Lo tuve como profesor en los ya famosos cursos de Realidad Social Peruana y Realidad Social Latinoamericana, en la PUCP, al inicio de nuestros estudios universitarios. Esos cursos que te confrontaban (y te hacían chocar) con la realidad. Henry Pease tenía solo 29 años y ya era un profesor consagrado. Había sido presidente de la FEPUC, en su años socialcristianos. A inicio de los ochenta, lo volví a encontrar en Desco, donde era director. Nos encontramos, ya siendo parlamentario y presidente del Congreso, en diversas oportunidades. Pero, donde lo vi con más frecuencia fue cuando regresó a la PUCP, en el 2007, para ser el primer director de la Escuela de Gobierno y Políticas Públicas.
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Henry era un trabajador incansable, responsable y tenaz luchador. Acostumbrado al arte de toma de decisiones, un militante de la política y un gestor eficiente. Tenía la cualidad de dialogar con los sectores más plurales, por lo que teníamos más de una diferencia sobre la política que la sobrellevamos sin sobre saltos. En lo académico, sus mayores aportes fueron su trabajos sobre el gobierno militar y su labor en la Escuela de Gobierno de la PUCP.
Católico practicante, siempre fue una persona muy formal, de poco sentido del humor, pero a la vez, una persona muy cálida. Gran conversador y buen anfitrión. Su casa siempre fue un lugar de encuentro. Así como era terco para muchas cosas, era solidario como el solo. Su gran interés por los asuntos públicos, contrastaba por el poco tiempo que le dedicaba a otros asuntos. Pero toda su carga afectiva afloraba, cuando hablaba de Puchi, Nani, sus nietos y su siempre recordada Mery.
La última vez que lo vi, fue en la elección de autoridades en la Facultad de Ciencias Sociales. Se desplazaba en su silla de ruedas con un motorcito. Le bromeábamos y él festejaba este cariñoso bullying. Su quebrantada estado de salud no nos llamaba la atención, pues desde que yo estudiaba en Letras, siempre se habló de lo mismo.
Hace unos días invitó a los profesores a una reunión en su casa, como solía organizar. No pude ir, lo lamenté y más ahora. Estábamos trabajando convenios, eventos y publicaciones entre la Escuela de Gobierno y el Jurado Nacional de Elecciones. Escribió la presentación a un libro sobre revocatorias, que tuve la oportunidad de editar y ahora está en imprenta. Planeaba visitarlo para ver la presentación del libro que la Escuela de Gobierno tenía el encargo de organizar. Pero él ya no estará en la mesa de presentación.
Esta es una mañana muy triste. Te has ido Henry. Pero nos habíamos acostumbrado a que te ibas y siempre te quedabas. Parecías eterno. Te debía un convenio, un libro, un seminario. Pero sobre todo, te debía un abrazo. Un abrazo para decirte gracias. Hasta siempre querido Henry.
Qué emotivo y veraz homenaje que rindes a un increíble ser humano, gracias Fernando.