Dentro de un año, en el primer martes después del primer lunes, 4 de noviembre, se celebrarán las elecciones presidenciales norteaméricanas. Sin embargo, la campaña electoral hace mucho que empezó, en un país que vive gran parte de su vida política envuelto en estos procesos. Pero, las elecciones locales -cuatro alcaldes, dos gobernadores- que se celebraron el día de ayer en diversas partes de Estados Unidos, sí marcan una cuenta regresiva en la que se transitarán por diversas fases que se completarán en noviembre próximo.
Este sistema electoral indirecto tan propio de Estados Unidos, íntimamente relacionado con el histórico sistema bipartidista ha permitido que solo representantes del Partido Demócrata y Repúblicano lleguen al poder y que se repartan la aplastante mayoría de escaños tanto en el Senado como en la Cámara de Representantes. Esta cerrada competencia hace que ambos partidos midan y se midan fuerzas en cada escenario. De tal manera, que los resultados de esta semana en Virginia, donde se renueva un escaño para el Senado estatal, se presente como una prueba que muchos quieren inferir a escala nacional y que da inicio al arranque de motores de las poderosas maquinarias electorales.
De esta manera, el 3 de enero próximo se inician los «caucus», en Iowa, y seguirán en New Hampshire. Allí se enfrentarán seguramente los aspirantes demócratas Barack Obama, John Edwards y Hillary Clinton. En tanto, en el campo republicano Mitt Romney se enfrentará al ex alcalde de Nueva York Rudy Giuliani. Según el calendario electoral seguirán las primarias hasta abril, que permitirán obtener mayor delegados y así conseguir la nominación de su partido en las Convenciones que se celebrarán en agosto (democratas) y setiembre (republicanos) del 2008. Es decir, en tan solo en dos meses de campaña, los candidatos de cada partido tendrán que ganar votos para conocer al próximo inquilino de la Casa Blanca.