De ello resulta, que para los seguidores fieles de los sondeos no hay que preguntarse más allá de los resultados que emiten las empresas dedicadas a estas tareas; en cambio para los cuestionadores las cosas están tan claras como el estrepitoso fracaso del famoso Instituto Gallup, en las elecciones presidenciales de 1948, en los Estados Unidos.
En concreto, las encuestas de opinión, no miden -es bueno precisarlo- la opinión pública, sino opiniones de la población, de los públicos. Recogen un momento en el tiempo, una instantánea de la opinión y la actitud de la población, basado en una muestra probabilística. No es sólo una foto de la realidad, es una foto movida de la realidad. Las encuestas de opinión a lo sumo tienen un valor indicativo, por que ofrecen información que difícilmente podría conseguir por la simple observación. La encuesta de opinión al trabajar con muestras no nos proporcionan conocimientos ciertos, pero si aproximados en términos de probabilidad.
A las encuestas, por lo tanto, no se les debe exigir precisión y certeza, que no tienen y nunca podrán ofrecer. Una encuesta rigurosamente desarrollada en cada una de sus etapas, ofrece una información que debe estar muy próxima a la valores de la población. Nada más, pero tampoco nada menos. Pues, como bien indica Wilhelm bauer “Lo que mueve a los hombres no son los hechos, sino las opiniones sobre los hechos”. Por eso también su valor.
Pese a ello, para la gente la opinión crea una ilusión de conocimiento, de dominio de verdad, de percepción cierta de los hechos. Esto ocurre porque la opinión guarda relación con la ubicación de la persona en su entorno, con sus experiencias vitales, con su conducta. Por lo tanto, lo que la gente piensa no debe ser tratada como una fantasía, sino de una realidad tan válida como los hechos mismos, en la medida que las opiniones hacen ver las cosas de manera distinta. Siendo así, la opinión es un esfuerzo por conocer, aunque en muchos casos produzca una visión errónea de las cosas. Es decir, como bien dice Roger Michuelli: “El que opina cree más a menudo expresar la verdad que su verdad”. Todo lo anterior debe servir para saber qué esperar de las encuestas y cómo entenderlas.
(El Comercio, 7 de febrero del 2004)