Pese a las críticas que sobre ellas han recaído, ningún político o medio de difusión ha dejado de utilizarlas para conocer el curso de las opiniones del público y sus cambios. Está comprobado, además, que no existen estudios serios de envergadura sobre lo que la gente siente, quiere y espera, sin la utilización de las encuestas. Siendo ésta una herramienta de uso común en diversas ciencias humanas, ha pasado a serlo también de la comunicación política. Esto se debe, en gran medida, a la gran influencia y desarrollo de los medios de comunicación, quienes han sido sus grandes portavoces.
Las empresas que realizan sondeos de opinión están presentes en el escenario político peruano desde la década del sesenta, aunque cobraron una significativa presencia recién en los ochenta. Sin embargo, han sido las encuestas electorales y las del desempeño gubernamental las que han provocado polémica, generando discusiones impregnadas de un serio desconocimiento de los alcances y límites de la materia, cuando debería ocurrir lo contrario en un país donde se le ha prestado especial atención.
Se puede observar, asimismo, que la relación siempre tensa entre política y medios se ha transformado en una relación triangular entre política, medios y sondeos de opinión. Esta relación, que es muchas veces conflictiva, da cuenta de un mundo fuertemente comunicacional, en donde los medios y los sondeos son indisociables para la democracia masiva.
El gran consumo de encuestas por parte de los medios ha estado, lamentablemente, acompañado de una grave carencia del periodismo para abordar adecuadamente el tema. El desinterés por profundizar en el conocimiento de su complejidad técnica y metodológica se ha combinado con la obsesión por publicar cuanto sondeo se recibe en las salas de redacción. Esta falta de competencia resulta grave, pues en muchos casos los periodistas se muestran incapacitados para diferenciar los trabajos correctamente desarrollados del resto. No existe un trabajo crítico de las encuestas, sino un venerable respeto, salvo, claro está, en épocas electorales en donde los errores de predicción forman parte de la noticia. Ese desconocimiento lleva ha transcribir los informes de los sondeos incluso con errores o a difundirlos por el puro interés de propaganda política. La responsabilidad de realizar sondeos de opinión de calidad corresponde a las empresas encuestadoras, pero la seriedad de su difusión es de entera responsabilidad de los medios.
(El Comercio, 20 de enero del 2004)
Las encuestas políticas como actividad que desarrollan los mercadologos sociologos y propiamente estadísticos, es una actividad que se vende, pero que compra el político, más las necesarias como herramientas de trabajo. Vemos cada vez más su proliferacion, pero soy de lo que pienza que la publicacion de encuestas aporta poca cosa a quienes las publican y lejos de veneficiarlos lo que consiguen es el efecto contrario, puesto que el rival se esfuerza más en corregir o trabjar en sus debilidades, revisar su estrategia general y tacticas. A nuestro jucio la publicacion es válida cuando se es poseedor del benefico de esa fuerza invisible e indetenible que empuja a la opinion pública hacia una determinada candidatura que se olfatea triunfante. En este caso no hay estrategia contraria que vargas. en la esperiencia que tengo cuando los competidores rondan la diferencia más o menso 20 puntos y el de mayor puntuación basa su ataque en la diferencia porcentual, finalmente el que esta en desventaja comienza a incrementar su porcentaje.