Para los partidos políticos, más allá del entusiasmo por la elaboración de las listas, es altamente probable que, como en el 2010, pierdan en la mayoría de lugares este 5 de octubre.
La debilidad de los partidos contrasta con la fortaleza de los candidatos. Es decir, hay muchos partidos nacionales inscritos (18) que carecen de candidatos competitivos, por lo que van en la búsqueda de alianzas y, sobre todo, de invitados. Si se trata de la reelección de un militante, el partido puede negociar poco, porque el candidato cambia de partido. Si se toma los tres últimos procesos regionales y municipales se observará que son pocos los candidatos que han permanecido en una sola organización. Las identidades partidarias se han debilitado al extremo.
Lima hace tiempo dejó de ser representativa del Perú electoral. Sin embargo no deja de ser importante. El alcalde o alcaldesa se convierte en una de las principales figuras políticas del país. No por gusto, seis de los ocho alcaldes elegidos en Lima electos, han sido candidatos presidenciales, aun cuando no triunfaron.
En la capital, Solidaridad Nacional (SN), con la candidatura del ex alcalde Luis Castañeda Lossio, aparece como favorito, pero a nivel regional y municipal, nunca ha participado solo, sino en alianza como Unidad Nacional. Lo que se ha mostrado hasta ahora es que su fortaleza capitalina contrasta con su debilidad provinciana.
Para el resto de partidos la situación tampoco es alentadora. La alcaldesa Susana Villarán, va a la reelección, pero como se sabe su partido Fuerza Social (FS) carece de inscripción, situación que la coloca en desventaja al negociar con otros partidos. Fuera de Lima, los partidos de izquierda se juntan unos y se separan otros. Diáspora que los lleva a la derrota o a acrecentar caudillismos.
El partido de gobierno ya adelantó que realizará alianzas y quizá apoye a la alcaldesa de Lima, pero sus posibilidades son escasas, tanto en la capital como en provincias. Si le sirve de consuelo, el Partido Nacionalista Peruano (PNP) debe saber que desde 1986 ningún partido de gobierno ha ganado la alcaldía de Lima. Sin embargo, eso es una muestra más de su debilidad.
El Apra apuesta por Enrique Cornejo, en una plaza limeña que, salvo en 1986, siempre le fue esquiva. Pero si el ex ministro no despunta, no sería raro que lo retire, como ocurrió con Carlos Roca hace cuatro años. Es mejor un retiro honroso que una derrota humillante. Donde se debe presentar es en Trujillo, pero la salida de Daniel Salaverry reduce sus aspiraciones de triunfo y prolonga su pena.
El fujimorismo con Fuerza Popular ha desplegado su organización nacional, en medio de diferencias internas que le pueden pasar factura. En Lima nunca ha ganado, incluso en los mejores años del fujimorismo (1995 y 1998). Pero a diferencia de otros partidos, juegan a desarrollar un perfil claro y nítido, por lo que en provincias, seduce a tirios y troyanos, que le pueden dar éxitos puntuales.
La situación no difiere con el Partido Popular Cristiano, Acción Popular, Somos Perú, Perú Posible o Alianza para el Progreso. Que triunfen en algún municipio de los cientos en disputa, no cambia el panorama. Es altamente probable que sea por las condiciones del candidato, que por la fortaleza del partido.
La buena noticia para los partidos nacionales es que ningún resultado regional-municipal ha sido significativo para una elección general. En este caso, el 2014 no serán una antesala del 2016. La mala noticia para todos los peruanos es que con esta estructura de partidos, así de débiles y fraccionados, la democracia peruana no mejorará de calidad (La República, 22 de mayo del 2014).