, tanto apreciaba.
Daniel Tintinger (1977), reconocido cronista y editor ha publicado “Un hombre flaco. Retrato de Julio Ramón Ribeyro”, con el sello de la Universidad Diego Portales de Chile y ya se va por su segunda edición. Titinger nos entrega una comprimida crónica que, no siendo estrictamente una biografía que tanto se espera de Jorge Coaguilla, nos muestra la vida del autor de “La palabra del Mudo”, basada sobre todo en la larga entrevista a su viuda Alida, a quien casi nadie quiere, sus hermanas, sus amigos de París y los de Lima de sus últimos días.
Difícil tarea, como bien dice en una entrevista que le hace Gabriela Wiener. Titinger se obsesionó con Ribeyro, a tal punto que hizo 25 versiones del libro, que la escritora y editora argentina Leila Guerriero, logró encausar.
Si bien el libro muestra al Ribeyro más conocido, el tímido, sencillo, solitario, fumador impenitente, también lo retrata como el alegre, conversador, cantante de boleros en karaoke, buen gusto por las mujeres y bohemio tardío.
Pero no deja de ser constante la presencia de su única esposa con quien se dice no fue feliz, pero que le permitió tener amantes y regresar a Lima para terminar sus días frente al mar de Barranco. Pero lo que no ha permitido Alida es que se publique nada más sobre Julio Ramón Ribeyro, menos su diario personal, donde escribiría sobre su último amor, Anita.
No soy ni pretendo ser crítico de libros. Solo recomiendo lo que me gusta y me parece interesante. Muchas veces uno lee literatura y se quede tan solo con los pocos párrafos que los libros dedican al autor. En el caso de Julio Ramón Ribeyro uno quiere conocer más sobre su vida. El libro de Daniel Titinger ayuda largamente en cumplir este deseo. A leerlo.