Realizar modificaciones de aquellas leyes referidas a los temas de representación política, no es lo mismo que desarrollar una reforma política y electoral. Así puede terminar, más allá de la voluntad de algunos parlamentarios, nuevamente el trabajo del Congreso.
Es claro que hay serios problemas en el tema de la representación política. Diversas corrientes de opinión e instituciones claman por hacer algo que permita no seguir como se está hasta ahora, en la medida que el desencanto y la frustración aumenta, en cada período de mandato de nuestros representantes. Sin embargo, nuestros congresistas se mantienen en un círculo vicioso, presos de sus continuas decisiones.
Es cierto que las modificaciones legales por sí solas, no cambiarán la situación de los partidos, pero es claro que dejar las cosas como están, sí produce efectos cada vez más perniciosos en la vida de los partidos y la representación política.
Un primer problema es que se está delante de una representación fraccionada, que limita seriamente los acuerdos en el Congreso. En él, no solo están presentes muchos partidos (14), sino que al interior de ellos varios de sus miembros tienen agendas propias. Su relación con sus partidos y dirigentes fuera del Congreso es mínima. Más o menos es así. Si no estás en el Congreso, no tienes poder y menos ascendencia sobre la bancada parlamentaria, puesto que los parlamentarios sostienen que, por ser elegidos por el voto preferencial, solo se deben a sus electores y no a sus partidos.
Un segundo problema, derivado de lo anterior, se encuentra en la elaboración de las propuestas. Se ha visto, con escasas excepciones, que los proyectos de ley son producto de iniciativas individuales de los congresistas y no de sus respectivas bancadas. Eso no solo atenta contra una mejor calidad del proyecto sino que, al no ser un producto compartido, no es entendido y defendido por los miembros de la propia bancada. Hay más de una propuesta, sobre el mismo tema, en varias comisiones del Congreso.
Un tercer problema es la calidad de las propuestas. En el caso de las reformas políticas, no se aprecia que deben ser entendidas como procesos integrales y no como una suma de artículos. Eso se observa claramente en la exposición de motivos de muchos proyectos que hoy se debaten en el Congreso. En no pocas ocasiones, la exposición de motivos no es el sustento que todo proyecto debe contener, al no dar cuenta y explicación de cómo la norma ha impactado y de qué manera ha afectado la representación política, para proponer una modificación.
Finalmente, no entender que toda propuesta de reforma debe ser integral y coherente, de lo contrario puede tener efectos diferentes, a los que se busca conseguir. Esto está ocurriendo con motivo de la modificación de la Ley de Partidos Políticos (LPP), a una década de su vigencia. En este período se han modificado algunos artículos pero no se han realizado reformas, por lo que su impacto ha sido negativo. Hoy, que se discute nuevamente su modificatoria, se transita por el mismo desafortunado camino.
Si el propósito es fortalecer los partidos políticos, como lo proclaman todos, medidas adoptadas hasta ahora como reducir la reforma a mantener el pernicioso voto preferencial, incrementar el número de firmas de adherentes (5%), como el umbral de las alianzas electorales, otorgar el financiamiento público directo, sin el acompañamiento de medidas más efectivas y severas de control del financiamiento, mantener elecciones internas sin intervención de los organismos electorales, pese a que ninguna, organizada por los partidos ha dejado de ser cuestionada, mantención de organizaciones a nivel local, en un país desintegrado en términos partidarios, solo constituyen modificaciones parciales. Vale decir, modificar para no reformar. La consecuencia es que lo que fue un cuerpo integrado y coherente de la ley del 2003, que merecía ser reformado de la misma manera, ha terminado siendo uno deforme, con impactos negativos en diversas direcciones, con lo que termina imponiéndose la contrarreforma política (La República, 20 de junio del 2013).
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