Cuando votar es una molestia

En todo proceso electoral hay personas que no tienen interés en ir a votar, pero lo hacen porque el voto es obligatorio. Pero, para las Nuevas Elecciones Municipales (NEM), del domingo 24 de noviembre, el desinterés ciudadano es acompañado incluso, por muchos partidos políticos. Y es probable que cuando la información crezca, el malestar contra las elecciones, también.

Esto ocurre porque en cada proceso electoral deben existir incentivos tanto para electores como para los partidos. La diferencia es que para estas elecciones la mayoría no gana nada y muy pocos, por decir casi nadie, ganan poco.

Tuvieron que pasar 16 años de procesos de revocatorias en gran parte de distritos del país para que llegara a Lima y no solo removiera los cimientos del municipio, sino poner en evidencia el impacto que podía producir un mecanismo de esta naturaleza, en el gobierno local.

El diseño institucional de la revocatoria no solo otorga un mecanismo de control al ciudadano, sino que desprotege a la autoridad local, más allá de su desempeño.

Recordemos que las reglas permiten que la revocatoria sea individual, pero que si se revocaba a un tercio del concejo, se tenía que realizar nuevas elecciones municipales para elegir a quienes deberían de reemplazar a las autoridades revocadas. La revocatoria procedía si se conseguía la mayoría de los votos válidos y no de los electores.

Con ese marco legal el Perú pasó a ser el país con más revocatorias en el mundo, llegando a retirar de sus cargos a 1,500 autoridades locales. La pregunta es cómo quedó el municipio después de este mecanismo? Lima es un ejemplo de lo que ha ocurrido en el resto del país.

El 17 de marzo fueron revocados veinte regidores de Fuerza Social, el partido de la alcaldesa y dos del PPC (aunque eran los dos de Solidaridad Nacional), que habían ejercido el cargo por poco más de dos años. Los accesitarios ocuparon estos escaños desde fines de abril y lo ocuparán hasta más o menos fin de este año. Sin embargo, FS perdió la mayoría absoluta, pues solo tenía 17 accesitarios (uno se retiró antes de las elecciones), para cubrir los 20 escaños. Esto ocurre por que la norma no prevé esta situación y, en consecuencia, las listas no tienen suplentes. Así, la diferencia se tiene que cubrir con los de la segunda lista, es decir, el PPC. Hasta aquí lo provisional.

Para la elección del 24 de noviembre se han presentado siete partidos, todos, salvo AP, tienen representantes en el CPL (Concejo Provincial de Lima). Por el contrario, teniendo inscripción y habiendo perdido los dos únicos representantes, el partido Solidaridad Nacional no se presenta a las NEM pese a haber sido, junto con el PAP y Fuerza Popular, principales animadores de la revocatoria en Lima. Lo que ocurre es que al no haberse revocado a la alcaldesa, perdieron todo interés.

Es altamente probable que la alcaldesa pierda la mayoría absoluta de manera definitiva. El único partido que puede conseguirla es el PPC, que tendría mayoría en el concejo municipal, pero no controlaría la alcaldía. No es poca cosa, pero nadie tendría el control total del municipio. Si no hay mínimos acuerdos, los mutuos bloqueos se impondrán. El resto de partidos solo aspiran ganar uno que otro escaño en el concejo. Nada más.

Este concejo municipal recompuesto empezará sus funciones probablemente a inicios del 2014 y tan solo por un año. En cuatro años, el municipio de Lima tendrá así tres concejos con composiciones distintas. Difícilmente algún municipio puede funcionar con esos cambios tan drásticos. Alto impacto institucional, pero bajo interés ciudadano y partidario.

Estas normas hay que cambiarlas. No solo por el costo económico –más de 100 millones de soles–, sino también institucional. El proyecto de ley presentado por los organismos electorales ofrece una alternativa coherente y completa que el Congreso debería tomar en cuenta para evitar elecciones sin interés, pero sí con daño institucional (La República, jueves 7 de noviembre 2013).