Pero, para que intente ser visto por una mayoría, debe ser transmitido varias veces al día y varios días a la semana. Asimismo, una buena calidad del spot eleva los costos. Esto hace que los partidos y candidatos deben procurarse ingresos considerables. Un ejemplo claro es que el costo promedio de televisión de las últimas campañas municipales bordea el millón y medio por candidato.
Para evitar que se abra la brecha entre los candidatos que tienen dinero y los que carecen de él, en otros países, tan pobres como el nuestro, se prohíbe este tipo de propaganda, lo que ha permitido que los costos decrezcan y que los partidos políticos utilicen estos recursos en otros medios y técnicas más cercanas al elector. Bajo esta medida se combate, también, el uso persuasivo y menos consciente de los discursos políticos. Se puede permitir la contratación de espacios al final de la campaña, para ofrecer el discurso de cierre, como en 1978, pero nada más. Además, para normar con equidad, las empresas televisivas deben publicar el costo por minuto 6 meses antes de la elección, siendo su pago obligatorio y no existiendo rebajas ni condonaciones de pago para ningún candidato, pues ello implicará favoritismo y parcialidad, fuentes primeras de la inequidad electoral. Esto permitirá, un seguimiento de los gastos de campaña en forma más precisa. Si esto se hace, avanzaremos decididamente en democratizar las elecciones.
(El Peruano, 20 de Setiembre de 1999)