Allá por la década del setenta, llegaba a la universidad en bicicleta -como muchos europeos acostumbran- solo que Denis tenía que sortear combis poco acostumbradas a respetar a estos audaces ciclistas. De su maletín de cuero, sacaba sus papeles, fichas y todo su conocimiento y método para enseñar con orden y paciencia su vasta sabiduría sobre los problemas urbanos, de un país que había escogido, lejos de su natal Francia, para darle años de su vida al servicio de la educación y la investigación en la PUCP. Me enseñó un par de cursos en la especialidad de sociología. Me ayudó en mi tesis y en la primera publicación, cuando hacía mis pininos en la investigación en ciencias sociales. Lo mío no era una excepción. Denis, entregó tanto y más que justifica largamente que haya sido nombrado profesor emérito del Departamento de Académico de Ciencias Sociales, de la PUCP, “distinción otorgada en reconocimiento de su destacado impulso al desarrollo de los estudios sociales en el Perú y de su ejemplar dedicación a la docencia y al servicio institucional en nuestra casa de estudios”. Bien merecido lo tienes, querido Denis.
Denis Sulmont
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