Con la convocatoria a elecciones generales para el 9 de abril del 2011, se inicia el último tramo del segundo gobierno de Alan García. Y, como ocurrió con Alejandro Toledo, el actual presidente peruano tiene la esperanza que la opinión pública, sea más benevolente con la evaluación de su gestión. Y es que desde julio del 2007, a un año de haber asumido el cargo, la desaprobación presidencial es superior a la aprobación.
En el último sondeo de opinión a nivel nacional, del Instituto de Opinión Pública (IOP) de la Universidad Católica, la aprobación llega al 36%, pero la desaprobación se empina con el 58%. Cifras poco alentadoras para un gobierno que heredó cifras económicas en azul, como ningún gobierno en el medio siglo anterior y que mostró un crecimiento sostenido a lo largo de los últimos años, salvo el freno que significó la crisis internacional, en la que el Perú no sufrió grandes conmociones.
El crecimiento ha llevado a evaluaciones de la gestión aprista, diferenciadas. En los sectores más modernos y pujantes como Lima y el norte del país, la aprobación de la gestión de García, es mayor que las del sur y centro andino, en donde se encuentran las poblaciones más pobres del país.
El impacto, es claro cuando se observa la relación con la satisfacción con la democracia. La relación es directa. Solo hay un 28% que señala sentirse satisfecho con la democracia. En cambio, uno de cada tres peruanos, se siente insatisfecho. Situación que se asemeja como una plantilla con la evaluación de la gestión presidencial. En Lima y el norte hay mayor satisfacción y menor en el sur y centro.
Sin embargo, al ingresar al tramo oficial de las elecciones y, por lo tanto, el término del período gubernamental y la alternancia, la perspectiva sobre el futuro, es optimista. En el sondeo del IOP, solo el 9% de los peruano piensan que en los próximos 12 meses la situación de su familia, empeorará. En cambio, el resto piensa que permanecerá igual (31%) o mejorará (48%).
En consecuencia, los peruanos evaluan muy bajo la gestión presidencial. Aprecian que años de crecimiento económico sostenido, deben de tener mejoras sustantivas para todos, no solo para algunos. Esta situación tiene impacto en la satisfacción de la democracia, que se ve seriamente mellada, aun cuando el final del período presidencial y el incio de uno nuevo (28 de julio del 2011) permite recrear expectativas optimistas (Infolatam, 8 de diciembre del 2010).