A poco de la mitad del período del mandato del parlamento ya ha sido sancionado por la Comisión de Ética del Congreso de la República el diez por ciento de toda la representación parlamentaria, sin contar con procesos de congresistas que aún siguen en trámite. Todos los casos convertidos en escándalos políticos. Lo peor es que todo parece indicar que esta serie de denuncias no va a terminar y podríamos tener otras tantas, sobre todo ahora que los medios realizan control político, aun cuando en ello hay más de información filtrada de opositores entre sí o de los miembros de un mismo partido, que de investigación periodística.
De esta manera el Congreso se desprestigia continuamente en cada período parlamentario. Pero, ¿por qué este parlamento tendría que haber sido mejor que el anterior? Y si se quiere ¿porqué el próximo puede ser mejor que el presente? ¿Se puede hacer algo? Muchos han respondido señalando que los partidos políticos no han sido exigentes al filtrar a sus candidatos y otros han señalado lo propio, en relación con las Hojas de Vida consignadas en la inscripción de candidaturas a cargo del JNE.
Sobre esos dos temas, es poco lo que se puede hacer en un escenario de extrema debilidad de los partidos políticos y con reglas de juego que no desincentivan que este círculo perverso cambie. Las denuncias han sido sobre todo por conflicto de intereses, uso indebido de recursos públicos y falseamiento de la información en su Hoja de Vida.
Por el lado del electorado, este exige una mejor representación y rechaza, casi al conjunto de la actual representación. Que se vayan todos es casi un lema. Aun cuando parezca lo contrario, el Perú es el país que más ha cambiado a quienes son elegidos como representantes, en el último cuarto de siglo. Solo como referencia, en el parlamento actual 105 de 130 congresistas son nuevos y, en el anterior, 95 de 120. Los nuevos no han hecho que disminuyan los acusados y procesados, sino que el número ha crecido. Renovar es bueno, pero renovar casi todo siempre, puede resultar calamitoso. Es más, nuevos sin experiencia política y outsiders han sido los que más han estado involucrados en escándalos políticos. Han sido congresistas de un período.
Por el lado de los partidos, enfrentan dos carencias importantes: buenos candidatos y recursos suficientes. Como se ha señalado en muchas oportunidades, los partidos, sobre todo los que nacen después de los noventa, son altamente personalizados. Sus equipos de dirección, más allá del entusiasmo, no son numerosos, carecen de experiencia y calidad en el liderazgo político. De otro lado, para mantener activo a un partido y, sobre todo, hacer campaña electoral, se requiere mucho dinero, del que los partidos carecen. Por lo tanto, buscan candidatos y recursos económicos fuera de sus linderos internos y, en muchos casos, estos llegan juntos. La plata no llega sola, sino acompañada.
Si la necesidad de los partidos es presentarse en mejores condiciones para competir y carecen de buenos candidatos y recursos, tendrán poca capacidad de resistir a quienes se los proporcionan. Los filtros son inexistentes o poco efectivos, en un contexto en donde los candidatos conocen poco y a muy pocos dirigentes de los partidos y estos a aquellos. Casi la mitad de los actuales congresistas no están inscritos (o tienen poco tiempo de inscripción) en los partidos por cuyas listas han sido elegidos. El vínculo se establece sobre la base de intereses pragmáticos y no de lealtades.
La carencia o insuficiencia de filtros es favorecida por el voto preferencial. El partido no controla ni la lista que ingresa al parlamento, ni los recursos económicos con los que los candidatos cuentan. Cada candidato decide sobre su campaña, sus recursos y difícilmente informa o lo hace parcialmente al partido.
Con relación a la Hoja de Vida, que se asume como un instrumento para tener un voto informado, la verdad que no lo es. Nadie vota descargando estos documentos y los compara. Presiona sí y hace sentir a los candidatos que así es, por lo que estos hacen todo lo posible por aparecer con grados y títulos, de los que muchas veces carecen. Se confunde la elección con un concurso público para un puesto de trabajo. Exigir que se documente es casi un imposible (alrededor de 16 mil puestos en competencia para el 5 de octubre), crecería la burocracia, costaría mucho y no se mejoraría la representación. En el fondo, el tema es la mentira y el engaño, pero sobre un requisito que casi no existe en otros países.
Los partidos se pueden hacer responsables de sus representantes si las normas lo facultan para que esto sea así. Sin dinero y con voto preferencial esta responsabilidad se diluye y el listado de los denunciados congresistas no cesará (La República, 13 de marzo del 2013).