(Por Ghiovani Hinojosa, Hildebrandt en sus Trece, Año 5, número 203, 23 de mayo del 2014). El exjefe de la ONPE celebra la Copa Inca y la justiciera prisión del hombre que estuvo a punto de desparecer a Alianza Lima.
El politólogo Fernando Tuesta es un hincha crónico de Alianza lima. Es socio del club donde hace 25 años, va a todos los partidos que se juegan en Matute y está pendiente de todas las noticias blanquiazules. En su cuenta de Facebook suele colgar provocativos comentarios contra los hinchas de otros clubes. El miércoles pasado, luego del triunfo de Alianza sobre el club San Martín, escribió: “Salí a celebrar y me encontré con hinchas del otro club”. A un lado del comentario colgó una foto de un grupo de gallinas adormecidas. “Me gusta que se piquen”, dice el también profesor de la Universidad Católica.
Con su habitual sobriedad, Tuesta dice “Estoy doblemente feliz porque hemos ganado la Copa Inca, que algunos clubes empezaron a menospreciar cuando perdieron, y porque Pocho Alarcón estará por fin tras la rejas”. El martes pasado la jueza Judith Villavicencio, del Trigésimo Sexto Juzgado Penal de Lima, condenó al presidente del club Guillermo Alarcón a cinco años de prisión efectiva y al pago de una reparación civil de 205.000 soles. Villavicencio tuvo que ir a la clínica Angloamericana para leerle la sentencia a Alarcón, donde decía recuperarse de un cuadro de descompensación. Alarcón fue condenada por los delitos de fraude, estafa y falsedad ideológica.
“Es el fin de una etapa de podredumbre”, afirma Tuesta. Y recuerdos: “Durante la gestión de Alarcón se firmaron contratos astronómicos con muchos jugadores a los que no se les terminó de pagar”. También se dejó de cumplir con las SUNAT, por eso hoy la autoridad tributaria es el principal acreedor del club. Por otro lado, la venta de jugadores como Jefferson Farfán, se realizó desde el más oscuro secretismo.
Y, además, está probado que Guillermo Alarcón presentó documentos falsos a registros públicos para concentrar facultades como presidente”. Cuando se fue del club, en el 2012. Pocho Alarcón se llevó toda la documentación contable y financiera. No dejó un solo papel. “Por eso nadie sabe con certeza cuánto se embolsicó”, apunta Tuesta.
La informalidad de Pocho Alarcón era tan flagrante que el club no tenía una sola cuenta bancaria. Los socios depositaban sus cuotas en una cuenta personal.
Tuesta recuerda perfectamente el día que Alarcón tomó las riendas del club. “A inicios del 2009 un grupo de socios opositores a la gestión del entonces presiente Alfonso de Souza formó un colectivo denominado Alianza por el Cambio. Estaban Augusto Clauz, Salomón Lerner, Aldo Panfichi, entre otros. Alarcón que era un socio gris, nada especial, integraba sigilosamente el grupo. Y cuando hubo elecciones lo postularon porque era uno de los que cumplía con los requisitos del estatuto”, cuenta Tuesta.
Cuando Alarcón ganó se fueron a celebrar a un chifa de Miraflores. El invitado de honor era el Nene Cubillas. Fernando Tuesta recuerda esta escena: “Pocho, en la mesa frente a todos dijo: amigos, solo estaré en la presidencia un año, pondré las cosas en orden y luego me ir”. Llevo al club más popular a la bancarrota, estafó a los socios y no se fue sino que lo botaron a los tres años”. Cuando los socios lograron ponerlo fuera, en el club más popular y negro del Perú no había luz eléctrica -las deudas con Luz del Sur eran enormes- y los trabajadores administrativos llevaban meses sin recibir sueldos, por lo que tenían que hacer ollas comunes en Matute.
El exjefe de la ONPE cree que esos tiempos ya están superados. “Hoy, con la administración temporal de Susana Cuba por lo menos tenemos transparencia financiera, una cuenta bancaria donde los socios depositamos nuestros dinero. Somos unos 2.000 los que pagamos un abono mensual”, dice. Si bien ha habido algunos denuncias por el trato que Susana Cuba da a los exjugadores y exadministrativos. Tuesta está convencido de que la situación irá mejorando. “Los socios le hemos pedido a Cuba que tenga un manejo más cuidadoso de la cultura deportiva de Alianza”, señala.
En Matute hay un tema gravitante que está por definirse a fin de mes: la fórmula societaria que adoptará en el futuro. Si seguimos siendo una asociación civil sin fines de lucro o serán una sociedad anónima empresarial, “Yo me inclino por lo segundo”- comenta Tuesta-. En nuestro país los directivos de las asociaciones civiles han llevado los clubes a la bancarrota. Por ejemplo, según el estatuto de Alianza Lima, el presidente no puede cobrar un sueldo y ya vemos lo qué pasó con Pocho Alarcón.